Lo que ha intentado hacer esta especialista en educación emocional con su libro El rincón de la calma es recoger la experiencia de sus más de sus 25 años colaborando con el profesorado, trabajando necesidades de las que aún se carece en las aulas para el bienestar del alumnado y proporcionando las herramientas para subsanarlas “En mi consulta, fundamentalmente de muchos jóvenes y adolescentes, pero también de mayores, he recogido múltiples experiencias que tienen un denominador común: no saben gestionar sus emociones”, explica. Considera que desde la infancia nos deberían enseñar a manejar nuestros sentimientos como una competencia más para la vida, para crecer y poder relacionarnos mejor, “como sucede en otros países de nuestro entorno”. Para esta psicóloga es la sociedad la que pone cortapisas dependiendo de la emoción. “Por ejemplo, hubo un tiempo en el que se decía: los niños no lloran y las niñas son complacientes (no se quejan o protestan). Error. Los niños tienen derecho a llorar y a ser sensibles, y las niñas tienen derecho a quejarse y a defenderse”, añade la psicóloga educativa.

¿La pandemia nos ha dejado un pelín tocados a jóvenes y mayores?

Hemos pasado por numerosos estados emocionales, desde el miedo al enfado, hasta llegar a la frustración y la resignación. Todos estamos intentando gestionarlo de la mejor manera posible. La capacidad de los pequeños para afrontar sus emociones es más limitada. En mi consulta, virtual en los primeros meses de pandemia, vi muchos casos de ansiedad que pueden derivar en estrés postraumático si no se tratan bien. Esto ya lo estamos viendo.

¿Nota qué estamos más alterados ahora que antes de la llegada del Covid-19?

Mucho más, y más susceptibles. Estallamos con mayor facilidad por cosas que no tienten mucha importancia. A veces pareciera como si hubiera un estrés crónico, porque saltan chispas. En esta época que nos han tocado vivir nos hace falta mucho tiempo para calmarnos.

Como experta que es, ¿qué propone?

Con frecuencia, las personas que veo se sienten confusas o desbordadas por lo que están sintiendo. No saben cómo volver al estado de calma, y por eso propongo El rincón de la calma, que podemos crear fácilmente dentro de casa para que los pequeños vuelvan a ese estado de mayor tranquilidad.

Su objetivo es mejorar la inteligencia emocional y la convivencia, tanto presencial como en las redes sociales.

El programa contiene más de 120 actividades y juegos diferentes, además de las 768 tarjetas que lo complementan para trabajar de forma individual y grupal. Y se ha incluido el tema de las redes sociales porque es imposible actualmente poner en marcha actividades de este tipo sin contar con ellas, por el número de tiempo que pasan ahí los pequeños, tanto en las aulas como en sus hogares, bien por estudios o por cuestiones de entretenimiento.

¿En qué consiste el programa?

En trabajar las emociones básicas, y añade otras doce que denomino fundamentales, como el sentido del humor y los afectos, incluyendo un trabajo específico sobre la autoestima.

Según recoge en su libro hay unos bichos emocionales que tenemos que manejar. ¿Cuáles son?

El capricho, los celos, la culpa y la envidia. Aprendemos a usar los antídotos emocionales: la alegría, el cariño, el respeto, la confianza, la admiración, la solidaridad, el comportamiento, la colaboración, el amor propio, la satisfacción, el orgullo bueno y la empatía.

¿Ofrece herramientas en tiempos de Covid-19?

Sí, para la resolución de conflictos teniendo en cuenta el Covid-19 y trabajar la empatía, la asertividad y la educación en valores, entrenando además 19 habilidades sociales diferentes.

¿Abre también un espacio de reflexión?

Principalmente sobre el camino que vivirá cada niño al final de la etapa de Primaria, preparándolos para la salida del colegio y el inicio de la ESO.

¿Como definiría El rincón de la calma?

Es un programa muy actual con una sólida base científica y práctica, desarrollado en colaboración y con el apoyo del profesorado de Educación Primaria, con herramientas dinámicas y divertidas que generan un cálido y respetuoso ambiente emocional en el aula, y no solo para aprender contenidos, sino sobre todo para crecer como personas conviviendo con los demás.

¿Cómo se construye ese rincón?

Es un espacio físico real. Se puede construir en casa y también en un pequeño espacio del aula, y se consigue con una colchoneta, algo que abrazar, algunos cojines, a veces cuando las hay pequeñas mascotas... Un lugar real donde se enseñe la gestión emocional. Es ese lugar para que el niño vaya y se pueda tumbar, abrazar un muñeco, aprender a calmarse...

¿La experiencia está muy extendida en las aulas?

Por ahora no. Está en muchas casas y vamos a empezar a trabajar con el profesorado para que lo incluyan en sus aulas, porque se ha demostrado que resulta muy positiva. Insisto en que este programa con herramientas dinámicas y divertidas generan un ambiente emocional en el aula cálido y respetuoso.

PERSONAL

Nacimiento: Tenerife (Canarias).

Formación: Es psicóloga educativa, psicoterapeuta, doctora en psicología y sexóloga.

Experiencia: Docente en diferentes másteres y postgrados en la Universidad de Barcelona, la Universidad de Lleida y la Universitat Ramón Llull, fundamentalmente. También asesora a profesorado y familias sobre educación emocional, convivencia y educación sexual. Sus más de 20 años de práctica profesional la han convencido de que la prevención desde la escuela es el mejor camino para gestionar la vida emocional y saber relacionarse en la vida adulta.

Libros: Es coautora junto a al doctor Manuel Segura de Enseñar a los hijos a convivir, un libro práctico para familias que quieren mejorar en su acción educativa en la convivencia, la comunicación, el afecto, la inteligencia emocional, la social y la autoestima de sus hijos. Ahora lanza El rincón de la calma, un ambicioso programa educativo.

Las ventajas de tener el rincón

“Es una herramienta estupenda de convivencia, pues sirve tanto para resolver conflictos (si se le da un uso colectivo) como para reponernos cuando algo nos agobia, supera... (uso individual). Los niños tienen un lugar específico a donde acudir cuando se ven superados por las emociones del momento, de modo que a menudo se evitan explosiones emotivas poco convenientes, como gritar, pegar... Con nuestro adecuado acompañamiento servirá para que vayan identificando sus emociones y las sensaciones corporales asociadas (consciencia emocional), a la vez que descubren cómo pueden influir en ellas para sobrellevarlas mejor (regulación emocional). Una vez ahí los niños disponen de ciertas herramientas que les ayudan a recuperar la serenidad y el equilibrio interior. De ese modo, pueden pensar antes de actuar, porque una vez se han tranquilizado es más fácil encontrar soluciones acertadas para resolver sus problemas o conflictos. Ayuda a los niños a aceptar sus emociones y a tomarse el tiempo necesario para manejarlas correctamente, y pueden aprender a ser amables con ellos mismos, a no juzgarse y a quererse tal como son.