Coincidimos mayoritariamente en la percepción de que el final de la vida laboral es también el comienzo de una etapa vital que depara incertidumbres. ¿Qué voy a hacer? ¿A qué me voy a dedicar? ¿Acertaré con una buena ocupación del tiempo? ¿Tendré salud? Por muchos mensajes que recibimos para una adecuada preparación a la vida tras la jubilación, el día a día, la improvisación o el devenir natural de las cosas, son los patrones más generalizados. Los consejos del entorno, las experiencias de quienes nos preceden, el marketing orientado a nuestras edades y esa inteligencia natural que nos ha acompañado a lo largo de la vida son los lazarillos que nos guían en la incertidumbre. No está mal mientras las cosas nos vayan bien. La cuestión es, si después de tantos años de trabajo y de diversión, de ilusiones y desencantos, somos ya suficientemente resilientes para los retos que nos depara esta nueva vida de júbilo y retiro.

No es una cuestión baladí, ni en lo personal ni en lo comunitario. Somos, de facto, parte de una realidad que va creciendo exponencialmente en muchos aspectos. En Euskadi ya somos algo más del 23% las personas mayores de 65 años y es, a todas luces, un fenómeno en pleno crecimiento. Los cuidados sanitarios tanto públicos como privados han contribuido a que la esperanza de vida se sitúe en los 87,4 años, con seis puntos de ventaja para el género femenino. Los hábitos alimenticios, una aceptación creciente de la importancia del ejercicio físico – moderado – , los cuidados médicos y, en general, los avances científicos y técnicos de una sociedad desrrollada están contribuyendo a nuestro bienestar físico y mental en edades cada vez más avanzadas. Por tanto, a pesar de las incertidumbres que nos acechan, también comprobamos que las cosas están mejor que nunca y el futuro tiende a ser incierto, pero creciente.

Por poner algunos ejemplos recientes de lo que parece depararnos ese futuro, cabe citar un tema relacionado con algo que está muy en boga, el desarrollo exponencial de la IA (Inteligencia Artificial) generativa y la repercusión que ya está teniendo en nuestras vidas. En un informe reciente publicado por la corporación Microsoft, Karin Conde-Knape, vicepresidenta senior de Descubrimiento de Fármacos Globales en Novo Nordisk, da fe de que la IA está ayudando a las empresas en general, y a la suya en particular, a generar tratamientos médicos cada vez con más celeridad.

En este mismo sentido de avances científicos que nos afectan directamente, a finales del mes de mayo se acaban de publicar en la revista Nature los resultados de una investigación biomédica sobre el descubrimiento de un marcador bioquímico en las células de la sangre que mide su deterioro a lo largo de la vida, y que podría ser la puerta hacia terapias dirigidas a retrasar el envejecimiento. Se trata de una investigación llevada a cabo en el Centro de Regulación Genómica y en el Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, junto a investigadores de Alemania, Reino Unido y Estados Unidos. Un estudio que aporta una nueva forma de estudiar el envejecimiento y desarrollar tratamientos que eliminen selectivamente las células potencialmente nocivas, abriendo así camino para otras investigaciones en múltiples ámbitos de la biomedicina relacionada con el envejecimiento y la manera de retardarlo.

Atendiendo a la filosofía y actitud reflexiva de la Asociación Helduak Adi! sobre estas nuevas realidades que nos incumben, nos ha parecido pertinente hacernos una pregunta que viene a reflejar una evidencia oximorónica: ¿podemos seguir creciendo a pesar del inexorable paso del tiempo y el inevitable decrecimiento vital? Éste va a ser el motivo central del curso que planteamos este año para los días 18, 19 y 20 de junio en el Palacio Miramar de Donostia - San Sebastián, dirigido por Xabier Agirre y Elixabet Arrieta, en el marco de los Cursos de Verano de la EHU: ¿cómo crecer, decreciendo? ¿Qué podemos y debemos hacer para que seamos capaces de afrontar esta etapa de la vida que cada vez se prolonga más, en términos de vida plena, tanto en los aspectos físicos como espirituales? ¿Es posible seguir creciendo a pesar del inevitable envejecimiento y declive biológico?

Enfrentar el envejecimiento con una perspectiva positiva y constructiva es una de las claves para alcanzar una vida plena también en esta etapa. Aunque el envejecimiento biológico es inevitable y conlleva una disminución de la vitalidad corporal y el aumento de la vulnerabilidad, es fundamental comprender que esto no puede derivar por dejadez en una pérdida de calidad de vida. Al contrario, también esta etapa vital nos ofrece oportunidades para el crecimiento personal y el desarrollo de nuevas capacidades. Por eso es pertinente el planteamiento que abordamos en nuestro curso de verano: cómo seguir creciendo, decreciendo. Cómo satisfacer las necesidades básicas personales y sociales y seguir aspirando a una vida plena, tratando de desarrollar al máximo posible las capacidades personales, partiendo de la situación particular y las limitaciones de cada cual, y aprovechando al máximo las oportunidades que nos brindan las condiciones y recursos del contexto.

En la primera jornada del curso, el día 18, afrontaremos temas relacionados con el proceso del envejecimiento biológico y las consecuentes necesidades de atención y cuidados, tanto en medios personales como materiales, para hacer frente a la afección que todo el proceso tiene para nosotros mismos y para nuestro entorno familiar y social. La directora del Hospital Santa Marina, Pilar Sorando Martínez nos planteará la pregunta básica: ¿por qué envejecemos? Por su parte, Joseba Zalakain, director de SIIS, Centro de Documentación y Estudios, hablará de los cambios que se preven y ya se están produciendo con relación al actual modelo de cuidados, y, finalmente, Mariaje Goikoetxea Iturregi, doctora de la Universidad de Deusto, reflexionará sobre la necesidad de cerrar bien la vida, tratando dos temás médicos de indudable interés social: los cuidados paliativos y la eutanasia.

Sobre las claves del crecimiento en la vejez y la pregunta de si realmente se pueden compaginar crecimiento y vejez, nos hablará desde su reflexión personal Jesus Mari Mujika, miembro de Helduak Adi, en la jornada del día 19, y debatirán con él, en formato de mesa redonda, Xabier Garagorri y Joxe Arregi. El curso se cerrará el día 20 con una conferencia de Ignacio Villagrán Teresa, de la Asociación Nagusilan, sobre el impulso de la participación mediante el voluntariado y un debate abierto que mantendrán el propio Iñaki y un representante de la Asociación Hartu Emanak, con Santos Sarasola Zelaya, de Helduak ADI, sobre las reflexiones y pasos que se están dando hacia la creación de un Instituto de las Personas Mayores en Euskadi.

Hay estudios en los que se estima que, entre los factores que inciden en el envejecimiento cognitivo, el 25% está ligado al deterioro biológico y el 75% está relacionado con factores psicológicos y ambientales. Los porcentajes variarán en cada caso, en cada persona, pero en todos los casos, en mayor o menor grado, mucho depende de la interacción del sujeto con el medio. De forma que los factores biológicos condicionan, pero los psicológicos y ambientales acaban siendo más determinantes. Hay muchas variables en juego en el reto que se plantea de seguir creciendo, de seguir aspirando hacia una vida plena en la vejez, asumiendo el decrecimiento y las limitaciones propias de la edad. Una de las cuestiones clave para gestionar este proceso es la forma de entender lo que se consideran necesidades básicas para la vida. Los ámbitos de las necesidades y de los servicios que se contemplan desde los distintos modelos de Estado de bienestar, desde distintas propuestas que desarrollan el paradigma del envejecimiento activo y saludable, y desde los índices de Envejecimiento Activo de la Unión Europea y de Desarrollo Humano de la Naciones Unidas, se centran de forma prioritaria y casi exclusiva en las necesidades de supervivencia (necesidades económicas, salud, educación, seguridad y protección).

Desde el enfoque de “vida plena” que planteamos como alternativa desde la Asociación que presido, se entiende que las necesidades básicas no se limitan a las necesidades de supervivencia, sino que se incluyen todas aquellas cuya ausencia provoca un daño grave y sostenido y cuya presencia posibilita el desarrollo de la vida plena de las personas mayores y del conjunto de la sociedad. Las necesidades que desde el enfoque de vida plena consideramos básicas abarcan todos estos campos: necesidades fisiológicas, motrices y de salud; necesidades de libertad, seguridad y protección; necesidades de conocimiento, cuidado de la naturaleza y uso de tecnología; necesidades afectivas, sociales y comunitarias; necesidades lúdicas, estéticas y artísticas; necesidad de dar sentido a la vida. Es éste el enfoque desde el que hemos planteado este año nuestro curso de verano y que queremos compartir contigo, por lo que te invitamos a participar en esta reflexión colectiva sobre vejez y crecimiento personal, sobre la manera de crecer decreciendo.

Presidente de la Asociación Helduak Adi!