alimos de Urarte por el sur, tras cruzar con cuidado la carretera secundaria hacia Markiz -Markinez-. Pasamos junto al humilladero. Rodean el rústico crucero central cuatro columnas octogonales que originalmente debieron sujetar una cubierta hoy en día inexistente. Junto a él vemos los postes direccionales del parque natural que nos acompañarán por el recorrido por la senda Botondela. El primer tramo se encuentra asfaltado. A nuestra derecha, discurre el río Markinez o río Viejo.

En la primera intersección (750 m, 10 min.), giramos a la derecha para continuar por la pista asfaltada y cruzar un pequeño puente. Varias decenas de metros después, una pista sale a nuestra izquierda flanqueada por los puntos amarillos de la red de sendas del parque. Abandonamos el asfalto y comenzamos un paseo entre zarzamoras, lavandas, tomillos, orégano y santolina. A nuestra derecha nos ampara el arroyo de la Lucia, que le da nombre al barranco abierto que atravesamos. En su llanura de inundación se acomodan estrechos campos de cultivo. En el último tramo del barranco, entre el camino y las tierras de labor sobreviven los antiguos muretes de piedra que delimitaban la propiedad. Justo antes de entrar en el hayedo, encontramos a nuestra derecha unas peñas escarpadas con algunas de la habitaciones o cuevas eremíticas de Urarte (2,6 km, 40 min.). Son las cuevas de la Lucia, que posiblemente proceda del euskera luzea (largo), que hace alusión a la largura del barranco. Dos zonas de habitación se pueden visitar en la base del cortado rocoso, una de ellas con un gran ventanal y puerta dintelada con arco de media punta.

Nos adentramos en el hayedo. El arroyo pasa junto a nosotros formando meandros. Nos escoltan restos de muros cubiertos de musgos y vegetación típica de zonas umbrías, como las primaverales anémonas. En un claro del bosque, a nuestra izquierda, despunta un farallón de roca con aspecto de castillo inexpugnable, en cuyo muro liso es visible un ventanuco. La apertura rocosa tiene arriba dos marcas trasversales, como un tejado abierto. Se trata de otra de las cuevas eremíticas de Urarte (3,3 km, 50 min.), en este caso con una entrada completamente aérea. El hayedo da paso a una zona extensa de pasto, donde el camino está levemente marcado por las piedras que afloran. Cogemos altura al tiempo que el arroyo la Lucia, a la derecha, se desdibuja y desaparece. Llegamos al portillo Larraurena (913 m). Una alambrada y un gran barranco nos impiden seguir de frente (4,57 km, 1 h 17 min.). Tomamos el camino de la izquierda, pasamos junto a la cima Botondela (948 m) y recorremos un estrecho sendero zigzagueante. A nuestra derecha podemos ver la gran balsa de Obekuri y los robledales y plantaciones de pinos de Obekuri y Basauri, antaño territorio de Izki Alto.

Un portón de madera da paso a una zona de pastos. No perdemos de vista las marcas amarillas, que atraviesan los pastos hasta el hayedo mixto, con mucha hierba y gran cantidad de madera muerta, Subimos hasta una explanada con un cruce (6,06 km, 1 h 42 min) que nos invita a ascender hasta el monte Belabia o Engua (971 m, 1h 45 min.), modesta cumbre oculta por las hayas. Volvemos a la encrucijada, bordeamos varias zonas agrarias hasta una pista principal (7,06 km, 1 h 57 minutos) que tomamos a la izquierda para descender poco a poco. A nuestra derecha tenemos los impresionantes barrancos de Arluzea.

A 300 metros la senda Botondela sigue de frente en a dirección Markiz. Evitamos la senda balizada y giramos a la izquierda por la pista principal. El camino desciende entre barrancos. Justo antes de llegar a la primera casa de Markiz -Markinez-, aparece un camino a nuestra izquierda (9,55 km, 2 h 30 min.), vamos por él. Encontramos otra cueva en una gran roca solitaria a nuestra izquierda, con dos habitaciones sencillas. El último complejo está un poco más adelante, tras un pastizal, un nutrido conjunto de oquedades de muy diverso tamaño y profundidad protegido por un continuo rocoso con visera.

Volvemos sobre nuestros pasos y entramos en Markiz. En las primeras casas vemos un cruce con indicaciones para volver a Urarte por la senda Los Molinos, que coincide con la Senda del Pastoreo (GR-282). Cruzamos el puente que atraviesa el Río Viejo (10,6 km, 2 h 47 min.), giramos a la izquierda y recorremos un agradable paseo paralelo al cauce. A lo largo de dos kilómetros atravesamos el centellear de los chopos, el color ocre del fondo y pequeños tramos con rápidos y cascadas. La última bifurcación (12,6 km, 3 h 20 min.) nos lleva a nuestro punto de partida.

los primeros cristianos

Las cuevas eremíticas son viviendas, posiblemente construidas a partir del siglo V, que siempre han tenido consideración de ermitas y los grabados de cruces en algunas de ellas evidencian su uso religioso. Se asocian a grupos de anacoretas, es decir, religiosos que vivían en lugares apartados, dedicados por entero a la contemplación, la oración y la penitencia. En principio, realizaban su actividad de forma solitaria, pero la agrupación de las cuevas muestra posiblemente un tipo de vida en comunidad. Algunas de las estructuras excavadas tienen en el exterior marcas de postes o refuerzos exteriores, que hacen pensar en casas anexas que actualmente no se conservan. Es posible por eso que varias de las cuevas se utilizaran como parte de antiguos poblados, y que solo los más apartados tuvieran una función verdaderamente religiosa.

Recorrido circular por pistas y senderos parcialmente balizados.

Urarte, Bernedo, Araba.

3 horas 30 minutos.

13,3 km.

563 m.

Dificultad baja. Hay fuentes en Urarte.

Todo el año.

Rutas por Euskal Herria

DEL LIBRO: Parque natural de Izki

TEXTO Y FOTOS: Jonathan Robines