Este artículo pretende rendir homenaje a la figura del sacerdote vasco Don José María Arizmendiarrieta, en el 47 aniversario de su fallecimiento, impulsor del movimiento cooperativo de Mondragón; su visión se asienta en las dinámicas de: “1) El saber cómo fuente de poder, 2) La participación en el capital y la gestión de la empresa como fuente de compromiso y responsabilidad y 3) La proyección social de las cooperativas y la necesidad de la intercooperacion”.

Estos principios han sido el motor del cooperativismo desde hace 80 años. Creó la Escuela de Formación Profesional en 1943 y la primera cooperativa Ulgor, (dedicada a la fabricación de electrodomésticos) en 1956, formada por 5 antiguos alumnos, coherente con su idea de que: “La educación es el punto de apoyo natural e indispensable y La empresa es la primera célula económico-social”.

Lo conseguido

En el año 2023, el grupo cooperativo Mondragón lo integran 96 cooperativas, con 70.000 trabajadores, presentes en 53 países y su división de Conocimiento atiende a 5.000 alumnos con más de 2.600 personas entre profesores e investigadores. Es el primer grupo industrial del País Vasco, con fuerte presencia en la comarca de Debagoiena, 30% de los puestos de trabajo, con una renta per cápita del 132% sobre la media europea y distribución de las rentas del 1,74 (la ratio P50/P01) frente al 2,03 del País Vasco.

Las cooperativas desde su nacimiento en 1956, (en el contexto del mercado cerrado y autárquico) han evolucionado hasta el actual mercado super globalizado del 2023, surfeando en diferentes crisis, desde la primera del petróleo de 1973 a la reciente del COVID-19. El adaptarse ha supuesto el rediseño del Ecosistema Cooperativo, en la promoción nuevas cooperativas, la reconversión y cierre de algunas y la salida de otras. Una crisis importante fue generada por el cierre de Fagor Electrodomésticos (la inicial Ulgor) en octubre de 2013, donde se puso a prueba el funcionamiento de los mecanismos de solidaridad, que permitieron recolocar a 1.200 personas en el grupo, después de casi agotar los fondos de solidaridad Intercooperativos generados con recursos propios.

El crecimiento empresarial, el desarrollo social alcanzado en estos años y la forma en que se han ido sorteando las diferentes crisis, da idea del poder transformador de las tesis de Don José María: “Hay que socializar el saber para democratizar el poder”. “El signo de la vitalidad no es durar, sino renacer y adaptarse”.

Construyendo Futuro

Desde finales del siglo XX estamos inmersos en las transiciones: climática, digital, demográfica y geopolítica. Y nos hemos adaptado a la ola de los ordenadores, los softwares asociados, internet y el smartphone, que como nuevas herramientas han impulsado el crecimiento y transformado el acceso al conocimiento, al entretenimiento y a la comunicación con otras personas.

En este primer cuarto del siglo XXI, además de las transiciones del siglo XX y sus derivadas: la nueva globalización, las migraciones, la toma de conciencia de las desigualdades económicas, de género, intergeneracionales, etc., vemos como se materializa una nueva ola tecnológica basada en la Inteligencia Artificial, el chip cuántico, la robótica, la biotecnología, etc.

Ante la realidad global y compleja de estas olas, es difícil pronosticar cómo surfearlas y cuáles pueden ser sus efectos positivos y negativos. Pero por la forma en que se han originado, es evidente, el poder disruptivo del conocimiento complejo, interdisciplinar y compartido, que se transforma en tecnología y es clave para la competitividad sostenible de toda organización.

El reto estriba en incorporar y generar este conocimiento en la empresa, que en muchos casos necesitará de alianzas colaborativas y/o la inclusión en ecosistemas que lo faciliten. En esta línea las cooperativas tienen la ventaja de que sus socios/socias han experimentado la participación en un proyecto compartido (en la gestión, el capital y el conocimiento) y han desarrollado un ecosistema colaborativo propio (el Grupo Mondragón) en base a los valores de Arizmendiarrieta: “Es arriesgado hacer de cada cooperativa un mundo cerrado. Tenemos que pensar en la solidaridad intercooperativa como único recurso para, mediante la misma, salir al paso de otros problemas de crecimiento y madurez: Hay que pensar en un espacio vital adecuado a las circunstancias”.

El incorporar el conocimiento complejo y colaborativo, supone profundizar en los factores de:

1- Conocimiento complejo e interdisciplinar. En línea con la teoría del pensamiento complejo de Edgar Morin, se entiende por conocimientos complejos la interacción de personas con conocimientos plurales, multidisciplinares, en un proceso creativo con un propósito común. Estos conocimientos solo los pueden crear las personas por el uso de la imaginación, la intuición, la divergencia de enfoques y la convergencia en un propósito compartido. Comporta una actitud proactiva de la persona, abierta al aprendizaje, a prueba-error, a la autorreflexión, al trabajo solidario.

2- Modelos organizativos creativos. La estructura organizacional tradicional, departamental, por productos, tiende a compartimentar los conocimientos y resulta eficaz en el seguimiento de los objetivos cuantitativos, pero puede dificultar la innovación en temas emergentes por la disrupción que genera en la organización tradicional.

En la empresa conviven tres o cuatro generaciones con conocimientos y experiencias vitales diferentes. No es lo mismo la generación de los 50-60 años, formados en la gestión de la producción y la calidad, con un planteamiento profesional más orientado a la seguridad y permanencia de la empresa, que la generación con 25-35 años con conocimientos, producto de las últimas olas y con un planteamiento profesional donde, además de valorar el salario, importa un ambiente de trabajo creativo y amigable, un buen equilibrio entre la vida privada y el trabajo, y con poca aversión al cambio de empresa.

Por ello, para el desarrollo de proyectos innovadores-disruptivos, se busca el desplegar (en paralelo) “estructuras organizativas ad-hoc por proyectos,” que permitan la colaboración creativa, conjugando la experiencia y conocimientos intergeneracionales en un propósito compartido.

Se buscaría el que la mayoría de las personas participen en ambas organizaciones dando cauce a su seguridad y creatividad. Esto implica el diseñar una dinámica relacional entre ambas estructuras (la tradicional y la ad-hoc) de forma que los proyectos innovadores finalizados con éxito, se trasladen a la estructura tradicional sin poner en peligro lo ya conseguido por esta. Esta dinámica tiende a despertar capacidades y generar nuevas trayectorias profesionales más versátiles y alineadas con el propósito de la empresa.

En segunda derivada, la empresa que ha aprendido trabajar en equipo, le es fácil colaborar y adquirir conocimientos de universidades, centros de I+D, proveedores, clientes, y de atraer e incorporar nuevos talentos que se integran en el conocimiento de la empresa. Se trata de generar una dinámica empresarial basada en el conocimiento compartido, muy difícil de copiar por la competencia.

Volviendo al ideario cooperativo de que el saber compartido es la fuente de poder y clave para la sostenibilidad de la cooperativa... En este sentido, y, en tercer lugar, el ecosistema cooperativo presenta características propias dado: 1) El nivel de autonomía de cada cooperativa, 2) La diversidad de: productos, mercados, conocimientos, innovaciones, y los transversales en: educación, financiero, protección social y 3) Clara vocación social y de arraigo.

El reto ante estas transiciones y olas tecnológicas, se plantea en la gestión de la identidad cooperativa, tanto en lo referente a sus valores y cultura, como atendiendo a:

- Gestionar la diversidad geográfica empresarial, la diversidad intergeneracional, la de género, la cultural, las migraciones.

- Dar un sentido de finalidad a la comunidad cooperativa

- Ser un motor de crecimiento económico sostenible, incubando el conocimiento, la innovación en la tecnología, en la gestión, en la participación, en la cultura.

Para concluir. Se insiste en que el conocimiento complejo y compartido, emerge como la clave de competitividad de las empresas y se apoya en los valores de la participación, la solidaridad y la innovación de las personas. En definitiva, el ideario cooperativo arraigado en la Experiencia Cooperativa de Mondragon. Resulta motivador e inspirador el recordar a Don Jose Mª Arizmendiarrieta y su ideario, una referencia vigente 47 años después.