Lo dijo su hermano Charles Edward Maurice, el IX conde Spencer durante su funeral: "Diana de Gales no morirá nunca". Y casi 25 años después de su trágico fallecimiento en París, continúa tan viva como antes y de una rabiosa actualidad que, de momento, nunca ha rozado ni de lejos su archienemiga Camilla Parker Bowles. Al menos, en la ficción. En esas series y películas que mantienen on fire el legado de quien durante años ejerció, sin título, como princesa del pueblo (con permiso de Belén Esteban). Filmes que, por cierto, se multiplican desde 2017, cuando el mundo volvió a enmudecer, coincidiendo con el 20º aniversario de su fallecimiento, ante el documental The Story of Diana, la serie que estrenó Netflix narrando las batallas privadas de Lady Di a través de entrevistas con la lengua suelta de su hermano y otras personas cercanas a ella.

Aunque, en realidad, la película que inició el actual furor cinematográfico por la desaparecida princesa de Gales fue The queen, la producción dirigida en 2006 por Stephen Frears y protagonizada por Helen Mirren, que tan bien mostró la negativa repercusión que su muerte tuvo para los Windsor, como la antipatía que Isabel II siempre mostró (y muestra) por Tony Blair, el ex primer ministro laborista. Después llegarían Diana (2011), o Diana, la princesa del pueblo (2013), interpretada esta última por Naomi Watts, y tan volcadas ambas en detallar la historia del verdadero amor de Lady Di: el médico pakistaní Hasnat Khan, de quien incluso se llega a afirmar que fue el amor de su vida. Pera nada comparable, eso sí, con los ríos y ríos de tinta que se han escrito estos últimos meses con motivo de la emisión de la polémica cuarta temporada de The Crown, la que narra con todo lujo de detalles la desastrosa relación entre Carlos y Diana, y los graves trastornos alimentarios de ella.

Hasta que ha aterrizado en la cinematográfica monarquía británica la famosa actriz de Crepúsculo para robar protagonismo a la mismísima Emma Corrin. Kristen Stewart acaba de comenzar el rodaje de Spencer, la última apuesta del chileno Pablo Larraín, que se centra (con pelos y señales) en un decisivo fin de semana que Diana pasó con los Windsor antes de separarse de Carlos. Para interpretar este papel, Stewart se ha transformado tanto que parece, como bien se percibe en la imagen, la mejor doble de la princesa. Y eso que superar a Corrin parecía un reto imposible.