“¿Quién de los dos se atreverá a romper el silencio que los envuelve?”, cantaba Rafael Berrio, al que nunca dejaremos de echar de menos entre nosotros, en Somos siempre principiantes, un tema que parece hoy compuesto para La quietud en la tormenta (el equipo, sobre estas líneas), el debut en el largo del donostiarra Alberto Gastesi, coescrito con el guionista Alex Merino. De hecho, de haber estado vivo, hubiese sido un personaje de excepción, como ya lo fue para La reconquista, de Jonás Trueba. Podría haber figurado en la escena que Gastesi ambienta en el Altxerri, lugar que Berrio, que fue jurado del tribunal que evaluará este largometraje, frecuentaba como músico y parroquiano. O quizás hubiese paseado como extra, camino a algún otro garito, por esa lluviosa Donostia, ciudad a la que también cantó, como podía haber cantado a los personajes que interpretan Iñigo Gastesi y Loreto Mauleón, dirigiendo aquellos versos que dicen que “el tiempo vuela y no se hará esperar la hora triste que separa” a unos amantes de un fuego tan incipiente como caduco, propio de todos nosotros, dado que “nadie sabe nada de su propio amor”. l
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