Siguiendo la recomendación de su compañera de reparto Florence Pugh, el intérprete californiano ha aprovechado su viaje al Zinemaldia para conocer la capital guipuzcoana, su gastronomía, sus paisajes y su arte. Tras unas vacaciones de cinco días, el actor, mundialmente conocido por dar vida a Spiderman en dos películas, presenta Vivir el momento, una cinta dirigida por el irlandés John Crowley que aborda diferentes pasajes de la vida en común de una pareja y de la que habla con emoción y mucha locuacidad.
La película es una reunión con John Crowley, con el que debutó en el cine. ¿Cómo fue ese reencuentro después de tantos años?
Ha sido fantástico volver a reunirnos. Llevaba mucho tiempo queriendo volver a trabajar con John desde Boy-A (2007). Cuando tienes una gran experiencia con una persona y cuando a la gente le gusta lo que has hecho, piensas que hay que hacerlo otra vez. A John le respeto mucho como cineasta. Cuando estaba en la escuela dramática fui a ver una obra de teatro que él dirigía y me explotó la cabeza. Fue muy emocionante y me sentí muy conectado a él. Cuando trabajamos la primera vez estaba emocionado de que me dirigiera y, desde entonces, he querido repetir, por lo que me alegra haber encontrado el proyecto adecuado. Ha sido emocionante, además, porque he sentido que tenía más que ofrecerle. La primera vez me sentí muy inseguro como persona y como actor, pero él no solo es un gran director, es también un buen pastor (risas). Tuvo mucha paciencia conmigo y espero que no le haya dado tanto trabajo esta vez.
"Florence Pugh y yo hemos intentado que cada escena diera su máximo potencial y que fuese lo más afectiva posible. Lo que sucede con personas como ella puede llegar muy lejos"
‘Vivir el momento’ es una reflexión sobre cómo el paso del tiempo nos va cambiando según el momento vital en el que estamos.
Estuve cenando en Arzak con mis amigos del instituto, que les conozco desde los doce años y ahora tenemos 41. Es un poco loco ver cómo ha pasado el tiempo, pero vamos cambiando. Por ejemplo, siempre me ha gustado nadar. Es algo que desde joven me ha conectado mucho con mi hermana y con mi padre, pero dejé de hacerlo porque no quería que mi padre me entrenase. Ir a cualquier piscina del mundo y oler el cloro me lleva a esos momentos. Tengo grandes recuerdos y también traumas de esos años (risas).
Nunca antes había trabajado con Florence Pugh y necesitaban construir una confianza muy grande entre los dos. ¿Cómo lo consiguieron?
Ella es el tercer mosquetero de la película, por lo que es muy raro promocionarla sin que esté. No ha podido venir, pero sé que le habría encantado hacerlo. Si no tuviese tanto talento no estaríamos teniendo esta conversación. Solo hablaríamos de cómo es como persona, alguien muy alegre y que busca vivir la vida al máximo. Se toma muy en serio su trabajo y quiere llegar al límite y ampliar sus capacidades. Le importan muchísimo las personas con las que trabaja. Hemos intentado que cada escena diera su máximo potencial y que fuese lo más afectiva posible. Lo que sucede con personas como ella puede llegar muy lejos.
"He estado en los restaurantes con estrella Michelin, he ido a Gros, he montado en bicicleta por la montaña... Ha sido increíble"
Ella interpreta en la película a una cocinera y tengo entendido que ella también lo es. ¿Pudo probar algún plato suyo?
Sí, he tenido la suerte de probar su cocina. Su padre tiene un restaurante en Oxford, así que ha crecido en una cocina. Ha sido camarera y también ha trabajado como limpiadora. Es capaz de hacer platos experimentales que son muy interesantes. Es como un idioma más que tiene. A veces, ves que mezcla cosas y piensas que va a ser un asco, pero lo que comes está muy rico. Que haya podido haber utilizado sus conocimientos en la película es fantástico.
Ha podido disfrutar de la ciudad, ¿verdad?
Llegué hace una semana, así que sí (risas). He aprovechado para tener unas vacaciones aquí porque mis amigos llevaban mucho tiempo hablándome de Donostia. Me gusta la comida, me gusta el surf y me gusta el arte. He podido ir al Guggenheim en Bilbao, que es espectacular, y al Museo San Telmo aquí, que tiene una exposición buenísima de Chillida. Y luego los pintxos, por supuesto (risas). He estado en los restaurantes con estrella Michelin, he ido a Gros, he montado en bicicleta por la montaña... Ha sido increíble y realmente ha superado todas mis expectativas. Y, encima, como telón de fondo el festival. He estado con amigos y me decían que querían ver Anora o Hard Truhts, de Mike Leigh, y me parecía un planazo (risas). He tenido cinco días de ocio y dos de un trabajo que he disfrutado mucho haciéndolo.