Se trata de una visión muy personal de la época en la que Allo vivió en esta ciudad y que más tarde abandonó, pero no del todo. También es autor de Un safari en el jardín (2011), un curioso tratado sobre ecología, y de Vocabulario adrianés (2008), obra de contenido lingüístico publicada por el ayuntamiento de su localidad natal, situada en la navarra Merindad de Estella. Allo también ha centrado su vocación en la investigación de temas relacionados con la historia de su villa natal y con la publicación de artículos en revistas especializadas sobre pueblos de Navarra, principalmente del suyo.

¿Cómo surgió la idea de escribir Pamplona, ida y vuelta

La mañana de Año Nuevo de 2019, paseando por Pamplona, me encontré frente al número veintisiete de la calle Navarrería. Había vivido allí hacía ya cuarenta años, con tan solo dieciocho años recién cumplidos. El portal y la fachada estaban espléndidos, e incluso con mejor aspecto que como los recordaba. "¡Cuánto hemos cambiado!", pensé.

¿Qué cuenta en el libro?

Es un recorrido que empieza en Pamplona en 1978, en plena Transición, con algunas idas y venidas en el tiempo y en el espacio. Va mostrando la transformación de la ciudad y de la sociedad, pero también lo que permanece y lo que la distingue de otras y la hace única y singular. Hablando de Pamplona inevitablemente se habla de Navarra. Al final del libro hay un glosario de nombres en el que aparecen casi trescientos personajes que algo han tenido que ver o que decir sobre Navarra y los navarros, y que de alguna manera aparecen en las páginas del libro, con lo que se muestra una visión amplia y diversa de Navarra en el tiempo.

¿Cómo se documentó?

El libro es un gran ejercicio de introspección, de autocrítica en algunos momentos y de autocomplacencia en otros. Para ello he acudido a multitud de autores, que siendo o no de aquí, a lo largo de la historia, de manera directa o indirecta, han escrito sobre nosotros y sobre nuestra tierra. El título no es transparente, es decir, no te descubre el argumento en una línea, pero lo tuve claro desde el principio. Lo que intenta es sintetizar en sus cuatro palabras la llegada de un joven a Pamplona con toda una vida por delante, la ausencia prolongada y la vuelta después, en plena madurez. La acuarela de portada es obra original del pintor pamplonés Jorge Silva. La editorial me propuso diferentes portadas, pero no me acababan de convencer.

¿Con este libro quiere hacer un pequeño homenaje a Iruña?

Pamplona ha sido un lugar importante en mi vida. Viví allí en un periodo de importantes cambios en la ciudad, en la sociedad y de momentos de transformación personal. Eso sin duda deja huella y hace que mitifiques el momento y el lugar. Pamplona será siempre para mí un lugar al que volver.

¿A qué tipo de público va dirigido?

En Navarra se conservan las tradiciones como en ningún otro lugar del mundo, pero a la vez las vanguardias se abren camino superando ese tufillo tan rancio que a veces desprende lo antiguo. Creo que los unos y los otros podrán verse identificados y reconocerse en este libro.

¿Por qué un lector que no sea de Pamplona debería leerlo?

Pamplona está muy presente en el libro y, desde luego, fue la excusa para escribirlo, pero en él se habla sin parar de Navarra y de los navarros, de nuestras glorias y de nuestras miserias, de nuestra manera de estar en el mundo y afrontar la vida. Cualquiera que quiera aproximarse a Navarra y a los navarros, haya nacido o no aquí, creo que lo puede encontrar interesante.

Este no es el primer libro que edita, ¿es la escritura una de sus pasiones?

No me veo como escritor y me da cierto pudor cuando se refieren a mí en ese sentido, pero me siento a gusto y disfruto con investigaciones históricas sobre temas que han permanecido inéditos y que plasmo en artículos que, hasta ahora, he tenido la suerte de publicar en diferentes revistas especializadas.

¿Autopublicación o editorial?

Editorial, sin duda. Creo que es la única manera de estar seguro de que tu obra tiene algún interés para los demás. Cuando una empresa, una editorial, decide apostar por un proyecto y arriesgar su dinero, es porque cree que el proyecto que le presentas puede merecer la pena. En este caso, estoy encantado de que la editorial navarra Los Papeles del Duende, con Marga Agudo al frente, haya decidido incluir mi libro en su catálogo. Sin embargo, cuando das a leer tu trabajo solo a tu familia o a tus amigos es seguro que no lo van a juzgar con dureza; tenderán a ser benevolentes porque te quieren. Esto te puede llevar a autopublicar tu obra sin pasar por el filtro de auténticos profesionales curtidos ya en este negocio.

¿Existe un horario propicio para escribir o cualquier momento del día es bueno?

Generalmente por la noche, aunque este libro ha sido más matutino, no sé muy bien por qué. Quizás con la edad esté cambiando los hábitos.

¿Sigue algún ritual concreto a la hora de ponerse delante del ordenador?

Ninguno, aunque prefiero que el escritorio y la habitación estén bien ordenados.

¿Qué truco tiene para enfrentarse a una hoja en blanco?

Releo lo anterior una y otra vez hasta encontrar un hilo conductor, una idea que enlace lo ya escrito con lo siguiente. Si esa idea surge, las demás pueden fluir con facilidad, aunque tampoco me obsesiono. Hay muchas veces en que apago el ordenador sin haber escrito una sola palabra o borrando unas cuantas líneas que no me convencen demasiado.

¿Cuál es el mejor consejo que le han dado como escritor?

No me veo como tal. Me falta mucho para convertirme en uno. Más que un consejo necesitaría un curso completo de escritura.

¿Tiene alguna manía a la hora de escribir?

Creo que no tengo manías, más allá de que prefiero tener la mesa ordenada y despejada. Llegado el caso he escrito incluso con el móvil, en situaciones de lo más variopintas, para aprovechar esas ideas que llegan en cualquier momento.

¿Cómo compatibiliza la vida familiar, la social y la escritura?

Ahora que mis hijas son mayores es fácil, pero mientras han sido pequeñas tenía que robarle horas al sueño si quería avanzar en lo que estuviera haciendo. De todas formas, aunque disfruto con ello, escribir nunca ha sido mi prioridad. Tengo otras aficiones que también me dan muchas satisfacciones.

¿Qué eslogan propondría para una campaña estatal de lectura?

Cuando era niño recuerdo que había uno dedicado a la infancia que decía: "Donde hay un tebeo habrá un libro". En mi caso fue verdad. Me leí todos los números de El Jabato, El Capitán Trueno€ No sé si los niños hoy leen tebeos, pero en cualquier caso las campañas de fomento de lectura deberían ir destinadas a ellos. Me consta que en los colegios y en las bibliotecas públicas se esmeran en atraer a la infancia a esta orilla.

¿Qué lugar de Iruña es el que más le gusta y cuál el que menos?

El Casco Viejo. Lo Viejo, como se dice en la ciudad, tiene mucho encanto. Es un espacio cuidado, con vida y ambiente. El entorno del Mesón del Caballo Blanco, el portal de Francia, la Vuelta del Castillo y la entrada a la Ciudadela por la puerta del Socorro me parecen espectaculares. No me gusta, aunque ya es un tópico, la fachada de la catedral, porque me parece que desmerece con el edificio tan soberbio como es la seo de Iruña. Con la plaza del Castillo tengo sentimientos controvertidos. Los que tenemos cierta edad y hemos conocido la anterior no acabamos de encajar el cambio.

Los Sanfermines son la imagen que muchísima gente tiene de Pamplona, pero la ciudad es mucho más que eso...

Una buena parte del mundo no tiene otra imagen de Pamplona y de Navarra que la de San Fermín, pero es una imagen distorsionada. Pamplona se transforma en esas fechas y sorprende con esa vitalidad y esa alegría desbordada que, aunque para ojos ajenos pueda parecer caótica, no lo es en absoluto. En San Fermín cada cosa ocurre en su lugar, en su momento, y con precisión casi suiza. El resto del año Pamplona es una ciudad laboriosa, ordenada, limpia y hasta algo aburrida, aunque también dinámica y a la vanguardia de corrientes y movimientos que solo mucho después llegan a otros lugares. Opino, como opinaba Mario Gaviria, que Pamplona, por su carácter, podría pasar más por una ciudad luterana centroeuropea que por una mediterránea y católica.

Vivió en ella a finales de los años 70 del siglo pasado, ¿qué cambios importantes ha visto con respecto a la ciudad actual?

Muchos y bastante notables. Han pasado más de cuarenta años y no en balde. Aquellos fueron los años de la Transición y en Pamplona se vivieron con mucha intensidad. La agitación política y social era entonces mucho mayor que en otras ciudades en las que he vivido después, y eso, de alguna manera, la hacía singular. Esto, para un joven de 18 años que venía de la placidez y la tranquilidad de un pueblo, suponía un cambio radical. Ahora me da la impresión de que Pamplona se ha globalizado, que se parece más al resto de ciudades. Pero no deja de ser una impresión. No tengo muchos elementos de juicio porque ahora no vivo allí.

Ha comentado en alguna entrevista que la ciudad le tiene fascinado, pero sin embargo, y según comenta, no la visita con frecuencia...

Es que vivo lejos. A Navarra voy menos de lo que me gustaría y, cuando lo hago, casi siempre con prisas y con mil cosas que hacer. La casa familiar está en San Adrián y allí es donde me instalo cuando voy. Tengo el propósito de, en el futuro, acercarme a Pamplona más a menudo, solo por el placer de ir y recorrer sus calles.

Ha investigado y escrito sobre la historia de San Adrián, ¿le tiran sus raíces?

Me tiran y mucho. Es una tierra amable, muy acogedora. Allí está mi familia, los que siguen allí y los que ya se fueron. Allí tengo la cuadrilla, y ya sabes que en esta tierra la cuadrilla es casi como una secta de la que no quieres salir y en la que hay que cumplir con los rituales sagrados del txikiteo y de las cenas de hermandad. He escrito sobre su pequeña historia local que, aunque no está en los anales, no deja de ser importante y es la que nos ha llevado a ser lo que somos.

Es aficionado a la historia y a la arqueología y ha participado, y participa, como voluntario en diversas excavaciones, ¿quizá es una profesión frustrada?

La arqueología es para mí una vocación y, aunque no he tenido la oportunidad de convertirla en una profesión, tengo la suerte de poder excavar como voluntario tanto en Madrid como en Navarra. Excavar es una tarea durísima, horas y horas al sol cavando zanjas y acarreando carretillas de tierra y piedras, o arañando el suelo con una piqueta en posturas inverosímiles. La mayoría de las veces no aparecen piezas espectaculares de las que van a parar a los museos, pero todo lo que se encuentra merece la pena por la información que nos ofrece. La verdad es que me encanta estar allí y poder aprender de los verdaderos profesionales.

Es adrianés de nacimiento y de corazón, pero reside desde hace muchos años en Madrid, ¿qué le llevó hasta allí?

Me llevó el trabajo. Madrid me ofreció una buena oportunidad laboral que no quise desaprovechar, y aunque al principio pensé que sería algo provisional y que volvería a Navarra, me instalé allí feliz y parece que definitivamente.

PERSONAL

Edad: 60 años.

Lugar de nacimiento: San Adrián (Navarra), pero residente en Madrid.

Estado civil: Casado.

Formación: Cursó estudios de Magisterio de educación primaria.

Carrera profesional: Aunque su formación es la de profesor, toda su vida profesional ha transcurrido como técnico en una empresa energética.

EN CORTO

Una virtud: "La puntualidad".

Un defecto: "No saber inglés".

Un vicio: "El café".

Una afición: "La historia y la naturaleza".

Qué valora de la gente: "La autenticidad".

Un libro: "La trilogía de África, de Javier Reverte".

Una película: "La leyenda de la ciudad sin nombre, de Joshua Logan".

Una comida: Las chuletillas de cordero asadas al sarmiento.

Una bebida: El vino de Rioja.

Un lugar para vivir: Pamplona.