Fue durante el mandato de Benedicto XVI, cuando la Iglesia Católica desbarató el dogma del limbo, ese supuesto lugar a donde los niños iban tras morir sin bautizarse. Durante decenios, infierno, purgatorio, paraíso y limbo , centraron la expectativa post mortem de las almas humanas. El miedo a las calderas de Pedro Botero, la recompensa del cielo o la penitencia del purgatorio , impregnaron el imaginario de una sociedades donde lo religioso fue consustancial al entendimiento de la vida humana. La religión entendida como castigo o cono premio, un pensar que convertía al individuo en un ser temeroso de Dios .

Así, el limbo, se constituyó en ese lugar poco definido donde los pobres niños que morían antes de pasar por la pila bautismal para borrar el pecado original, eran almacenados como víctimas inocentes de una situación sobre la que la Iglesia Católica, tan dada a garantizar soluciones absolutas, no había encontrado una posición adecuada e incontestable. El limbo era como un gran paréntesis, un conjunto vacío sin puertas ni ventanas de salida.

La evolución de esta materia fue paulatina en la doctrina católica. En el siglo V, San Agustín decía que los niños muertos sin bautizar iban al infierno y, a partir del siglo XIII, comenzó a hablarse del “limbo” como “ese lugar donde los niños no bautizados estarían privados de la visión de Dios, pero no sufrirían, ya que no lo conocían”.

Tuvo que ser Ratzinger, antiguo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, algo así como el ideólogo de la praxis católica, quien hizo desaparecer el limbo, al considera que “los niños no bautizados que mueren “se salvarán y disfrutarán de la visión de Dios” ya que “la misericordia de Dios es más grande que el pecado”.

Así, de un plumazo, la Iglesia hizo desaparecer el limbo tras ocho siglos de amenaza latente, por el simple hecho de que los infantes recién nacidos no vieran sus cuerpos mojados por el agua purificadora del río Jordán. ¡Qué cosas!. Recuerdo cuando mis mayores hablaban del “limbo” con ese acento de misterio y un poco de angustia que siempre provoca lo desconocido y lo que se teme. Consterna pensar en tantas mujeres (fundamentalmente ellas) atormentadas por, además de la pérdida de un hijo/a –que ya es suficiente sufrimiento– cargar con la culpa de que su alma se viera perdida por no haberla “purificado” previamente con el bautismo.

Pero aquel lugar misterioso y enigmático, según se afirma ahora, ya no existe. ¿Y los miles de niños que muertos anticipadamente fueron recluidos allí por los curas inquisitoriales de varios siglos? ¿Qué será de ellos? ¿Serán, como en Peter Pan, los “niños perdidos”?

Al parecer, según la doctrina en boga en el Vaticano, dichas criaturas terminaron ascendiendo a los cielos, como querubines, para disfrutar eternamente de la presencia del Creador.

Sin embargo, para asombro de propios y extraños, esta pasada semana hemos asistido a un intento mundano de resucitar ese lugar indefinido y etéreo. La jefa vasca del Ministerio Público, es decir la Fiscal jefe del País Vasco, doña Carmen Adán, manifestó el otro día , durante la presentación de la memoria de la fiscalía, que determinados expedientes vinculados con denuncias practicadas por presuntos delitos contra la libertad sexual, habían sido extraviados.

Ante las denuncias aparecidas en los medios de comunicación en relación a un campamento juvenil de verano en la localidad alavesa de Bernedo, según las cuales se habían producido presuntamente, actuaciones lesivas contra la libertad sexual de los menores, la Fiscal Superior del País Vasco, justificó la no puesta en marcha del expediente correspondiente de investigación porque que el atestado elaborado por la Ertzaintza y presentado en el juzgado “se quedó en un limbo y no motivó la incoación de diligencias previas, que es obligada”.

Adán explicitó que “en su día fue remitido el atestado”, incluso una posterior ampliación del mismo, sin que hubiera respuesta del ministerio público. Al parecer, según ella, un error de carácter informático, posibilitó que “el expediente se quedara en el limbo”.

Llama la atención que pese al celo demostrado hasta ahora por la fiscalía en casos vinculados con menores (tutelados o no), se haya producido un vacío como el contemplado con las denuncias al campamento de Bernedo, y los intentos autoexculpatorios del Ministerio Público insinuando que los errores cometidos correspondían a otras instancias -juzgado y Ertzaintza-, lo que viene a demostrar la percepción de que las actuaciones de la fiscalía son “de otro mundo”. De ahí lo del “limbo” y los expedientes desaparecidos.

El caso ha levantado una notable polvareda. Mientras un centenar de padres de niños que asistieron a dichos campamentos apoyan a los monitores y se quejan de la presunta manipulación de los hechos, las denuncias de presuntas víctimas se incrementan. Una incertidumbre si se hubiera hecho lo que tocaba en su caso que era investigar, en lugar de echarse a dormir. Y todo ello mientras la Fiscal Jefe pasa a otros la “patata calienta” sin tener la humildad de admitir que el ministerio público que ella dirige ha estado en este caso “en Belén con pastores”.

¿Habrá muchos más expedientes como estos en el limbo de la fiscalía? La reacción pública de Carmen Adán no tranquiliza. También la consejera andaluza de sanidad dijo en la radio que el número de mujeres afectadas por la demora en los resultados de los cribados de mama era de cuatro, y en dos días ya se hablaba de seis mil las mujeres perjudicadas por la negligencia del servicio andaluz de salud.

Vuelva a la realidad señora fiscal.

La que no sabemos si vive en el limbo, en los mundos de Yupi o en Babia, es la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Sus pronunciamientos, su actitud y hasta su puesta en escena , revelan o un desconocimiento bárbaro de la realidad o una mala fe inusitada en sus habituales discursos y pronunciamientos públicos. La verdad es que escucharla habitualmente sonroja por pudor al más ingenuo.

Si la presidenta madrileña, que se siente acosada por todo el mundo y se planta como víctima de un presunto linchamiento público contra ella, su familia y amigos, dijera que “por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas” estaría expresando , quizá, su mensaje más cercano a la verdad. Pero, ni eso. Ayuso ha hecho de la mentira, del bulo, de la descalificación más burda despreciable, su estrategia política. La manipulación de las palabras pronunciadas por el lehendakari Pradales en el Alderdi eguna (“Ayuso, entzun. Euskadi euskaldun!”), no tienen un pase. Ver la versión televisiva de su delirante interpretación, no hace sino corroborar la sensación de hallarnos ante una dirigente a la que le falta una patata para el kilo. Vamos, que está como un cencerro. Interpretación que se acrecienta cada vez que abre la boca para vincular a cualquier tipo de protesta con la “kale borroka”, identificar a sus opositores políticos con los “batasunis” o los “etarras” de antaño o denostar el euskera como lengua “cateta”. Lo dijo en plena Asamblea de Madrid para calificar a quienes hablan dicha lengua. “¿Saben lo que es cateto? Llamarse Juan y pedir que por favor en el País Vasco te llamen Jon, porque si no te quedas fuera del sistema, del sistema público o te quedas fuera de las subvenciones. Eso es lo que hacen ustedes utilizando las lenguas cooficiales. Cateto es tener un Consejo de Gobierno que habla en español perfecto, pero que luego les exija a los médicos tener que hablar en vasco si quieren atender. Eso sí que es cateto. Cateto es tenerte que llevarte a tus hijos a La Rioja porque el sistema público los abandona y no los escolarizan. Eso es lo más cateto”.

Está claro que Ayuso no es “ahobizi”, ni “belarri prest”. No. Es una ignorante que, como tal, es intrépidamente atrevida. Hasta quedar en evidencia.

Lo más grave de todo no es la actitud falsaria y antidemocrática de su comportamiento (cada cual hace el ridículo como quiere). Lo verdaderamente preocupante es que, pese al evidente dislate permanente en que ha convertido su acción política, haya un importante número de seguidores, partidarios, y medios de comunicación que apoyan y rían sus inverosímiles ocurrencias. Lo realmente alarmante es que un partido como el PP, con vocación de gobierno y , supuestamente , responsabilidad de estado, la considere como aspirante en la sombra a encabezar su alternativa. Lástima de limbo para poder remitirla! A ella y a todos los que la jalean.