Es el desempleo, son las instituciones
Aunque no entre en el debate político, es claro que estamos viviendo un cambio de paradigma absoluto en forma de una ‘cuarta revolución industrial’.
La primera fue la llegada de las máquinas de vapor. La segunda, el desarrollo de la electricidad y energías fósiles como el petróleo. La tercera, Internet. La cuarta, la llegada de la digitalización y las nuevas tecnologías. Hay quien piensa que la tercera y la cuarta revolución van unidas, pero lo que es indudable es que hemos llegado a un nuevo orden: el formado por la digitalización (que agrupa además la creciente robotización de los procesos productivos y la continua mejora tecnológica) y el paro persistente. Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), hay 201 millones de parados en el mundo y en el año 2019 habrá 11 millones más de desempleados y para revertir los efectos de la crisis y absorber entradas al mercado laboral se precisarían nada menos que 280 millones de empleos nuevos de aquí al año 2019. De ellos, 3 millones vendrían dados, según la intervención de Mariano Rajoy en el Debate del Estado de la Nación, por las políticas de su partido. Esperemos que, gobierne quien gobierne, sea cierto.
Para comprender mejor esta idea, veremos dos indicadores económicos sorprendentes.
Primero: Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne han valorado en The future of employment; how susceptible are Jobs to computerization? (Universidad de Oxford, 2013) un indicador que valora la probabilidad de que una máquina acabe realizando un puesto de trabajo determinado. Conforme más cercano a uno, más fácil es que la máquina realice la tarea que hoy es un puesto de trabajo. Una curiosidad: esta tendencia comenzó en supermercados y gasolineras, con todas las técnicas de autopago.
Así, un trabajador de telemarketing o relojero tiene una probabilidad de 0,99; un operador telefónico o cajero, de 0,97. Veamos indicadores curiosos: un camarero, 0,94. Un pintor, 0,92. Un barbero, 0,8. Un mecánico de motos, 0,79. Un bibliotecario, 0,65. Un economista, 0,43. Un juez, 0,4. Un analista financiero, 0,23. Un maestro de jardín de infancia, 0,15 y un reportero, 0,11.
Segundo, cuando vemos que los indicadores de desempleo bajan, existen críticas debidas a la hipotética baja calidad del trabajo que se ha generado. En este caso, el indicador más fiable no es el que se da en España; es la tasa U6 (Bureau of Labor Statistics de Estados Unidos) que incluye también como desempleados a los trabajadores que no buscan empleo por estar desanimados o por cualquier otra razón. Además, tiene en cuenta a los trabajadores subempleados (aquellos que desean trabajar más tiempo pero no pueden). Así, en España, al comienzo de la crisis esta tasa era del 14% (oficial, 8%). En el año 2013, era del 37,1% (oficial, 27,1%). En la actualidad, es del 30,9% (oficial, 23,7%). El reto del paro es mayúsculo.
Pasemos al tema de las instituciones. ¿Qué se ha propuesto para que funcionen mejor? Conjunto vacío. Aquí, la idea es muy sencilla. Sin olvidar sus méritos personales, propongo eliminar el legado de Alfonso Guerra (vicepresidente del Gobierno con el PSOE), que se retiró recientemente del Congreso de los diputados.
Este legado se resume en tres puntos: Primero, el tráfico de influencias ejemplificado en el caso de su hermano Juan, quien montó un chiringuito para hacer diferentes negocios al calor del apoyo político. Un caso claro de capitalismo de amiguetes que posteriormente se desarrolló hasta llegar a cuotas insoportables. Segundo, una de sus frases más famosas. “El que se mueve no sale en la foto”. Bonita forma de eliminar toda la distensión interna. Ya comentó recientemente Felipe González que a veces las primarias no son la mejor solución debido a que pueden generar tensiones internas enormes que originen hipotéticas rupturas. Pero es positivo que cada persona tenga su línea de opinión personal y en ocasiones discrepe, siempre y cuando no atente contra líneas argumentales profundas de su partido. Tercero, otra de sus frases más famosas, que simboliza la ocupación del poder judicial a partir del poder político: “Montesquieu (teórico francés que desarrolló la separación de poderes) ha muerto”. Es triste que ya los jueces se separen entre conservadores y progresistas. Por desgracia, existen muchos casos delicados en los que se puede acertar con una alta probabilidad los votos de cada componente del Tribunal Constitucional.
Bill Clinton ganó las elecciones del año 1996 con la célebre frase: “Es la economía, estúpido”. Es el momento de pensar que en el momento actual la frase sería: “Es el desempleo (por las personas) y son las instituciones (para restablecer la confianza entre gobernantes y ciudadanía)”.