Desde que el lunes le hicieron emular una prueba de Supervivientes en el plató de Sálvame, colgándola de una barra metálica para ver cuánto tiempo aguantaba (con vestido y tacones y ninguna medida de seguridad), algo que no le hacía ninguna gracia, la semana de Belén Esteban ha sido desastrosa.

Tras aguantar sólo cuatro segundos colgada, cayó y se fracturó la tibia y el peroné, con lo que tuvo que ser evacuada del plató y llevada al hospital. Su principal preocupación era que no quería pasar por el quirófano, y los médicos en un primer momento decidieron que no haría falta operarla, que con una escayola y entre seis y ocho semanas de reposo sería suficiente.

Pero al día siguiente cambiaron de opinión y decidieron que lo mejor era intervenirla, ya que el tiempo de baja sería el mismo y el resultado en principio iba a ser mejor, aunque era lo que quería evitar la Princesa del pueblo. Así, la madrileña ingresó en el hospital el jueves acompañado por su marido Miguel, una compañía más que adecuada ya que es conductor de ambulancias y sabe cómo va el tema. Lo hizo eso sí, tapándose entera con sábanas y mantas sobre la camilla, para evitar que se viera su rostro, después de afirmar Jorge Javier Vázquez que llevaba unos días devastada, muy baja de ánimo.

Los plazos se cumplían, pero este viernes los cirujanos han decidido aplazar la operación. Según un reportero de Sálvame que hacía guardia junto al hospital, el yeso de la escayola le ha producido úlceras y llagas en la piel, y no han querido entrar en el quirófano con riesgos de infección que podrían complicar la cirugía. Ahora Belén Esteban se queda a la espera de que le vayan desapareciendo esos problemas en la piel, y en principio en cuestión de días será intervenida.