Además de en Euskadi, nos reunimos en Caracas hace quince días para dar gracias a Dios por la vida de José Ignacio Urquijo, especialmente por sus cerca de 40 años de vida en nuestra universidad dedicado de lleno especialmente a los estudios y carrera de Relaciones Industriales. Una vida consagrada a Dios y al prójimo en la Compañía de Jesús; una vida original, creativa y sorprendente en muchos aspectos.

José Ignacio nació en Donostia-San Sebastián en 1930, entró como estudiante de jesuita en Loyola en 1949, se ordenó de sacerdote en el mismo santuario de San Ignacio de Loiola en 1963 y falleció también en Loiola recientemente el 14 de septiembre de 2022.

En Euskadi no se le conoce porque su vida no estuvo centrada en nuestro solar sino en Venezuela a donde llegó por primera vez en 1957 como “maestrillo” al colegio de San Ignacio a hacer esa etapa intermedia entre los estudios de filosofía y teología de labor educativa con los estudiantes de bachillerato.

Urquijo fue original, ingenioso y sorprendente en muchos aspectos.

Contaba el P. Urquijo que siendo muy joven tuvo una gran sacudida espiritual y sintió que Dios le llamaba a dejarlo todo y entrar a La Cartuja, a vivir una vida religiosa aislada y en silencio para el mundo. Pero con ayuda de su director espiritual hizo discernimiento y descubrió que Dios lo quería en una orden religiosa metida de lleno como levadura en el mundo, en la Compañía de Jesús.

Desde el principio se sintió con generosidad y radicalidad para ir a tierras lejanas como misionero y preguntó por Asia, África, Alaska. Tuvimos la suerte de que su vida terminara consagrada a Venezuela.

En los tiempos de sus estudios de teología, sus inquietudes sociales le llevaron a participar en temporadas de vacaciones en el Servicio Universitario del Trabajo (SUT) del P. Llanos, el del Pozo del tío Raimundo, que inspiró a tantos universitarios a compartir el trabajo obrero. Urquijo en diversos momentos lo hizo en una mina de carbón y en dos fábricas como obrero.

Tras su ordenación sacerdotal realizó el master en Relaciones Industriales en Loyola Unversity de los jesuitas en Chicago. Allí combinó los estudios con su trabajo pastoral en la parroquia S. Marcos sobre todo con los portorriqueños. Hizo un sorprendente trabajo con los jóvenes y formó con ellos un grupo musical que llegó incluso a tener actuaciones en television. Él nos hablaba con gran entusiasmo de esa etapa y de sus logros. 20 años después estuve un mes en esa parroquia de Chicago y vi cómo todavía recordaban la presencia inspiradora del P. Urquijo con los jóvenes hispanos y su coro musical.

En 1968 llega a la UCAB (Universidad Católica Andrés Bello) a la recién nacida Escuela de Ciencias Sociales con la carrera de Relaciones Industriales. Aquí durante 37 años consagró su vida a la formación de los jóvenes y a inventar una carrera y unos estudios que estaban naciendo en Venezuela.

De 1975 a 1978 fue Director de toda la Escuela de Ciencias Sociales y especialmente se consagró a desarrollar el pregrado de Relaciones Industriales, crear el posgrado con maestría en gerencia de Recursos Humanos y RRII, fundar la revista de Relaciones Industriales y Laborales y desarrollar en el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales el Departamento de Estudios Laborales formando un excelente equipo de investigación y de asesoramiento a las empresas en esa especialidad.

A partir de 2005 las limitaciones de salud lo llevaron a la enfermería de los jesuitas en S. Ignacio de Caracas. Años después por las dificultades que había en Venezuela para el tratamiento que requería, fue llevado al País Vasco a la universidad de Deusto en Bilbao, donde junto con Mikel de Viana, recientemente fallecido, seguían con avidez la azarosa vida de Venezuela con la cual había echado su suerte. Especialmente preocupado por el derrumbe del sector productivo industrial y el brutal empobrecimiento del mundo del trabajo.

Damos gracias a Dios, agradecemos a José Ignacio y pedimos que nos siga bendiciendo y bendiciendo al mundo de relaciones industriales y a todos los que luchan por la dignidad y oportunidades de vida de millones de trabajadores hoy tan deprimidos. Pedimos a Dios que suscite en Venezuela muchas vocaciones de mujeres y hombres que sigan cultivando la semilla que Urquijo sembró en ellos.

Exrector de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas