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Historia, arte y turismo en Montauban, otra 'joya' en el sur de Francia

Es una de las ciudades que mejor refleja el encanto de la Francia provincina. Su rosáceo centro histórico la convierte en una imagen singuar, junto a sus animadas calles, museos y mercadillos de antigüedades al aire libre

Historia, arte y turismo en Montauban, otra 'joya' en el sur de FranciaFrancisco Gavilán

“Paris es una fiesta permanente”. Con esta rotundidad expresó Ernest Hemingway su opinión sobre la capital francesa. Pero Napoleón Bonaparte, mucho antes, ya le había bajado un poco los humos a la Ciudad Luz cuando advirtió: “Es importante que el pueblo de Paris no se crea que es la nación”. Y aunque Humphrey Bogart consoló a Ingrid Bergman en el filme Casablanca cuando le recordó: “Siempre nos quedará París”, es importante que cualquier viajero que visite Francia sea consciente de que no sólo la capital francesa alberga los mejores museos, los más atractivos acontecimientos culturales, y los más míticos cabarets y restaurantes. Francia es mucho más que París…

Grandes soportales alrededor de la Plaza Nacional.

Montauban, la ciudad rosada

“¡Yo vivo allí!”, exclamó la guía Lauriane Donzelli –con ese natural orgullo de pertenencia que poseen los franceses– dirigiendo su mano hacia un bello edificio de la Plaza Nacional de Montauban, cuando visito el punto neurálgico de esa provinciana ciudad francesa: una hermosa plaza porticada, con dobles arcadas, y rodeada de un excepcional conjunto arquitectónico de antiguo ladrillo rosáceo. Este estilo, omnipresente en todo el centro de la urbe, lo convierte en una imagen singular. Cuando al atardecer los últimos rayos de sol se intensifican, el color del ladrillo y el azul del cielo ofrecen un espectáculo irrepetible.

Vista de la Plaza Nacional.

Las calles adyacentes a la Plaza Nacional están siempre muy animadas. Gentes que van y vienen y que a menudo se saludan. Es ahí donde el comercio, las boutiques de moda, las cafeterías, los pubs y el placentero olor de las boulangeries te estimulan a tomar algo para seguir descubriendo los encantos provincianos de Montauban.

Una de sus mayores comodidades es que ésta es una ciudad paseable. A un paso de esta zona, se encuentra su imponente catedral de Notre-Dame, y, si es día sábado, no te pierdas el mercado central al aire libre. No sólo descubrirás en él los famosos productos agrícolas locales o tomar sus famosas empanadas y las trufas negras de Quercy, sino que en una de las calles laterales se instala un interesante mercadillo de antigüedades. Entre una ingente cantidad de viejos objetos, libros, postales, uno puede encontrar antiguos elepés de Sylvie Vartan o Johnny Halliday ¡O de la mismísima Edith Piaff! Y si te encandilas ante tanta variedad de cosas, cualquier vendedor te brindará su ayuda: ¿Que c´est que vous cherchez?

Visa aérea de la ciudad de Montauban.

El encanto del ambiente provinciano

Caminando por las calles de esta típica y milenaria ciudad francesa, uno tiene la misma sensación romántica que cuando ve los costumbristas filmes de Jean Luc Godard o Eric Rohmer. Así, que miras curioso las caras de las gentes con la quimérica ilusión de encontrarte de frente con Jean Louis Trigtignant o Francoise Fabian, protagonistas de Mi noche con Maud, esos personajes que parecen fluir de las mismas entrañas de la vida cotidiana francesa. 

Catedral de Notre Dame de Montauban.

Descendiendo por la Rue del Hotel de Ville, me dirijo al Museo Ingres. Uno de los tesoros de Montauban. La colección de obras de este recinto es impresionante: arqueológicas, contemporáneas, cerámicas, escultóricas y muy especialmente, pictóricas, las de J. A. D. Ingres, en las que puso la pureza y la elegancia de su personal estilo. ¡Hasta puede admirarse su famoso violín!

Vista panorámica de la ciudad.

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Pero Montauban es inabarcable. Jardines, cruceros comentados por las tranquilas aguas el río Tarn, festivales de música y danza a lo largo de todo el año. (Es muy conocido su festival “Alors…Chante!”), acontecimientos deportivos (en especial rugby, natación y tenis). Y respecto a su gastronomía, la región ofrece una extensa muestra de su saber y sabor ancestral. Como sus deliciosos bombones de chocolate rellenos de cereza y Armañac o sus quesos y vinos.

Antes de terminar, quiero referirme a los establecimientos hoteleros de la ciudad. Hay una excelente variedad. Pero, especialmente el Abbaye des Capucins, es todo un hallazgo (abbayedescapucins.fr) Una antigua Abadía del siglo XIII transformada en hotel, con todo tipo de confort y comodidades, pero que permite admirar la obra de arte que este edificio fue hace siglos (y sigue siendo). Tiempo y arte de vivir son los conceptos que conjuga Montauban. Finalmente, el taxista que me conduce al aeropuerto de Toulouse para regresar a mi país, me ameniza el viaje con sugerentes canciones, cómo no, ¡francesas!