resunta simuladora de un delito de agresión: Conste que la nombro así haciéndole un favor porque hay una docena de evidencias palmarias sobre la falsedad de la agresión que denunció haber sufrido a manos de “cuatro magrebíes”. Cuatro, que luego se convirtieron en uno solo, conforme la Ertzaintza la iba pillando de renuncio en renuncio y usted improvisaba detalles nuevos y cada vez más fantasiosos. Cuatro itinerarios diferentes, un amigo imaginario que la acompañó, una “brutal paliza” que en el parte médico quedó en lesiones menores y, por supuesto, los gritos de “¡fascista!” que nadie le dirigió. Fingió un delito de odio, pero el odio y el delito son los suyos. También el daño que ha causado a las auténticas víctimas. Hágaselo mirar.