Después de dos días de espectáculo en la montaña, tocaba esprint. Es algo necesario en las carreras de tres semanas, aunque para algunos sean etapas de escaso interés. He de reconocer que la jornada camino a Burdeos me ha sorprendido. La verdad es que lo que he visto me ha descolocado. En el Tour siempre se le ha dado valor a coger una fuga. Sin embargo, esto parece que ha cambiado. Se ha visto que para algunos equipos salir en la tele ya no es tan importante. Me sorprende esa idea. Ha sido un tanto inaudito lo ocurrido. Tres de los corredores que han cogido la fuga buena se han dejado caer al pelotón. No sé cuál ha sido el motivo. Sólo se me ocurre que estos días, esos ciclistas estarán disputando las etapas de montaña o media montaña, porque de lo contrario no tiene mucho sentido lo que han hecho. Es cierto que estar en una fuga en el plano obliga a pegarte una buena paliza y tal vez ese esfuerzo no sirva para nada, pero tengo mis dudas de que esos mismos ciclistas vayan a tener verdaderas opciones en otros terrenos. Me ha parecido muy sorprendente desechar así la posibilidad de tener presencia en carrera. Nunca había visto eso salvo con Dmitri Konyshev, que era un gran ciclista. Un día se dejó caer de la fuga porque se dio cuenta de que había dos corredores mucho mejores que él y sus opciones de victoria eran muy reducidas. Konyshev, que era muy bueno, cogió la escapada al día siguiente y ganó. Si esa fuera la lógica que han usado los corredores, lo entendería, pero me parece que lo que hizo Konyshev no está al alcance de muchos. En cuanto al esprint, Philipsen es muy superior. Ha remontado a Cavendish sin apenas distancia. Creo que se llevará el maillot verde de la regularidad. Tengo la impresión de que ganará alguna etapa más.

El autor es director deportivo del Grupo Eulen-Nuuk.