El Duero y los pueblos y ciudades que lo jalonan es sinónimo de patrimonio excepcional, magníficos castillos, bellas iglesias, sorprendentes monasterios y casas solariegas que se asoma a sus orillas, y rincones únicos con naturaleza exuberante, con valles, acantilados, suaves praderas, campos de cereal y frondosos bosques se bañan en sus aguas. Y esas aguas, regando millones de vides, logran el milagro de producir algunos de los mejores vinos del mundo. No en vano, en las seis provincias de Castilla y León que el Duero atraviesa se concentran una decena de Denominaciones de Origen.

Recorrer el camino del Duero (casi 900 kilómetros entre los Picos de Urbión y Oporto) y sus tierras próximas es un viaje apasionante. Desde el punto de vista turístico el programa Discover Duero/Douro propone diversas rutas con el río como protagonista. Un recorrido más corto para tres o cuatro días también permite disfrutar algunas de sus esencias.

No es mala idea iniciar esta ruta en Peñafiel, cuna de la Ribera del Duero y que en un espacio pequeño reúne un deslumbrante castillo, un buen Museo del Vino, una encantadora plaza, la del Coso, símbolo de la mejor arquitectura popular y, por supuesto, una deliciosa gastronomía... todo, o casi, lo que se irá encontrando en esta ruta.

La fortaleza de Peñafiel constituyó un punto fundamental en la línea defensiva del Duero, tanto para cristianos como para musulmanes allá por los siglos IX y X. Desde el cerro, el castillo dominaba los valles de los ríos Duero, Duratón y Botijas, y protegía a la población. Hoy es un ejemplo perfecto de arquitectura militar y de magnífica reconstrucción y, además una muestra de una de las riquezas de esta tierra en su Museo Provincial del Vino, que es visitado cada año por más de 100.000 personas y en el que se puede hacer un recorrido por la historia y la cultura del vino, las técnicas de producción y elaboración de alguno de los caldos más afamados del mundo.

Dejando con pena este encantador lugar aparecen en el camino algunas de las grandes bodegas que irán jalonando el recorrido como Tr3smano, Emina o Matarromera.

El final de la jornada lleva al vecino monasterio cisterciense del siglo XII Santa María de Valbuena, que ostenta el orgulloso título de ser el mejor conservado de Europa. Gestionado por Castilla Termal se ha transformado en un exclusivo complejo turístico, con 79 habitaciones de lujo, un magnífico y completo balneario spa con aguas mineromedicinales.

Tierras de buen comer... y beber

En un recorrido por el Duero con el vino como uno de sus grandes protagonistas, no puede faltar la visita a Aranda de Duero, en cuyo apellido muestra su vocación, y que ha sido reconocida como Ciudad Europea del Vino lo que la sitúa en el mapa de ciudades del vino de Europa. Claro que habría que decir lo mismo de su pasión por el lechazo y el cordero asado, presente con la mejor calidad en toda Castilla.

Olvidando por un momento la gula y retomando el sentido espiritual y cultural, es imprescindible la visita a la Iglesia de Santa María la Real, de bella factura gótica isabelina del siglo XV y admirar sobre todo su bellísima portada atribuida a Simón de Colonia, concebida a modo de grandioso retablo, donde se incluyen escenas en relieve de la Adoración de los Magos.

Menos espectacular, pero igualmente interesante es el camino a sus bodegas subterráneas que cubre más de siete kilómetros. Este es, también un buen lugar para iniciar la Ruta del Vino de Ribera del Duero que lleva a más de 90 pueblos interesantes y 65 bodegas, todas con grandes vinos.

Una de las sorpresas que aparecen en el camino hacia Tordesillas es Haza. Su impresionante torreón, con espectaculares vistas, ha sido convertido en un museo vivo, que puede visitarse libremente haciendo previamente una reserva digital y obteniendo un código con el que entrar sin problemas. El pueblo está casi desierto pero sus casas conservan la dignidad y resultan un conjunto muy armónico.

Su dinámico alcalde, Segundo Benítez, ha conseguido pavimentar todo el municipio y confía en que Haza logre atraer a artistas. Sin duda tiene futuro y es un ejemplo de cómo esa España vaciada puede volver lentamente a llenarse. Antes de seguir camino, hay que reponer fuerzas en el único bar restaurante del lugar: excelente morcilla (al fin y al cabo estamos en Burgos), chorizo, ensalada y un buen cordero son el menú perfecto.

Aunque hay muchos motivos para describir a Tordesillas, el primero que viene a la mente es el del Tratado al que dio nombre, que dividió el mundo entre las dos grandes potencias de entonces (1494): Portugal y España. Las Casas del Tratado recogen documentos de la época, maquetas de las tres naves que llevaron a Colón a América y también de los principales monumentos de la región.

Un paseo por la ciudad lleva a visitar el Real Monasterio de Santa Clara, la plaza Mayor, el puente medieval de diez ojos y algunos restos de la muralla que rodeaba toda la villa. Nada queda de la antigua casona-palacio-cárcel en la que la reina Juana estuvo encerrada 46 años por orden de su padre y su hijo. También, como ya es norma en este recorrido, las originales bodegas subterráneas Muelas.

Para dormir antes de enfilar la Ruta del Vino de Toro, nada mejor que el castillo de Monte la Reina, un palacio neogótico del siglo XIX decorado con estilo vanguardista y contemporáneo, con solo ocho habitaciones totalmente equipadas manteniendo toda su esencia. Naturalmente, también tiene una moderna bodega en la que destacan los vinos jóvenes, frescos, estructurados y con gran intensidad de color propio de la zona y de la uva tempranillo.

Entre Toro y Rueda

Ya en tierras de Toro, una denominación en crecimiento que ha pasado de la oscuridad a convertirse en foco del escenario vitivinícola mundial, gracias a sus vinos de alta calidad y de personalidad inconfundible, es el momento de descubrir una comarca a través del vino y de su Ruta, la gastronomía, el patrimonio artístico-cultural y la naturaleza en una zona que se reparten entre Zamora y Valladolid que vive la herencia y tradición vinícola, llena de costumbres arraigadas, municipios fascinantes y gentes acogedoras, siempre bajo la sombra de los grandes vinos. Un buen ejemplo de ello es Bodegas Fariña.

Es tiempo de echar un vistazo a Toro y caminar desde la Plaza Mayor hacia el símbolo por excelencia de Toro: la Colegiata de Santa María la Mayor. Este templo comenzó a construirse en el siglo XII inspirado en la Catedral de Zamora y en su exterior destaca el cimborrio.

Desde allí, hay que acercarse al Paseo del Espolón, desde donde se tiene una de las mejores vistas del Duero y del puente Mayor, que está levantado curiosamente de forma paralela al río. También en el centro de Toro se encuentra La Morada del Vino, un espacio gastronómico que manejan los hermanos Kiko y Noelia, en el que encontrar una amplia variedad de los mejores productos de esta tierra.

Tras un contundente almuerzo en Bodegas Divina Proporción -en realidad es más un restaurante, con capacidad para cientos de comensales a la vez, que una bodega- con platos típicos zamoranos, entre los que destaca las exquisitas y modestas, pese a su nombre, Patatas a la importancia, se sigue camino a uno de los paisajes más bellos que el Duero ofrece: el meandro de Castronuño, en medio de la Reserva Natural Riberas de Castronuño-Vega del Duero, única reserva natural de la provincia de Valladolid. La localidad ha sido elegida como Pueblo Más Bello de Castilla y León 2021, entre otros 82 que han participado en la elección.

Buen lugar para conocer los secretos de la Ruta del Vino de Rueda, cuya gerente, Cristina Solís, recuerda que estos vinos son los blancos más vendidos de toda Europa gracias a las 74 bodegas que se encuadran en la Denominación, pero que no todo es vino en la Ruta, que acoge un importante legado patrimonial con un total de 42 monumentos de diferente tipo que han sido reconocidos como Bien de Interés Cultural (BIC), por su valor artístico, histórico y etnográfico y que, como tales, deben ser disfrutados y protegidos.

A ambos lados de "la Raya"

La última etapa de este completísimo viaje lleva a "la Raya", donde Duero y Douro se funden y marcan frontera entre España y Portugal. Ahí se concentran tal vez los más bellos paisajes de todo el recorrido, con los célebres Arribes del Duero y el Parque Natural do Douro Internacional, ambos declarados por la Unesco Reserva de la biosfera transfronteriza. Acantilados vertiginosos, cascadas, aguas tranquilas o revueltas, una fauna en la que predominan aves de todo tipo y especies vegetales autóctonas conforman un verdadero paraíso que merece ser contemplado en ambas direcciones: navegando por sus aguas y vistas desde arriba en algunos salientes de vértigo, como el Mirador de Sáo Joáo das Arribas, junto al castro y también asentamiento romano de Aldeia Nova.

En el lado español, Fermoselle se atribuye el título de Capital de los Arribes del Duero, bello lugar con callejas llenas de encanto, ermitas, iglesias y viejas casas que esconden bajo sus pies más de mil antiguas bodegas que son parte importante de su patrimonio.