Los 230 migrantes rescatados en aguas del Mediterráneo por el barco humanitario Ocean Viking desembarcaron ayer en la base naval francesa de Tolón, lo que puso fin a 21 días de tensiones sobre el destino de la nave. Es el tiempo más largo que una embarcación de SOS Méditerranée ha esperado a ser rescatada, afirmó la organización, que resaltó que 20 de los 230 migrantes desembarcados necesitan cuidados intensivos.

El barco atracó en Tolón (sureste), a donde lo dirigieron las autoridades francesas. Los migrantes pasarán una evaluación sanitaria y después serán llevados a un centro de internamiento durante un máximo de veinte días para el estudio de sus casos.

El buque llevaba a 234 personas, 57 de ellas niños, rescatadas de aguas del Mediterráneo entre el 22 y 26 de octubre, pero un helicóptero francés evacuó a cuatro de ellas por problemas médicos serios cuando la nave estaba todavía en alta mar.

Se trata del primer barco de ayuda humanitaria en el Mediterráneo que desembarca en territorio francés, si bien según el derecho internacional debería haber atracado en el puerto más cercano, situado en este caso en las costas italianas.

Máxima tensión

La crisis del Ocean Viking ha generado una “ruptura de confianza” entre Italia y Francia, declaró Laurence Boone, secretaria del Estado encargada de Europa, que recalcó que la postura italiana “ha sido una decisión unilateral que pone vidas en peligro”.

El ministro francés del Interior, Gérald Darmanin, había anunciado la víspera medidas contra Italia, entre ellas reforzar los controles fronterizos con ese país y suspender “con efecto inmediato” el acuerdo de relocalizaciones que se había establecido a nivel europeo para el reparto de los migrantes rescatados por barcos humanitarios. Además, Francia va a organizar “en los próximos días” una reunión con la Comisión Europea y con Alemania para “sacar las consecuencias de la actitud italiana” porque, según insistió el portavoz del Gobierno galo, Olivier Véran, “Francia quiere una respuesta europea”.

La jefa del Gobierno italiano, Giorgia Meloni, calificó ayer la reacción francesa de “agresiva, incomprensible e injustificada” y apostó por una “solución común” para la cuestión migratoria.

La acogida del Ocean Viking tampoco gustó a Marine Le Pen, líder del partido de extrema derecha Agrupación Nacional, que consideró una “muy mala decisión” pues “lanza una señal dramática de laxitud” en cuanto a la inmigración.

“(Macron) Hace creer que se opone a la inmigración masiva ilegal cuando en realidad es su defensor, es su promotor”, declaró Le Pen en la televisión francesa BFMTV.

Por su parte, la directora general de la ONG SOS Méditerranée, Sophie Beau, afirmó ante la prensa que la organización planea volver al mar en unas pocas semanas: “Nada nos hará renunciar al imperativo del rescate marítimo”, declaró.