Mantener una casa limpia no es solo cuestión de estética, sino de salud. Una vivienda ordenada y desinfectada reduce el riesgo de enfermedades, mejora la calidad del aire y genera un entorno más armonioso.

Sin embargo, en esta tarea de limpieza, muchas veces pasamos por alto ciertos objetos de uso cotidiano que pueden ser auténticos focos de gérmenes. Uno de los más olvidados, aunque más tocados a lo largo del día, son los pomos de las puertas.

Los pomos y manillas de las puertas están en contacto constante con nuestras manos, las de nuestros familiares e incluso las de visitantes. Lo preocupante es que las manos son uno de los principales vehículos de transmisión de bacterias y virus. Cuando tocamos un pomo después de estornudar, manipular alimentos, usar el baño o simplemente venir de la calle, dejamos en él una carga microbiológica que otros recogerán al tocarlo.

Estudios han demostrado que superficies como pomos y manillas pueden albergar bacterias como E. coli, Staphylococcus aureus y virus como el de la gripe o incluso el coronavirus. En ambientes compartidos, como hogares con varias personas o casas con niños, el riesgo de propagación de enfermedades aumenta si no se toman medidas higiénicas.

Pomo de la puerta Door handle kob

¿Por qué los ignoramos?

A diferencia de cocinas o baños, los pomos no suelen estar visiblemente sucios. Esta falta de suciedad aparente hace que muchas personas no los incluyan en sus rutinas de limpieza. Además, al ser pequeños y estar integrados en puertas que sí se limpian más a menudo, se asume erróneamente que no requieren atención especial.

Otro motivo es la falta de conciencia sobre su potencial como fuente de contagio. Las campañas de higiene suelen centrarse en lavarse las manos, desinfectar baños o limpiar cocinas, pero rara vez se habla de estos elementos más discretos.

Los peligros de no limpiarlos

La acumulación de microorganismos en los pomos puede derivar en infecciones gastrointestinales, respiratorias o cutáneas. En hogares con personas inmunodeprimidas, niños pequeños o ancianos, este riesgo se multiplica. Por otro lado, durante épocas de epidemias o gripes estacionales, no desinfectar los pomos puede contribuir a que la enfermedad se propague rápidamente entre los habitantes de la casa.

Además, los pomos metálicos pueden oxidarse o deteriorarse más rápido si se les permite acumular suciedad y grasa de las manos, afectando también su funcionalidad y aspecto.

¿Cómo limpiarlos correctamente?

Lo ideal es limpiar los pomos al menos una vez por semana con una solución desinfectante. Puede usarse alcohol al 70% o incluso una mezcla de agua con vinagre blanco o vinagre de limpieza. Es importante no solo limpiar la superficie visible, sino también la base del pomo. En épocas de enfermedades contagiosas, conviene desinfectarlos más a menudo.

En conclusión, mantener la casa limpia incluye prestar atención a esos pequeños objetos que, por su uso frecuente, pueden convertirse en vectores de enfermedades. Los pomos de las puertas deben recibir tanta atención como cualquier otra superficie del hogar. Incorporarlos en tu rutina de limpieza puede marcar una gran diferencia en la salud de todos los que viven en casa.