Los dos hombres que habían sido acusados de matar a un chófer de autobús urbano en Baiona en julio de 2020 han sido condenados a 13 y 15 años de cárcel. Tras una deliberación de casi cinco horas, el Tribunal de lo Penal de los Pirineos Atlánticos ha fallado que Wyssem Manai y Maxime Guyennon son culpables de homicidio involuntario del conductor Philippe Monguillot.

Manai, de 25 años de edad, ha recibido una condena superior al ser el autor material del golpe fatal en un veredicto que ha puesto fin a cinco días de vista oral. Durante el juicio, además de las imágenes de los hechos, se han podido escuchar los testimonios de la viuda y las tres hijas del conductor, y de numerosos testigos, que han dejado momentos emotivos.

Los hechos se remontan al 5 de julio de 2020, en los primeros meses de la pandemia, cuando Manai y Guyennon se montaron en el trambús que conducía Monguillot, que les reclamó que se pusieran la mascarilla o, en su caso, se bajaran del vehículo.

Ambas partes habían tenido una conversación cinco horas antes de los hechos, cuando el propio Monguillot exigió y acompañó a uno de ellos a sacar el billete del autobús en la máquina expendedora. Cinco horas más tarde y en la misma parada de Balishon, próxima a la plaza de toros y a unos 600 metros de la plaza de los Vascos, un nuevo altercado terminó con la vida del conductor. En los hechos participaron cuatro personas que se dieron a la fuga, dejando a Monguillot tendido en el suelo inconsciente.

La investigación de este caso mediático se prolongó hasta abril de 2022, cuando la Fiscalía (que en Francia es responsable de dirigir las pesquisas) reclamó que los dos ahora condenados fueran juzgados por homicidio doloso agravado, al ser un empleado público en ejercicio de sus funciones; mientras que a un tercero le atribuyó la negación de auxilio y el cuarto implicado no participó en los hechos.

El juez recalifica los hechos y los dos principales acusados pasan a ser juzgados por violencia voluntaria con consecuencia inintencionada de muerte como pedían las defensas, que aseguraron que el chófer fue el primero en propinar un cabezazo, mientras que el tercer señalado solo lo es por cubrir un acto delictivo, no ya por omisión de socorro.

Esto provocó el enfado de la viuda, Véronique Monguillot, que encajó como “un tortazo” esta decisión judicial: “¡Es el mundo al revés: no se juzga a los acusados, sino a mi marido!”.

Meses después, tras el fallo del tribunal con sede en Pau, la viuda de Monguillot ha mostrado su desazón, ya que esperaba “una justicia ejemplar. No podemos decir que la hayamos conseguido cuando pedíamos 30 años de cárcel. Mataron a mi marido".