Lleida es mucho más que un privilegiado escenario natural donde tienen cabida todo tipo de aventuras, ya sean relacionadas con el deporte, muy del gusto de las personas intrépidas, como para quienes buscan relax y desconexión en medio del silencio del bosque. Así, el patrimonio cultural y artístico de la demarcación invita a conocer el legado de los antepasados, recogido en museos y centros culturales, y plasmado en la arquitectura civil y religiosa.
Explorar el Pirineo y las Tierras de Lleida desde la vertiente cultural lleva a conocer tesoros románicos como las iglesias de La Vall de Boí, declaradas Patrimonio de la Humanidad, o la imponente Seu Vella de Lleida ciudad. Asimismo, son destacados exponentes en este capítulo histórico el poblado ibérico de Els Vilars de Arbeca, en Les Garrigues, y el conjunto rupestre de El Cogul, que también es Patrimonio de la Humanidad.
Un viaje en el tiempo, hasta la Edad Media, conduce a visitar los castillos de la Segarra y del Urgell, como el de Florejacs, el de Les Pallargues o el de Vicfred. Ejemplos monumentales de centros de dominios señoriales, muchos de los cuales se mantuvieron hasta el siglo XIX. Si queda tiempo, merece la pena llegar al pueblo medieval de Guimerà
Por su parte, los museos, de las más variadas temáticas, requieren parada detenida. En Lleida ciudad destaca el nuevo Morera, dedicado al arte moderno y contemporáneo. Ubicado en la capital del Segrià, en su actual sede estrenada el año pasado, exhibe una importante colección de pintura, escultura, arquitectura, dibujo y artes de la estampación, junto a piezas de diseño gráfico y publicitario, fotografía, vídeo y otros medios audiovisuales.
Muy original resulta el Museo de los Vestidos de Papel de Mollerusa, en el Pla d’Urgell, que recoge esta tradición tan arraigada en la ciudad a través de diseños increíbles.
Los hay también dedicados a mostrar la vida de antaño en el mundo rural, en concreto en las comarcas pirenaicas. Véanse en este sentido el Ecomuseu de los Valles de Àneu, situado en Esterri de Àneu, en el Pallars Sobirà, o el Ecomuseo Çò de Joanchiquet, en una casa tradicional aranesa del municipio de Vilamòs, en la Val d’Aran. A un paso de allí, en Unha, el Musèu dera Nhèu da a conocer el modo en que los vecinos de la zona se han adaptado históricamente a las duras condiciones del invierno, con el esquí como telón de fondo.
Paraíso del disfrute
La inmersión cultural en el Pirineo y las Tierras de Lleida se enriquece gracias a la diversidad de espacios naturales que presentan un paraíso para desconectar, respirar aire puro y conectar con el paisaje en el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, los parques naturales del Alt Pirineu y del Cadí Moixeró y los contrastes que ofrecen el Estany d’Ivars i Vila-sana, los secanos de Mas de Melons o la confluencia entre los ríos Segre y Cinca.
A bordo del Tren dels Llacs, que conecta precisamente las Tierras de Lleida con el Pirineo, se obtienen algunas de las mejores vistas del territorio en un convoy histórico ideal cuando se viaja con niños.
Sabor y calidad en el paladar
El viaje a Lleida tiene una cita especialmente tentadora en el capítulo gastronómico. Esta tierra de sabores auténticos, avalados por la calidad, da buena muestra de ello en los mercados a los que llevan su género seleccionado los pequeños productores, y en los restaurantes que elaboran recetas tradicionales como la cassola de tros, los caracoles o la coca de recapte, con productos de proximidad.
El aceite de oliva virgen extra es uno de los productos estrella, amparado por la Denominación de Origen Protegida (D.O.P.) Les Garrigues, la más antigua del Estado, con 50 años de trayectoria. Para degustar sus variedades, nada como tomar parte en las propuestas de Oleoturismo de Lleida. El sabor de la tierra.
El vino con carácter propio es también reconocido por la Denominación de Origen (D.O.) Costers del Segre. La Ruta del Vino de Lleida permite saborear estos caldos en las propias bodegas.
Por su parte, la D.O.P. Pera de Lleida certifica una fruta dulce, fresca y de textura única, símbolo de los campos de frutales y su entorno. Y la D.O.P. del Queso y Mantequilla del Alt Urgell y la Cerdanya aporta una gama de lácteos elaborados a partir de leche de vaca de montaña, con una calidad reconocida a nivel nacional e internacional.
Sin olvidar la Indicación Geográfica Protegida del Turrón de Agramunt, que conserva una tradición centenaria de especial interés para los paladares golosos.
Con todo, el turismo de bienestar en los centros termales o la observación de las estrellas desde el Parque Astronómico del Montsec son igualmente experiencias atractivas en la demarcación. Y para pasar a la acción, la amplia oferta de turismo activo disponible incluye actividades que van del rafting por los ríos Noguera Pallaresa, Noguera Ribagorçana, Segre y Garona; al parapente en Àger o en Organyà; pasando por las rutas a pedales o el senderismo para todos los niveles.