SI se fijan ustedes en el balcón del edificio sito en el N 11 de la Av Marceau en París, verán junto a la ikurriña, la bandera gallega. Es una composición que hemos hecho el Profesor Xosé Estévez y yo publicando un librito autoeditado con el homenaje al primer presidente gallego Alfonso R. Castelao del exilio republicano, el gallego, catalán y vasco en 1950 cuando falleció el primer presidente de Galiza.
Don Manuel de Irujo me entregó una carpeta con las intervenciones que se hicieron en el salón principal de la Delegación Vasca donde hablaron todas las personalidades perseguidas y exiliadas de aquellos años, siendo anfitrión del acto el lehendakari Aguirre. Y fue Irujo, gran amigo de Castelao, quien organizó aquel homenaje en ese estuche fantástico que es la Delegación vasca en París donde el año anterior se había creado el Consejo Federal del Estado español del Movimiento Europeo y un año antes había entrado la DC alemana de Adenauer en los Nuevos Equipos Internacionales.
Xosé Estévez y yo no sabíamos que estábamos tan cerca de que se produjera la gran noticia de la devolución del edificio a su legítimo propietario, el EAJ-PNV, cuando a mediados del año pasado decidimos auto-editar estos discursos y elegimos la fotografía de la Delegación para darle valor a una gran edificación tan cargada de buena historia. En breve presentaremos el libro. Este año 2025 ha sido proclamado “Año Castelao”.
Los Landaburu
El 24 de diciembre del año pasado, día en el que el Consejo de ministros acordaba devolver el edificio de la Av. Marceau a su legítimo propietario, Gorka Landaburu me llamó emocionado y me dijo: “Ya he comprado el vino preferido de aita. Marqués de Riscal. Lo abriré esta noche para celebrar la devolución de Alma Marceau”. Y es que Javier de Landaburu, diputado del PNV en el Congreso en 1933, e impulsor a tiempo completo de la Liga Internacional de Amigos de los Vascos, vivió todo aquello apasionadamente. Los Landaburu son una familia siempre cercana. Su mujer Konstan Illarramendi, amiga de mi ama de muy jóvenes en Zarautz, a su hijo Jon le conocí en 1983 en Bogotá en el viaje con el lehendakari Garaikoetxea, su hijo Xabier RR.PP. del Arriaga, su hija Itziar, suegra de mi sobrina Libe, su hijo menor Eneko parlamentario vasco en la primera legislatura en 1980. Todavía recuerdo como si estuviéramos en una película, él y yo, sentados en el suelo de mármol, recostados contra la pared esperando en el Palacio de la Diputación de Bizkaia y charlando tras la entrada de los obreros de Nervacero donde allí nos tuvieron encerrados. Su hijo Gorka, en decenas de encuentros y con Ander Landaburu, ahijado de Irujo cambiándole el sitio para que volviera del exilio en el avión con Don Manuel en marzo de 1977. Y algo más. Había dejado Cambio 16 y El País, estaba jubilado, y le preocupaba el vacío de conocimientos de todo lo que él había vivido familiarmente tan de cerca y con tanta gente buena. Nos parecía que se aspiraba, desde la indiferencia a privar a toda una generación de las herramientas intelectuales que nos permitan acceder al conocimiento de lo que somos y de dónde venimos y a sustituir las fuentes de ese conocimiento por un caudal de informaciones banales y descontextualizadas y, en eso, los distintos departamentos de Cultura no han hecho nada sistemático para una necesaria pedagogía de una historia silenciada. Se han hecho cosas, pero esta no ha sido una prioridad. Y vamos por el mismo camino. Por ejemplo, no es comprensible que no se haya apostado por una película narrando aquella dura aventura del Lehendakari Agirre huyendo vía Berlín. Es incomprensible.
El caso es que decidimos escribir una historia novelada ya que entre aquel exilio, la entrada de los alemanes en París, la Gestapo, el policía Urraca persiguiendo republicanos y nacionalistas, el lehendakari metiéndose en la boca del lobo nazi, vía Berlín, el consejero Juan Gracia falleciendo tras huir andando de la capital francesa con su esposa y el continuo espionaje, los nazis y los colaboracionistas allí había más de un relato que si los hubiera conocido Steven Spielberg hubiera hecho mínimo tres películas.
Desgraciadamente Ander falleció en 2022 pero conservo el minucioso relato de su aita, que me dio Don Manuel, sobre la recuperación del 11 de la Av. Marceau en 1944 y que es todo un guión. Estas semanas hablando todo quisqui en Madrid “del Palacete regalado al PNV” por Pedro Sánchez me revolvía por el grado de desconocimiento de toda estos hechos y de como de repente, si pones un acontecimiento clave de ésta envergadura en relación con lo que ellos creen es la ruptura de la “unidad de España” lo desconocido se convierte en viral. ¡Qué país Mikelarena!
Diario de la recuperación
El informe escrito por Javier Landaburu va del 18 de agosto al 19 de septiembre de 1944. Por razones de espacio solo puedo publicar lo hecho en una semana. Escribía así Landaburu:
“El senador Pezet nos dice, ante nuestra petición, que lo que ocupa la atención de ese Consejo de la Resistencia es que tiene otras preocupaciones más graves. Que estemos quietos. Hablamos de otras cosas que ya no son del caso. Comentamos la situación de la calle donde ya empiezan a ser colocados pasquines de insurrección y quedamos con Pezet en comer juntos al día siguiente, si las circunstancias lo permiten.
19 Agosto. Y... no lo permitieron. Íbamos don José Luis, Agustín Alberro y yo camino de casa de don Ernesto cuando en la Concordia se organiza la más suculenta ensalada de tiros. Imposible pasar. Atravesamos los puentes y nos dirigimos hacia los Inválidos. Inútil. El centro de París en plena batalla. Nos dicen que la Prefectura y el Hotel de Ville están en manos de la Resistencia. Y anuncian el couvre-feu para las dos de la tarde. Media vuelta y hacia Passy. En este barrio burgués y sin alma solo oímos, de muy lejos, la artillería y los fusiles.
20 Agosto. A misa comme il se doit. En el Baratín todavía pululan los S.S. Después de comer llega la noticia de un armisticio entre el gobernador alemán de París y las Fuerzas del Interior. Avanzamos sobre París para ver lo que pasa. Estamos mucho moscas. Acaba de haber una alarma y el tiro de D.C.A. con que se responde a los aviones aliados que cruzan el cielo sin bombardear nos hace suponer que el tal armisticio no es cosa seria. Al llegar al Trocadero, junto a la puerta del Palais Chaillot vemos colocada una bandera francesa sobre la verja. No acabamos de mirarla cuando se acerca un coche alemán y en él se levanta un oficial que con una mitrailette ametralla la tricolor. Pies en polvorosa. Tiros del lado del Majestic. Desorientación. Vuelta a Passy.
21 Agosto. A las nueve de la mañana se me presentan en casa Hernández y Neira, dos vitorianos del Consejo de la Unión Nacional. Me dicen que hay que tomar la Delegación. Pongo reparos en vista de lo acordado con Pezet. Insisten: los italianos, los checos, los húngaros, han tomado sus Legaciones, sus periódicos. Llega Elena. Viene de parte de Muley a decirme que la Delegación está tomada desde ayer y que a las 11,30 nos harán entrega del edificio. Ya no hay dudas ni escrúpulos de cortesía. A las once bajamos la Avenue Wilson (a) Philippe Henriot (por pocos días) el tío Ustin, su retoño ainé, Kaxkabara, Lekeitiokua y yo, camino de Marceau por primera vez en cuatro años. En la esquina nos esperan Hernández, Neira y Muley padre e hijo. En la casa, un cuerpo de guardia, los F.F.I. españoles encuadrados en la Resistencia francesa que han tomado el inmueble sin encontrar resistencia por parte del conserje que era el único que en aquél se encontraba. En el que fue despacho del Consejero Gonzalo Nardiz el jefe de la guardia, jefe que ha sustituido al jefe de los guerrilleros españoles muerto la víspera en la Concorde entrega las llaves a Hernández y este me las pasa a mí, en nombre de la U.N.E. El minuto es sencillo pero a todos nos pica la nariz y nos cosquillean los conductos lagrimales. Todos juntos visitamos la casa. Presidencia, Vicepresidencia y Secretaría, cerradas. En el segundo piso se redacta y se firma un acta. Se hace constar que U.N.E. entrega el inmueble a sus legítimos propietarios. Hacemos constar nuestro agradecimiento. Nos piden que les cedamos unos despachos provisionalmente, mientras ellos buscan una casa. Accedemos como es natural. Firman el acta: Hernández, Neira y Muley por la U.N.E. Yo como delegado del lendakari Aguirre y Agustín Alberro a nombre de Eliodoro de la Torre. Y nos vamos a comer. Por la tarde, forzamos las puertas de los despachos del primero. Dos retratos del caudillo pasan a mejor vida un poco descortésmente por mi parte y por la del tío Ustin y los sustituimos por la ikurriña –que hemos encontrado en un armario– y por el busto del lehendakari que Benito Cabredogoitia ha encontrado en la cava.
Sorpresa dramática
Y, ahora, sorpresa dramática, Agustín, por la mañana, ha encontrado unos papeles sobre una mesa y me ha hecho una seña dudosa. El papel o los papeles esos son la copia de una sentencia del Tribunal del Sena que atribuye todos los bienes de Finances et Entreprises al Estado español. Sentencia monstruosa, del más puro tipo totalitario. Resulta que esta casa que hemos recuperado es legalmente propiedad de Franco. Hay, pues, motivo para esperar una ofensiva. Los de U.N.E. quieren ir a asaltar el Consulado y la Embajada. Les hacemos desistir. No hay que crear dificultades al Gobierno francés. Seamos correctos.
En París sigue la batalla. Dicen que los americanos se acercan. Dicen también que los de la Resistencia se han adelantado. Salen los primeros periódicos y hablan de la escasez de armas. Esto se pone feo. Los alemanes se pasean por París en tanques y en camiones.
22 y 23 Agosto. Continúa la batalla con suerte diversa. Nosotros, clavados en los sillones del despacho del lehendakari y de Vicepresidencia. En Secretaría, Kaxkabara gobierna las fuerzas de choque: los dos Luis Maris, Benito el carpintero, José Urbieta, etc. Para legalizar la ocupación del inmueble damos cuenta de ella a los jefes de la Resistencia del quartier que nos ofrecen toda su ayuda. Empiezan a llegarnos algunos visitantes tímidamente.
24 Agosto. Mr. Lucy, de la Prefectura, viene a visitarnos y a informarse de lo ocurrido. Nos pregunta si pensamos asaltar el Consulado y la Embajada. Respondemos siempre por la frase heroica de que no queremos crear dificultades al Gobierno francés; que nos hemos limitado a recuperar lo “nuestro”. El hombre acaba por confesar que viene enviado por la propia Embajada para conocer nuestros proyectos. Luego ha resultado que el tal Lucy ya no es policía, aunque sigue siendo amigo del policía Urraca. En la casa vamos encontrando todos nuestros archivos del año 1940 salvo, desgraciadamente, lo que costó la vida a Luis de Alaba (G.b.) y algunas otras cosas que echamos de menos. También hemos atrapado todos los archivos del Comité de Recuperación y los que este arrampló de la Jare y del Seré.
Sigue la batalla en París. Hay incendios. En el XVI, nada. En un asco. Al fin, por la noche anuncia la radio la llegada de los primeros carros de Leclerc. Uno de los primeros en llegar al Hotel de Ville se llama Guernica. El primer sargento mayor llegado a París es José Luis Porset. La nochecita es de aupa. La noche más dramática de toda una vida. Los alemanes siguen resistiendo y aun contraatacando. Los Tigres se siguen paseando por París. Y disparan. Vaya si disparan.
25 Agosto. Por la mañana, en la Dele. La policía nos pide amablemente, de parte del prefecto, que le digamos qué títulos tenemos para ocupar la casa. El comisario, muy amable, a quien visitan Ustin y Kaxka dice que él ya nos conoce desde 1937 y que él responde de nosotros. Preparamos notas explicativas ignorando la sentencia”.
¿A que todo esto es de película?