Hace ya un tiempo que no pesco. La última vez que acudí a un río y lancé mis aparejos para tratar de echar a tierra un salmón o unos reos fue en el año 17. Una semana después de aquel magnífico recuerdo a orillas del Cares, me pescó un proceso bacteriológico que casi me lleva a echar las redes en el lago Tiberíades junto a San Pedro. Desde entonces, solo echo la caña en sueños. Mis “colegas” de afición han seguido intentándolo. Unas veces con mejor fortuna y otras con “cero capturas”. Pero siempre disfrutando de buenos momentos en una rebosante naturaleza, gozando de la buena compañía y de una tertulia ante un plato de fabes y una botella de sidra.
En todo este tiempo de mi inactividad me cuentan que el número de peces que se ven en los cauces de los ríos ha descendido notablemente. Que para contemplar un salmón “bañarse” en una “postura” hay que tener muchísima fortuna. Y que las truchas y los reos escasean en las transparentes aguas de toda la vertiente cantábrica. Parece como si la actividad de la pesca deportiva se estuviera acabando.
Detrás de esta situación siempre está la actividad humana. Años de capturas masivas fuera de los estuarios de agua dulce, contaminación no revertida, incremento de licencias, cambio climático, repoblaciones escasas o fallidas, furtivismo…Todo ha influido en este declive imparable. Pescar se está poniendo imposible y a ello acompañan las múltiples iniciativas públicas que en lugar de vedar temporalmente determinados cauces, buscando una regeneración de la población piscícola, normativizan un galimatías de órdenes reglamentarias que apabullan a quien pretenda pescar bajo el paraguas de la legalidad vigente.
Por si esto fuera poco, para complicarlo aún más en nuestro ámbito geográfico, ha aparecido la Armada. Sí, los militares de la marina, cuya comandancia guipuzcoana se ha propuesto resucitar a Francisco Franco -sí como lo oyen- en una normativa dictada en 1959 .
La Ayudantía Naval del Bidasoa, dependiente de la Armada del Ejército español y el ministerio de Defensa, ha desempolvado un viejo convenio firmado entre España y Francia el 14 de julio de 1959, en el que se regulaba la pesca en la desembocadura del río Bidasoa y la bahía de Higer. Ahora, la Ayudantía de la Armada reivindica el control de su aplicación tal y como se estableció entonces en un documento firmado, ni más ni menos, que por Francisco Franco y Charles de Gaulle.
El organismo militar ha iniciado una campaña de advertencia entre los aficionados a la pesca de Gipuzkoa para señalarles que en los últimos diez kilómetros del río Bidasoa -desde Endarlaza hasta su desembocadura en la bahía de Higer- sólo están autorizados para practicar la pesca los vecinos de Hondarribia, Irun Biriatu y Hendaia.
En ese tramo fluvial, la licencia de pesca expedida por las instituciones vascas se ha convertido en papel mojado ya que, según la comandancia de marina , el derecho de pesca “se acreditará por una tarjeta expedida por los Comandantes de las Estaciones Navales -Ayudantía Naval del Bidasoa- tras presentación del Documento Nacional de Identidad y el certificado de empadronamiento”.
El convenio franco-español de 1959 ahora rescatado en un gesto extemporáneo y ridículo, fue actualizado en una cumbre entre los dos gobiernos -Comisión internacional de los Pirineos- en el año 2004 modificando algunos de los artículos originales de la trasnochada normativa. En concreto, se concretó la prohibición total de la pesca nocturna y se actualizaron las cuantías de las multas a imponer a los infractores de esta “internacional” regulación , oscilando los castigos entre los 40 y los 1000 euros.
Desconozco si a De Gaulle le gustaba o no pescar. Al otro firmante del protocolo del Bidasoa le “encantaba” todo aquello que tuviera que ver con la caza o la pesca. En ambas modalidades, “patascortas” era “sobrenatural”. El “caudillo” llegó a posar en una foto tras una cacería en Santa Cruz de Mudela con cuatro mil seiscientas una perdices abatidas en una jornada. Y en la pesca, el dictador tampoco se quedaba corto. Entre sus hazañas piscícolas destacaban las ballena y cachalotes capturados desde el yate Azor (dos al año), siendo recordados aún por nuestra gente el depósito de un cetáceo en Donostia y otro en Bermeo en 1963-. Además, se hicieron famosas las escabechinas de salmones que “atrapaba” Franco en sus incursiones por los ríos Sella y Narcea a donde se trasladaba con un séquito de cinco automóviles Cadillac y varios autobuses ocupados por guardias civiles.
Las historias que cuentan los ribereños de aquellas pesquerías no hablan de submarinistas que engancharan peces en los anzuelos, pero el “acierto” del “generalísimo” para con los salmónidos nada tenía que ver con su destreza sino con la maestría de los “gancheros” que le acompañaban y con el hecho de que cada vez que el sátrapa de El Pardo anunciaba su intención de pescar, la guardería cerraba las presas y los peces se acumulaban masivamente en el remonte del río quedando a merced de cualquier pescador.
Los que han salido de pesca y han ocupado el espacio con señuelos de todo tipo han sido los representantes de EH Bildu. En el más puro estilo populista de Pello Otxandiano, han puesto en escena un nuevo capítulo de “tendemos la mano”, la serie de suspense táctico que lleva en antena desde la pasada campaña electoral autonómica.
Tras unos meses de impasse, la mesa política de EH Bildu ha retomado su guion en búsqueda de la contradicción permanente de la mayoría gobernante en Euskadi. Así, Otxandiano, volvía a su papel de opositor “moderado” que tendía su mano para un acuerdo presupuestario global en el conjunto de las instituciones vascas . La propuesta, hecha de forma genérica en un pleno parlamentario de control al gobierno de Imanol Pradales, tuvo su ampliación en una carta posterior remitida por EH Bildu a los dos partidos políticos conformantes de los gobiernos de coalición existentes en la Comunidad Autónoma Vasca.
El ofrecimiento dejaba de ser inocente en tanto en cuanto EH Bildu lo orientaba “para cambiar el rumbo de las políticas públicas de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa”. O, en palabras de Iker Casanova, “dar un giro de 180 grados a la acciones institucional porque el actual modelo está agotado”. El presunto acuerdo no era sino la arrogante intención del partido opositor de protagonizar el arranque político haciendo una enmienda a la totalidad a la acción de gobierno de nacionalistas y socialistas.
EH Bildu se había propuesto “pescar”, pero por “arrastre”. Su “buena voluntad” le llevaba a hacer una propuesta de negociación global, rompiendo el procedimiento lógico y natural de analizar las cuentas y los proyectos en cada ámbito institucional. “Global”, porque “somos un solo país” y ganar visión de país, de conjunto”. Lo importante, una vez más, era el envoltorio, no el contenido. Porque las materias incluidas en la supuesta agenda de negociación, aún siendo coincidentes en el ámbito de la preocupación pública, nacían desenfocadas desde un punto de vista de la realidad económica institucional.
El Lehendakari Pradales lo dejó claro; para pretender hacer frente a las intenciones expresadas por EH Bildu serían necesarios 1500 millones de euros más que los presupuestos existentes. ¿Propuesta realista o tacticismo de libro?
Pero, además, el supuesto “acuerdo global” venía condicionado por otro aspecto nada desdeñable; el requisito exigido de acordar una con ellos una reforma fiscal “a la europea” y no haciendo seguidismo de la política tributaria “madrileña de Ayuso”. Es decir, pacto presupuestario y pacto fiscal en una única balanza económica que rompiera con el modelo existente.
Negarse a negociar con quien, supuestamente ofrece su “sincera voluntad” de colaboración puede resultar difícil de entender. Pero cuando existen dudas razonables de la voluntad última de una propuesta, lo que debe hacerse es someter la misma a “la prueba del algodón”. Es decir, ver si esa “supuesta voluntad de acuerdo” se compadece con la posición que EH Bildu manifieste a cada presupuesto presentado, tanto por el Gobierno vasco como por las Diputaciones forales. Que en cada ámbito hagan públicas sus alternativas y sus intenciones. Así y así y solo así podremos determinar si la “voluntad de acuerdo” es simple palabrería o decisión verdadera. Si lo que se pretende es arrimar el hombro o pescar relevancia social . Pesca por arrastre. Cetáceos, salmónidos y todo lo que se cruce por delante. l
Miembro del Euzkadi Buru Batzar del PNV