La nueva primera ministra italiana, la ultraderechista Giorgia Meloni, desgranó ayer su programa de gobierno para los próximos cinco años en un largo discurso ante el Parlamento en el que quiso enviar un mensaje europeísta, aunque no exento críticas a la UE, además de adelantar algunas reformas importantes y renegar del fascismo.

“Nunca he sentido simpatía por regímenes antidemocráticos, incluido el fascista”, dijo Meloni durante la hora y quince minutos que compareció en la Cámara de Diputados. La líder los ultras Hermanos de Italia (FdI) dijo que sabe que hay “curiosidad” sobre la actitud que tendrá el Gobierno hacia la UE, la que “no siempre ha estado preparada”, pero aseguró que no quiere sabotearla “sino hacerla más eficaz en la respuesta a las crisis” con propuestas constructivas.

Interrumpida en numerosas ocasiones por los aplausos de sus diputados, así como por los de la Liga de Matteo Salvini y Forza de Silvio Berlusconi, sus socios en la coalición de derechas que ganó las elecciones, Meloni se reivindicó asegurando que va a cumplir todas las expectativas sobre ella, convirtiéndose en un underdog como se define a quien alcanza el éxito sin ser favorito.

La nueva primera ministra también reiteró que Italia seguirá siendo un socio leal de la OTAN y, citando al “valiente pueblo ucraniano”, confirmó que se respetarán los compromisos internacionales para ayudarlo a “defenderse de la agresión de la Federación Rusa” y del “chantaje de (el presidente ruso, Vladímir) Putin”.

Meloni apuesta por producir gas nacional ante la crisis energética y la dependencia de Rusia. “Nuestros mares tienen yacimientos de gas que tenemos el deber de explotar plenamente”, dijo. Además, aseguró que “nunca limitará las libertades existentes de ciudadanos y empresas”, incluido el derecho al aborto, pero sobre inmigración reveló su intención de “recuperar la propuesta original de la misión naval Sophia” de la UE, que en la tercera fase preveía el bloqueo de las salidas de barcos del norte de África.