Dar vida a dos personajes como Nevenka Fernández y su agresor, Ismael Álvarez, no fue una tarea sencilla para Mireia Oriol y Urko Olazabal, protagonistas de Soy Nevenka. “Es un trabajo que te llevas a casa y del que no puedes deshacerte”, explican los intérpretes, que trataron de entender a sus personajes y no de imitarlos.

Denunciar es un acto tan complicado que era muy importante entenderla (a Nevenka) y ver desde dónde lo podía hacer”, asegura Oriol, quien no conocía el caso hasta que le llegó el proyecto. “Aunque la prensa de hoy en día se muestre más clara ante una víctima, es una historia muy actual que puede apelar a muchas situaciones que se siguen dando”, añade la intérprete catalana, que moldeó su personaje junto a Icíar Bollaín antes de conocer a la propia Nevenka.

El vizcaino Urko Olazabal, por su parte, que vuelve a trabajar con la cineasta tras Maixabel, con la que consiguió el Goya, explica que basó su actuación en las similitudes que encontró tras analizar diferentes manuales sobre abusadores. “Siempre se repite el mismo patrón. Al principio, trata de agradar a la víctima y agasajarla, y cuando la consigue, se relaja y comienza el acoso”, apunta, asegurando que no más complicado fue negar la empatía hacia la víctima. “Yo pienso de otra manera, pero como actor no puedo juzgar al personaje y es algo que se te queda en la retina y de lo que no te puedes deshacer”, agrega.

“Todos somos testigos”

Los dos intérpretes llegaron a la película a través de un casting y marcaron junto a la directora el rumbo que debían llevar cada uno de sus personajes. En el caso de Oriol, se decidió mostrar a dos Nevenkas, una anterior al acoso y otra muy diferente tras él. “Denunciar es un acto tan complicado y lo que hizo es tan insólito que para mí era muy importante entender desde dónde pudo hacerlo”, asegura.

Aunque la realidad actual es muy diferente a la de hace 24 años, los dos actores coinciden en que aún es necesario incidir en qué es abuso y cómo denunciarlo. “En muchos entornos y gracias al feminismo responsabilizar a la víctima es algo que no existe, pero falta llegar a los espacios más íntimos en los que poder señalar al agresor y no esperar a que lo haga la víctima, que muchas veces no puede hacerlo. Todos somos testigos y debemos tomar una posición activa ante ello”, afirma Oriol, mientras que Olazabal apunta a que es necesario “señalar a los maltratadores psicológicos para dejarlos fuera de juego”.

“Los medios de comunicación, hoy en día, dan espacio a la víctima para que sea escuchada, pero ¿realmente es porque todo ha cambiado? Espero que sí porque los agresores seguirán estando. Es la gente la que tiene que cambiar para denunciarlo”, asegura el actor, al tiempo que cree fundamental “dar valentía y empoderamiento” a las víctimas a través “de armas y herramientas” que tenga a su alcance.