“El corazón me subía a la garganta, y esa ansiedad la calmaba tomándome un orfidal”. Asegura la presidenta en funciones de la Audiencia de Gipuzkoa, Yolanda Domeño Nieto, que a lo largo de su dilatada carrera profesional no había vivido una situación similar. “Era el único medio de contener la angustia, la desazón e impotencia. En mis 40 años de profesión jamás había sido objeto de un ataque tan despiadado”, ha declarado este martes durante el juicio contra el expresidente de la Real Sociedad Iñaki Badiola, que se sienta en el banquillo de los acusados por presuntas injurias y calumnias contra distintos políticos, jueces, periodistas y medios de comunicación guipuzcoanos.
Hechos por los que el Ministerio Fiscal pide una pena que suma un total de 66 años de cárcel, y que el acusado ha negado en redondo. “Ni he creado esas cuentas ni he publicado esos mensajes; son totalmente ajenos a mi persona”. Han sido las únicas palabras del empresario donostiarra, que solo a preguntas de su abogado se ha limitado a desmentir toda vinculación con los dos perfiles de Twiter utilizados entre los años 2015 y 2018 con el sobrenombre Gipuzkoa Confidencial, desde los que se arremetió contra cargos públicos como el diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, y el diputado del PSOE en el Congreso y exalcalde de Donostia, Odon Elorza.
Vestido con jersey verde y pantalón color crema, lejos de la indumentaria habitual de empresario de éxito, de traje y corbata de la época en la que presidía la Real Sociedad, Badiola se ha sentado en el banquillo de los acusados poco antes de las 10.00 horas. Parecía adoptar en todo momento un discreto segundo plano, atento, eso sí, al móvil, hasta tal punto que el magistrado de la sala ha tenido que apercibirle en el transcurso de la vista oral para que dejara de mirar el teléfono.
Su comparecencia había despertado una gran expectación, como demuestra la asistencia de una decena de medios de comunicación en la primera sesión del juicio que se sigue en su contra en el Juzgado de lo Penal número 3 de Donostia. Su declaración, en cambio, apenas ha consumido unos segundos. “No he creado esas cuentas. Son mensajes ajenos a mí”, ha vuelto a insistir, para sentarse a renglón seguido en el banquillo de los acusados y guardar silencio.
La Fiscalía de Gipuzkoa solicita una pena total de 66 años de prisión por haber cometido, según sus conclusiones, 47 delitos de injurias, calumnias, contra la integridad moral o descubrimiento y revelación de secretos. Las víctimas son personalidades donostiarras y guipuzcoanas. También jueces y magistradas, como las que estaban citadas este martes.
El 'caso Cabezudo'
La sesión ha acogido la declaración de testigos a los que el encausado presuntamente relacionó con el caso Kote Cabezudo, el fotógrafo donostiarra que ha sido condenado por la Audiencia de Gipuzkoa a un total de 28 años y dos meses de prisión como autor de un delito de violación, otro de abusos sexuales, seis de pornografía infantil y dos de estafa. Una relación que todos los afectados han negado a lo largo de la sesión.
La magistrada Ana Isabel Pérez Asenjo es una de las personas que denunció diversas publicaciones de la cuenta de Twitter con el título ‘Gipuzkoa Confidencial’. “Se aludía a mi persona con nombres y apellidos, con una foto personal que fue cogida de Facebook en la que se me reconocía claramente. Uno de los tweets señalaba que había prevaricado”, ha detallado.
Asenjo fue la instructora del sumario del caso Cabezudo entre los años 2013 y marzo 2018, fecha a partir de la cual se abstuvo del procedimiento. En uno de los mensajes, en el que se incluía su fotografía, se decía que había sido “destapada una trama de corrupción en Gipuzkoa”.
“Me pueden decir muchas cosas, pero la peor imputación para una magistrada es que te digan que estás prevaricando. Es el peor insulto que te pueden hacer como profesional, y más cuando se hace de manera infundada. Yo no tenía nada que ver con Kote Cabezudo, y las personas que me conocen me venían a preguntar por todo ello”, ha relatado la jueza, admitiendo haber tenido “altibajos” y problemas para conciliar el sueño a raíz de aquellos mensajes.
El mayor quebranto, según ha dicho, fue provocado por un tweet en el que se le señalaba como parte de “una trama de encubrimiento de pederastia con el PNV. Se hizo una captura de ese tweet, y en marzo de 2018, un sujeto hizo un video que se hizo viral, con más de un millón de visualizaciones”, ha relatado.
“Soy una persona anónima. Voy al gimnasio, tengo mi vida privada y no tengo porque estar pendiente del vídeo de marras”, ha señalado, mostrándose conforme con la petición de la Fiscalía de 100.000 euros por daños morales. “Que nuestras resoluciones no gusten, no significa que haya que atacarnos fuera del cauce procesal. Es algo que nos deja indefensas porque nosotras no damos entrevistas y no te puedes defender públicamente”, ha remarcado.
"No puedo desligar el daño que se hizo a mi marido"
La magistrada Domeño, presidenta de la Sección Segunda de la Audiencia de Gipuzkoa, es otra de las víctimas perjudicadas que ha prestado declaración. “No le conocía a Badiola, lo estoy haciendo ahora”, ha indicado la actual presidenta en funciones de la Audiencia de Gipuzkoa, que fue magistrada de la sala en la que se resolvieron algunos de los asuntos relacionados con la Real Sociedad cuando estuvo inmersa en el procedimiento concursal, con Badiola llevando las riendas del club.
“No puedo desligar el daño que se me ha hecho del que se hizo a mi marido. Durante meses fue un calvario, a la espera de lo que iba salir al día siguiente, de la basura que se iba a sacar con otro tweet”. A preguntas del Ministerio fiscal, ha destacado entre “la ingente cantidad de tweets calumniosos” los que supuestamente le relacionaron con una trama de corrupción judicial en Gipuzkoa, y otros con la pederastia. “Se me imputaba ser jefa de una manada de pederastas, con la connotación que todo ello tenía”, relató. “Eran tweets brutales que me creaban una angustia y desasosiego impresionante. Se hacía un totum revolutum y todos estábamos implicados en esa supuesta red”, ha denunciado.
“Fue angustioso y demoledor escuchar cómo se atacaba a mi marido. Eran ataques cobardes teniendo en cuenta que ya había fallecido. Me creaban angustia y ganas de llorar. Fueron meses que atravesamos un calvario”, ha reconocido la jueza, en la diana de esos ataques junto a la magistrada Victoria Cinto, ya fallecida. “En dos ocasiones ella misma me dijo: esto no me está haciendo ningún bien. El corazón me subía a la garganta, y esa ansiedad la calmaba tomándome un orfidal. Era el único medio de contener la angustia, la desazón e impotencia. En mis 40 años de profesión jamás había sido objeto de un ataque tan despiadado”, ha asegurado. Durante la jornada también ha testificado un notario donostiarra y una letrada de la administración de justicia a la que en estas publicaciones se acusó de realizar “filtraciones” a su marido, periodista.