La salud es un bien personal que todos esperamos disponer durante mucho tiempo. Casi siempre entendemos mejor su significado cuando nos falta. Es también un bien colectivo del que siempre esperamos más a través de mejores profesionales, más servicios, medicamentos muy eficaces y nuevas tecnologías. Los sistemas asistenciales públicos y privados son los que dan respuesta a las distintas dimensiones de la macrosalud para los diferentes colectivos de edad y dolencias, siendo los países y sus gobiernos los agentes diseñadores y gestores de los servicios públicos. Estos se complementan con los servicios privados y los seguros de salud que operan en un mercado abierto. Los sistemas públicos de salud son muy importantes en la valoración de los gobiernos por la sociedad, y por ello son defendidos y atacados por los diferentes grupos políticos dentro de su confrontación habitual.

Un sistema de salud se evalúa y comparapor los servicios disponibles, sus costes, las dimensiones y ubicación de las organizaciones específicas, la universalidad de acceso, las listas de espera, las categorías profesionales de los especialistas, la distribución geográfica, los canales de acceso y servicio. Todo ello -la macrosalud- es una estructura muy compleja de miles de personas y millones de euros en inversiones, instalaciones y gastos. Pero en la relación directa del sistema con cada persona hay otro ingrediente fundamental de su calidad que es el lado humano de la salud, ese al que nos referimos aquí. Los sistemas de salud han evolucionado mucho en los últimos 50 años y con un alto desarrollo de las distintas especialidades médicas para la resolución de problemas complejos y agudos, con la extensión posterior de una extensa red de filtrado y de asistencia primaria.

El nacimiento y evolución de los sistemas de salud ha estado fundamentado en el aumento del conocimiento sobre la fisiología humana y se ha organizado alrededor de las muchas especialidades con sus profesionales, técnicas y tratamientos específicos. Una vez que esto se ha desarrollado suficientemente es momento de desconcentrar el conocimiento para ponerlo más cerca de las personas y con ello activar de forma intensiva la prevención en busca de reducir los costes a la vez que mejora de la microsalud. Los sistemas vigentes son sistemas preparados para actuar reparando lo que ocurre -la enfermedad- pero no son constructores activos de salud. Pasar de sistemas de enfermedad a sistemas de salud requiere una nueva visión de las estructuras, una nueva distribución de profesionales, una mayor hibridación de conocimientos y su acopio más cerca del territorio y de las personas. En definitiva, necesitamos activar el lado humano de la salud en una nueva etapa evolutiva y renovada de los sistemas de salud.

Hablar del lado humano supone considerar que hay otros lados en el amplio espacio del diseño y despliegue de las políticas de salud. Qué lado manda, es una pregunta con muchas respuestas, ya que las situaciones cambian y no es lo mismo una época de una gran afección colectiva -como fue la pandemia- que una etapa de estabilidad con una evolución demográfica de profundo calado y una evolución tecnológica de alto impacto. La salud se articula entre seis fachadas como un cubo de Rubik en el que se entremezclan los siguientes aspectos entre sí.

-Lo social, que afecta a las prestaciones y condiciones personales de acceso y participación en los servicios de salud, afectado por los cambios demográficos y la distribución territorial de los servicios.

-Lo económico, comprendiendo el manejo de los recursos materiales que incluyen la financiación de infraestructuras, equipamientos y los gastos corrientes de la prestación de los servicios, costes laborales y medicamentos.

-Lo tecnológico, con su avance imparable en temas como la medicina personalizada, las industrias farmacológicas, las tecnologías digitales.

-Lo profesional, relacionado con la capacitación de los profesionales de la salud, con sus tiempos y modalidades de trabajo, con las nuevas competencias de comunicación interpersonal y con la incorporación de otras disciplinas como la bioingeniería, la sociología y las tecnologías de datos, información y conocimiento digitales (TDIC),

-Lo organizativo, -con gran impacto global- ya que representa el canal de aproximación a los servicios, y sobretodo la carga de talento o conocimiento aplicado que depositamos junto al paciente en cada una de las unidades territoriales de prevención, anticipación, cuidado y recuperación que desempeñan los servicios de salud.

El lado humano, que está siempre impactado por todas las soluciones aplicadas a los aspectos anteriores, es sin duda el aspecto más abandonado al diseñar los anteriores aspectos macro de la salud. Las grandes decisiones en lo económico, lo tecnológico, lo organizativo e incluso en lo profesional ignoran o marginan este condicionante en el diseño de los servicios y de las estructuras profesionales de soporte. Los aspectos que conciernen al lado humano de la salud son:

-la confianza del paciente respecto al sistema y a los profesionales de atención, que supone la percepción de que con su conocimiento el proceso que se diseña para él es personal y tendrá un recorrido positivo en la mitigación e incluso extinción de su dolencia. No sentirse ni ser un número más dentro de una lista o secuencia estructurada de protocolos sanitarios

-la cercanía en esa relación fruto del conocimiento mutuo y un diálogo clarificador entre paciente y profesional de referencia. Esto requiere de una estabilidad territorial de los profesionales que atienden a cada paciente, ganado en conocimiento de la evolución a lo largo del tiempo en su dolencia o proceso preventivo. No experimentar que la consulta es una transcripción de datos del profesional al ordenador, eludiendo con ello el contacto visual e impidiendo una conversación enriquecedora de conocimiento mutuo.

-la seguridad de contar con un entorno familiar, comunitario y profesional con los recursos y disponibilidades de atención y socialización, ante distintos episodios posibles en su proceso de recuperación o perdida de salud. El proceso de salud centrado en la persona es muy distinto que el centrado en la especialidad, porque requiere una visión multiprofesional y multiinstitucional que no existe.

-la disponibilidad de un contexto vivencial cotidiano -según cada caso y asunto de salud- donde su estilo de vida no se vea restringido por reglas nuevas o pautas colectivas de una institucionalización rigurosa, y donde se le posibilite ejercer una vida social participativa a su nivel de su autonomía, capacidad e intereses.

-el uso de las técnicas adecuadas para el alejamiento del sufrimiento físico y mental como estado permanente de vivencia sin alternativas y expectativas de resolución o mitigación en un horizonte razonable de tiempo, según el estado anímico y el proyecto vital que le concierne.

Como vemos este último aspecto -el lado humano- es tan condicionante del diseño de los anteriores como lo queramos entender y aplicar. Sin duda avanzaremos cuando los sistemas de salud sepan incorporar todas las ventajas que ofrece la tecnología y las competencias profesionales logradas en la dirección de los diseños organizativos y de gestión orientados al lado humano de la salud. Lo activaremos cuando entendamos que este es una parte fundamental del progreso en la dotación práctica de los derechos de las personas. Hemos avanzado en la generación de conocimiento médico y biotecnología, es el momento de distribuir este saber aplicado cerca de los orígenes de los problemas, las personas y su entorno vivencial. Solo así construiremos la nueva generación de potentes sistemas de salud, superando a los vigentes sistemas de enfermedad, y bajando al terreno social distribuido con equipos multidisciplinares, los importantes conocimientos y las tecnologías que ya disponemos.