Los nervios aumentan según se acerca el momento. Dentro de una semana, el 6 de marzo, se conocerán los ganadores de los premios Goya 2021. Nerea Torrijos asegura que el mero hecho de estar nominada es ya un premio en sí, pero como el resto de candidatos sueña con la estatuilla que le acredite como la Mejor diseñadora de vestuario por Akelarre, película que cuenta con nueve nominaciones en esta edición y acapara más de la mitad de las candidaturas vascas. Sería un reconocimiento a diez años de trabajo. "Estoy en este mundo porque una amiga que se dedicaba a lo mismo sabía que era un culo inquieto y me ofreció trabajo", comenta la diseñadora bilbaína.

A pesar de las emociones que surgen de esta candidatura, ella está centrada en su trabajo. En estos momentos se encuentra en Pamplona encargándose del vestuario de Desde la sombra, película basada en la novela de Juan José Millás y dirigida por el navarro Félix Viscarret. "Estoy encantada en este rodaje. Bueno, lo estoy en todos. Akelarre fue un reto y después hice García y García, de Ana Murugarren. Afrontar trabajos audiovisuales es todo un reto, pero es lo que más me gusta", asegura Torrijos.

Nunca había soñado ni planificado su profesión. "Haciendo retrospectiva he vuelto al pasado, cuando tuve un accidente de tráfico con cuatro años, y como tuve que pasar gran parte de la juventud en casa recuperándome de varias operaciones, pasaba el tiempo grabando cosas con mis amigas. Mi abuelo me compró una cámara de vídeo y yo me lo pasaba muy bien. Cuando podía salir a la calle hacía junto a mis amigos secuencias de las películas que me gustaban, de las series que veía€ Nunca me había planeado el cine como objetivo, pero siempre había estado en mi vida. He dibujado desde pequeña muy bien y me gustaba mucho confeccionar vestiditos con las típicas servilletas de casa".

En el centro, durante el rodaje de la película de Pablo Agüero.

Los frutos del esfuerzo

Considera que fue una niña artísticamente muy activa que se movía alrededor del vestuario y del cine. Sus inicios se basaron en invertir mucho tiempo en diseñar proyectos e imaginar sin casi remuneración ropajes para cortos. "Mis amigos me llamaban para un corto o una publi, y yo lo hacía. Al principio lo complementaba con otros trabajos, como camarera, dependienta... lo que fuera. Fueron años de mucha inversión y esfuerzos. Al final, me plateé que tenía que dejar los otros trabajos y dar el salto a lo que realmente quería hacer: diseñar vestuarios de cine. He tenido mucha suerte y en estos momentos trabajo no me falta", reconoce.

Su primera película fue La noche del virgen, una historia gamberra creada por Guillermo Guerrero y dirigida por Roberto San Sebastián. "Hicieron la película con un presupuesto muy bajo, era muy gore, muy de género€ Fue tremenda, muy divertida". Hasta que llegó Akelarre, con un vestuario tan espectacular como particular. "Cuando me llamaron para hacer este proyecto me ilusioné cantidad. He hecho bastante época y me encanta recrear historias a través de la ropa. Es una película que habla de las mujeres en un tiempo en el que se hablaba de la brujería y de lo que suponía el yugo de la violencia. Poder contar una historia como esa me parece una gran experiencia. Akelarre fue un auténtico regalo", añade.

Para llevar a cabo los diseños del vestuario de Akelarre necesitó invertir mucho tiempo en documentación. Añade que esa dedicación a la investigación no solo le sirvió para hacerse una idea de cómo tenían que ser los ropajes, sino también para ver realmente cómo se vivía a principios del siglo XVII y comprender el papel de la mujer en aquella época. "Pablo Agüero tenía una visión muy particular y mi idea era dar una visión lo más realista posible. Hubo que buscar una línea de entendimiento para que los dos estuviéramos contentos", explica Torrijos. Desde el principio, ella tuvo claro que debía utilizar colores y tejidos que tuvieran relación con los tiempos que contaba la película, y que "había que utilizar todos los recursos que tenía la Navarra de esa época".

La diseñadora vizcaína está recorriendo muchas épocas de la historia a golpe de película. Durante el verano pasado dejó atrás el siglo XVII y avanzó 400 años para situarse en la historia de Ana Murugarren, García y García. "También fue un trabajo muy peculiar. Aunque sea un vestuario de hoy en día tiene varias piezas que son auténticos bomboncitos para mí, porque son para lucirte. Es una película que, aunque vive en este siglo, resulta muy agradecida", afirma.

Torrijos disfruta a tope con el mundo del diseño y sortea todos los retos y trampas que puedan darse en un vestuario en concreto. "Cuando me meto en una película solo tengo mente y cabeza para lo que estoy haciendo. Todo mí día a día lo invierto en lo que tengo entre manos. Desde el momento en el que me pasan el guion es como si me obsesionara", asevera.

En estos momentos toda su fuerza creativa se vierte en diseños que otros cosen: "Me gusta más diseñar. De pequeña sí que me gustaba coser y cogía mis trapitos y hacía vestidos o lo que fuera. Pero lo que realmente me gusta es dibujar, buscar la tela, decidir los colores, los botones, si quiero un bies o no...", asegura.

En los inicios de su carrera, cuando tenía más tiempo, también se planteó lanzar alguna colección de ropa, pero en estos momentos esa ya no es una opción porque enlaza proyecto tras proyecto y prefiere dedicarse en cuerpo y alma a un diseño que le llena mucho profesionalmente. "Soy carne de cañón en este sentido, porque lo que me gusta es el cine. Cuando diseño prendas fuera del cine siempre acabo haciendo algo muy teatral y nada práctico. No es algo que descarte, porque la vida da muchas vueltas y la moda me encanta, pero la vida real y el cine son mundos muy diferentes".

Para ella, la moda de vestir a diario viene marcada por las tendencias, mientras que en el cine su función es narrar a través de la ropa. Dice que cuando viste a un actor, aunque sea con ropas del siglo en el que vivimos, lo que pretende es contar una historia a través de una chaqueta, de un color o de las formas de un vestido. "Son dos maneras diferentes de ver el mundo del diseño, porque una cosa es la moda o la ropa que nos pongamos tú o yo en distintas ocasiones, y otra es dirigirte a los espectadores de una película a través de una serie de prendas", diferencia.

Volviendo a los premios Goya, recibió la noticia de que iba a ser candidata justo cuando se estaba iniciando el rodaje de Desde la sombra, la película de Viscarret. "Fue impresionante y sentí de todo cuando me enteré. ¿Posibilidades? Puede que sí, que las tenga, y también puede que no. Es factible porque soy candidata, pero ni me lo imagino, y tampoco pienso mucho en ello. Yo sigo con mi trabajo. Tengo posibilidades porque la película ha gustado mucho, pero la competencia es muy dura. Eso sí, gane o no gane, estar nominada es un regalo. Lo realmente importante es seguir haciendo un buen trabajo", remacha. Y añade que sobre su mesa laboral tiene un proyecto en firme y un par de ellos más que no sabe si va a poder hacer por falta de tiempo. Gane o no gane el próximo 6 de marzo, Nerea Torrijos es una diseñadora de cine, literal y metafóricamente.

Boceto para el personaje de Irati.

'Akelarre', a través de la ropa

Los trajes: Cada una de las seis actrices principales tuvo cuatro vestidos. Seis sayos se confeccionaron para los actores. Álex Brendemühl, el actor que hace de juez, tuvo durante el rodaje dos trajes, y Amaia Aberasturi, la protagonista, un vestido amarillo, muy especial, inspirado en un cuadro de Goya.

En los libros: Para Akelarre empezó por inspirarse en lo que veía en los museos: "Vi mucho cuadro, muchos libros y toda la documentación disponible". Además, dice que cuando trabaja en una película de época "me gusta revisar los procesos legales. En Akelarre fue muy interesante ir a las actas y juicios de ese siglo. Tuve en mis manos el juicio del proceso de las brujas en Logroño. No había imágenes, pero se describía todo paso por paso, desde el rasguño que había en una pared hasta el largo del vestido".

El colorido de aquí: Nerea Torrijos se enfrentó a los colores de la vestimenta de los alrededores del año 1600 y señala que en Navarra el vestuario era muy diferente al usado en otras zonas del actual Estado español: "La ropa tenía un colorido muy especial y los bordados también eran muy diferentes. Había una marca muy identitaria en la ropa, en cómo se vestía en la antigua Navarra y en Euskal Herria en general. No se usaban colores apagados, los trajes solían ser muy alegres y se mezclaban mucho los colores primarios: se combinaban los verdes, los rojos, los amarillos€ Que fuese ropa apagada no es realista, otra cosa es que estuviera desgastada por el paso del tiempo".