Quien más y quien menos ya está pensando en las tan ansiadas vacaciones. Tras dos veranos complejos marcados por la pandemia, ese descanso está más que justificado. Aunque tampoco será apto para todos los bolsillos, porque nos alertan de que serán las vacaciones más caras que recordaremos. Nos movemos en terrenos pantanosos. Hoy seguimos conviviendo con un virus impredecible y con una guerra injusta que no sabemos cuánto tiempo querrá prolongar el tirano Vladímir Putin. Una invasión cruel que, además de dejar un drama humanitario inimaginable, deja a la economía ante un panorama complicado que nos obliga, en la política, a redoblar los esfuerzos conciliadores.

Y en este contexto de nubarrones, miedos e incertidumbres, llegamos al ecuador de la actual legislatura del lehendakari, Iñigo Urkullu. Aunque los agoreros y apocalípticos de siempre digan lo contrario, estos dos años se han superado con nota. El Gobierno Vasco ha mostrado liderazgo, espíritu de colaboración y determinación para actuar y atender las urgencias del momento. Ha huido de la confrontación y ha apostado por el acuerdo, el diálogo y la búsqueda concertada de soluciones; con voces que muchas veces nos hablaban de respuestas simplistas a problemas complejos. Una trampa basada en la demagogia.

Escapando de ese campo abonado para los catastrofistas, nuestra forma de entender la política camina por otros derroteros. Los de siempre: realismo, estabilidad, compromiso y resultados. La crispación es un elemento bastante recurrente, sobre todo del Ebro para abajo. Recurrente para aquellas formaciones con muchas ansias de poder, con estrategias a corto y sin planificación. Sin querer pretender dar lecciones a nadie, el contexto político en Madrid no nos hace ser muy optimistas. Las encuestas nos señalan el descrédito de la política. Una clase política que se insulta, que no cede, que no dialoga… Una fotografía nada edificante.

Pero afortunadamente, en Euskadi las cosas y las relaciones entre los partidos van por un camino mejor. No diré que no tenemos déficits y problemas, por supuesto que los tenemos, pero los afrontamos desde la política en su sentido más digno. Con mano tendida y diálogo, no en beneficio propio o de partido, sino para mejorar el bienestar de la ciudadanía. Tenemos un Parlamento Vasco con mayoría absoluta, la que sumamos EAJ-PNV y PSE-EE. Indudablemente eso aporta estabilidad y tranquilidad. Tenemos un programa que cumplir y unos compromisos con el electorado, y en ello estamos empeñados y empeñadas, pero lo hacemos desde el respeto a la minoría y negociando con el resto de formaciones para no hurtar el debate y mejorar los textos legislativos. No nos podrán decir que aplicamos el rodillo parlamentario porque la gran mayoría de las leyes aprobadas en estos dos años han contado con el concurso de la oposición. Sirva este dato de ejemplo: en once de los catorce proyectos de ley refrendados en la Cámara hemos alcanzado amplios consensos. Acuerdos a varias bandas, con la concurrencia de uno o más grupos… Acuerdos en leyes tan importantes como la Ley de Igualdad, de Juventud, de Profesionales del Deporte o la de Desarrollo Rural. Acuerdos, o más bien Pactos de País, en asuntos tan determinantes para nuestro futuro como el sistema educativo. No acallamos a la oposición. Escuchamos y tratamos de encajar sus planteamientos con los nuestros. Acordamos desde el convencimiento de que la suma siempre es mejor que la resta. Pero para sumar, la otra parte debe de estar dispuesta, “dos no acuerdan si uno no quiere”.

Tuvimos un comienzo duro de legislatura. Con una pandemia que no daba tregua y una oposición sólo preocupada en sacar rédito político para dañar al Gobierno. Cero compromiso y mucho cálculo. No vamos a olvidar fácilmente aquellos días, y el comportamiento ventajista y carroñero que mantuvo la oposición, con los extremos políticos en perfecta sintonía. Pero transcurridos dos años, comenzamos a vislumbrar un cambio de estrategia, una aproximación a la política útil e influyente. Y por supuesto que lo saludamos. Veremos si es algo sostenido en el tiempo y capaz de soportar el clima de precampaña que precederá a la cita que tenemos el año que viene con las municipales y forales. Tenemos retos muy importantes por delante. Sabemos que la economía marcará gran parte de la agenda política y también parlamentaria. Deberemos reforzar las políticas públicas y asegurar una protección digna a toda persona que lo necesite, porque las heridas que nos está dejando la invasión rusa serán profundas, como ya lo fueron con la pandemia. Tenemos en tramitación diez proyectos de ley y cinco proposiciones de ley, muchas en fase ya avanzada. Ley del Sistema Vasco de Garantía de Ingresos, Ley de Empleo Público, Ley de Memoria Histórica y Democrática o reforma de la Ley Trans. Normas determinantes para el progreso de Euskadi y en las que trabajaremos de manera intensa para lograr debates serenos y serios entre el mayor número de grupos posible.

Nuestra máxima seguirá siendo la misma. Cumplir con los compromisos adquiridos con la sociedad vasca cuando nos presentamos a las elecciones y cuando pactamos el gobierno de coalición, y lograr el entendimiento con la oposición. Confiamos en que la dinámica de acuerdos se mantenga para lo que resta de legislatura.

Vienen tiempos difíciles, nubarrones, escenarios complejos, y debemos prepararnos para capear el temporal. Lo haremos mejor desde la unidad.

*Parlamentario y coordinador del grupo EAJ-PNV