Decía el prestigioso Michael Porter que existen tres tipos de estrategias para aportar ventajas competitivas: la de costes, la de enfoque y la de diferenciación. Euskadi es un país pequeño que disfruta de un nivel de vida muy apreciado, que hemos logrado entre todos y al cual no queremos renunciar. Con este objetivo, hace ya siete años, un grupo de 400 líderes del mundo empresarial, la administración, el mundo del conocimiento y la sociedad se unieron para impulsar la Agencia Vasca de la Innovación, Innobasque. Hoy somos más de mil socios quienes seguimos trabajando para que nuestro país no tenga que padecer por la competencia de economías basadas en costes, porque siempre habrá alguien que lo haga más barato y debemos de encontrar otra manera para no hacer saltar por los aires la cohesión social que tanto esfuerzo nos está costando mantener. Podemos ser los mejores en algo, por ahí van los tiros de la estrategia de especialización inteligente: ahondar en lo que ya somos buenos para ser aún mejores, pero sobre todo, para ser diferentes, para crear una ventaja competitiva sostenible y duradera. Una ventaja relevante y reconocible de la forma en que hacemos las cosas, que nos distinga de nuestros competidores y que se adhiera a nuestra marca-país. ¿Podemos hacerlo?

Sin duda, la respuesta es afirmativa: lo estamos haciendo, juntos, utilizando la innovación como palanca. La agencia británica de innovación Nesta lo expresa con nitidez. Dice que la clave de la innovación en Euskadi es que está empezando a ser considerada “una misión nacional. Una misión avalada y promovida por un gobierno con instituciones fuertes y flexibles que promueve políticas que la apoyan”, como el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación Euskadi 2020 que se ha aprobado recientemente y en cuya elaboración ha participado también Innobasque.

Más allá de voces autorizadas, la realidad nos muestra cómo Innobasque, a lo largo de su trayectoria, ha ido incrementando su contribución a la sociedad vasca y además desde la orientación que más valor produce a medio/largo plazo. Si lo traducimos a euros, los datos muestran que el retorno a la sociedad es creciente, habiendo pasado de 1,3 euros en 2009, a 2,5 euros en 2014. Unas cifras que en Innobasque interpretamos como indicador de tendencia. Ahora bien, podemos ir al detalle, y analizar los ingredientes que componen esos 2,5 euros euros conseguidos en 2014. ¿Cómo llega este retorno a la sociedad? Puede hacerlo a través de ingresos derivados de contrataciones de productos y servicios entre empresas, contrataciones de personas, inversiones tractoras de riqueza y empleo, o ingresos fiscales, que es lo que técnicamente se denominan activos tangibles.

En esta distribución encontramos que Innobasque basa su aportación de valor en los activos más valiosos, los intangibles. Estos han pasado de suponer el 36% al 55% en el periodo 2010-2014. De hecho, desde 2013 el retorno por activos intangibles supera el 50%. Esto sí parece un dato a tener en cuenta. Esta trayectoria es la materia prima para construir fortalezas sólidas, resilientes, especialmente en periodos de reducción presupuestaria. Ya que, a pesar de la coyuntura, el modelo del que nos hemos dotado funciona.

Pero, ¿por qué? Quizá sólo haya una respuesta: funciona por la fortaleza de la red Innobasque, que es lo mismo que decir por la fortaleza construida por todos los socios de Innobasque. Superar por segundo año consecutivo el 50% de valor aportado desde activos intangibles muestra el camino a seguir. Está claro que yendo juntos se avanza más y que lo estamos haciendo. Esto es lo que llama la atención de observadores como Nesta o la OCDE que, además, lo recomiendan. Ahora toca incrementar la exigencia y esto quiere decir pedirnos más a todos los socios de Innobasque.

Nuestras líneas de actuación para 2015 están claras, favorecer el despliegue de las políticas de ciencia, tecnología e innovación; profundizar en la innovación social como palanca para el desarrollo humano sostenible; servir de vehículo para la incorporación de las pymes y micropymes al sendero de la innovación colaborativa; facilitar al ecosistema de innovación su focalización hacia las prioridades de país (RIS3); y seguir extendiendo la cultura de innovación para prestigiar nuestro potencial, fortalecer nuestra red y hacer visibles a tantas personas y organizaciones que nos sirven de ejemplo porque, día a día, hacen una Euskadi más innovadora.