PARECERÍA que en estos tiempos de crisis si acudes a cualquier comercio te van a poner la alfombra roja para que puedas comprar todo lo que quieras. Si por ejemplo vas a comprar un camión, las fechas que están dando son principios del año que viene y según qué marcas, hasta un año de tiempo de espera. La razón es la falta de componentes electrónicos que está afectando ya a todos los sectores, desde la automoción, los electrodomésticos, la telefonía móvil o, lo veremos en Navidad, los juguetes que llevan este tipo de piezas. Se han juntando un montón de casualidades. Con la pandemia la demanda de productos relacionados con el hogar o el teletrabajo se disparó, gastando todas las reservas de las fábricas que en ese momento estaban cerradas. En marzo, un devastador incendio en la mayor fábrica de microchips y controladores electrónicos hacia que las fábricas de automóviles empezaran a parar por la falta de este tipo de componentes. El bloqueo del canal de Súez y el clima extremo sufrido este año en Asia terminaron de rematar al sector.

Por mucho que queramos resolver la situación, los fabricantes no ven posible normalizarla antes de 2022, lo que puede suponer un grave retroceso en las previsiones para salir de esta crisis. Dependemos en gran medida del mercado asiático, pero en este caso el culpable no es China sino Japón y Taiwán, y en gran parte Estados Unidos, que son los países que tienen este tipo de fábricas. Europa hace años que perdió el tren de crear fábricas o desarrollar la producción de este tipo de componentes. Nos convertimos en consumidores y dejamos de ser fabricantes. Primero dejamos cerrar las grandes marcas europeas de televisores y electrodomésticos. No mucho tiempo después, cuando éramos líderes en la telefonía móvil, hemos dejado en manos de Asia su fabricación. Seguro que no te acuerdas de que muchos de los modelos de teléfonos de Sony se fabricaban en Zamudio y alrededor de esta fábrica se fue generando un pequeño ecosistema relacionado con el montaje de componentes electrónicos que en la actualidad sobrevive como puede.

Si nos faltan ideas para saber en qué invertir todo ese dinero que dicen que nos va a llover de la Unión Europea, aquí va una propuesta. Pensar que la fabricación de componentes electrónicos, semiconductores o chips es un gran negocio es una realidad, pero es verdad que hacen falta inversiones muy altas, no es como construir una fábrica de ladrillos. Solo Francia, Alemania e Italia tienen un ambicioso plan de inversión en este sector. La Comisión Europea aprobó en 2018 un plan de 1.750 millones para este macro proyecto y el 7 de junio el gigante Bosch inaugura su planta de microchips en Dresde. A partir de ahora se autoabastecerán para fabricar componentes electrónicos para el mercado de la automoción. Nos siguen faltando vocaciones tecnológicas en nuestras universidades, la juventud es mera consumidora de productos de tecnología pero no les gusta ni programar ni emprender en este ámbito. Creo que es hora de dar la vuelta a las ideas que tenemos sobre el futuro y empezar a dirigir un profundo cambio que tiene que venir desde las edades más tempranas. No digo que no nos haga falta gente de Letras, pero quizás las profesiones del futuro más demandadas no van a venir por ese ámbito. Quién sabe, igual dentro de 5 años podemos estar aquí escribiendo cómo fue la inauguración de una fábrica de chips en Euskadi.

@juandelaherran