El próximo 19 de noviembre se cumplirán 15 años desde que el Prestige se hundiera definitivamente partido en dos frente a las costas gallegas, después de seis días en que el barco mantuviera un rumo errático porque el Gobierno del PP no supo muy bien qué hacer con él, mientras vertía parte de su cargamento.
Con aquel maltrecho Prestige surcando los mares hacía negocios una maraña de empresas sin rostro, que 15 años después, siguen sin abonar un solo euro por contaminar 2.000 kilómetros de costa.
La tragedia del Prestige no había hecho sino comenzar. Una de las mayores catástrofes ecológicas sufridas en Europa empezaba a tomar cuerpo en forma de una impresionante marea negra que asoló primero las costas gallegas y continuó penetrando hacia el Golfo de Bizkaia, a merced del viento y las corrientes marinas.
El litoral vasco también sufrió las consecuencias de la marea negra ocasionada por el Prestige. No obstante, la diligencia de las autoridades vascas unida a le experiencia de Galicia y la tradicional organización de los arrantzales consiguió paliar en parte los efectos del desastre, aunque las pérdidas ecológicas y económicas fueron enormes.
Desde un principio, la actitud del Ejecutivo autonómico y del resto de las instituciones vascas fue apostar por la adopción de medidas de carácter preventivo y de coordinación. De esta manera, se movilizó a un importante número de arrantzales que, a través de embarcaciones de diferente tamaño, se dedicaron a recoger la máxima cantidad de fuel antes de que llegase a nuestra costa. Se calcula que se pudo recoger en el mar, antes de que impactara en la costa vasca, la mitad de todo lo vertido, unas 21.000 toneladas (de las 77.000 que contenía el buque). Se reciclaron y se recuperaron el 60% de las mismas, algo que a juicio de la asociación internacional de buques tanqueros que evaluaban por todo el mundo este tipo de accidentes “era la primera vez que veía algo similar”.
Trabajadores de distintas empresas contratadas por las diputaciones guipuzcoana y vizcaína procedieron a limpiar nuestras playas, rocas y acantilados del chapapote que iba llegando. Se procedieron a colocar barreras flotantes en los espacios que tenemos de gran valor ecológico, como la Reserva de la Biosfera de Urdaibai y Txingudi, así como en las rías de Barbadun, Plentzia, Lea, Artibai, Deba, Zumaia, Inurritza, Orio?
Se instaló una planta de tratamiento de fuel recogido en Zierbena que después de ser procesado pudo reutilizarse en la refinería de Petronor. Se mantuvo también una política informativa abierta, trasparente y fluida hacia el conjunto de la sociedad, y también con las organizaciones sociales, entre ellas, ecologistas, manteniendo reuniones y contactos en todo momento.
La catástrofe del Prestige supuso un importante esfuerzo en inversión, desarrollo e innovación. Nunca antes Euskadi se había enfrentado a un accidente de estas dimensiones e internacionalmente las experiencias en este campo eran muy limitadas. Por ello, el Departamento de Agricultura y Pesca junto con Azti, Centro tecnológico experto en innovación marina y alimentaria, dependiente del Gobierno, principalmente, desarrollaron útiles efectivos para la captura del fuel, caso del salabardo, o una embarcación, la Gure Itsaso Garbia, construida para la recogida del hidrocarburo cerca de la costa.
Pero, además, de esta actitud verdaderamente encomiable de las instituciones vascas y de los arrantzales, otro aspecto digno de reseñar como muy positivo, fue la importante solidaridad manifestada, entre ellas, la de la sociedad vasca que a mí personalmente me sorprendió muy positivamente, porque hablamos muchas veces de la insolidaridad de la sociedad en su conjunto y de los jóvenes en particular, de su individualismo, de su egoísmo, de su actitud pasota, y lo sucedido refleja que hay gentes muy desprendidas que ayudan y echan una mano.
Desgraciadamente, el Prestige y su mortífera carga se han notado y se notarán todavía más en el tiempo. Pero, al menos en Euskadi, nos queda el consuelo de haber puesto los medios suficientes para frenar en parte los efectos de la marea negra en nuestra costa.