Genocidio en Gaza: “Lo que han hecho con nuestro pueblo es una vergüenza para la humanidad”
La masacre perpetrada durante los dos últimos años en la Franja “está dirigida a acabar con nuestra generación; quieren hacer desaparecer al pueblo palestino”, denuncian estos jóvenes gazatíes, músicos y residentes en Gipuzkoa
Son amigos de la escuela. Su infancia y juventud ha discurrido en un escenario de violencia y vulneración constante de derechos humanos. Nacieron enGaza, una ciudad que adoran y que se ha convertido en símbolo del sufrimiento y del horror. Ahmed Haddad sonríe con cierta nostalgia cuando se le pregunta por el lugar donde se crió. “Allí nos conocemos todos, somos como una gran familia. El hecho de vivir en comunidad y el mar es lo que más me gusta de mi tierra”, reconoce este joven recién llegado a Gipuzkoa.
Su infancia se desarrolló durante la Segunda Intifada, entre silbidos de balas, procesos de paz frustrados, atentados suicidas con bombas y operaciones militares. Recuerda a Muhammad al-Durrah, a quien mataron el 30 de septiembre de 2000 cuando tenía 12 años. Fue, para el mundo, el primer niño víctima entonces del Ejército israelí. Cayó aterrorizado bajo una lluvia de balas, pegado a su padre y a una pared, en una encrucijada de la Franja. Su nombre se convirtió en símbolo para la lucha palestina.
En ese escenario se crió Haddad. “La situación ya era horrible desde el mismo momento en el que abrí los ojos por primera vez en este mundo”, admite el gazatí, de 29 años. En realidad, lo era desde mucho tiempo atrás. La herida de Palestina sangra desde hace demasiadas décadas, un conflicto que arrastra más de 75 años de historia sangrienta, especialmente cruento desde que Israel comenzó la ocupación de Gaza y Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental, en junio de 1967.
La causa palestina, que durante los últimos años había quedado prácticamente olvidada, es hoy en día un clamor en medio mundo, donde arrencian las protestas contra “un genocidio televisado”.
La conversación tiene lugar en el barrio donostiarra de Martutene, a donde Haddad ha llegado hace dos semanas. La charla discurre en una apacible mañana junto al río Urumea, un remanso de paz que nada tiene que ver con la durísima realidad que ha dejado atrás.
Más de 66.000 palestinos muertos
La masacre que Israel está ejecutando en la Franja ha superado un nuevo millar de víctimas mortales. Más de 66.000 palestinos han muerto por ataques del Ejército israelí en Gaza desde el 7 de octubre de 2023, cuando Israel lanzó su ofensiva en represalia por el ataque de las milicias locales contra su territorio.
“Todo el mundo pone el foco en la actual situación, que es indescriptible, pero ya desde 2005 Israel venía bloqueándolo absolutamente todo por tierra, mar y aire. Convirtió Gaza en una cárcel al aire libre. Los pescadores no podían faenar, nos quedamos sin electricidad y sin agua”, narra el joven, que se vio obligado a dejar su tierra en 2018.
“Sentía que mi cabeza iba a explotar. No había futuro y no contábamos siquiera con lo más mínimo para subsistir. Dar el paso me costó porque no es fácil dejar tu tierra, pero no quería que una nueva generación tuviera que soportar esa vida”, se sincera.
Música ante la muerte: el nacimiento de Sol Band
En un escenario así, donde se convive a diario con la muerte, la música se convierte en un canto a la vida. Haddad no ha venido solo. Poco después de comenzar la entrevista se suman a la charla Fares Ahbar y Hamadadh Nasrallah. Todos ellos son integrantes del grupo musical Sol Band, que completan Said Fadel, Abgod Qassem y la vocalista Rahat Shamali. Son amantes de la música folk.
La formación nació en Gaza en 2012. Todo comenzó, según cuentan, un día que se les ocurrió subir a la azotea de la casa de un amigo. Encendieron una hoguera y comenzaron a componer canciones sobre la vida que les rodeaba, especialmente dura los dos últimos años. Fares y Hamadadh huyeron de Gaza ocho meses después de iniciarse el genocidio reconocido por la ONU.
“Cuando les vi por primer vez, no eran las mismas personas que yo había conocido. Habían perdido muchísimos kilos y capacidades. Tenían los ojos muy abiertos. Si en ocho meses se había producido en ellos esa transformación, qué cabe esperar de las personas que llevan dos años allá siendo bombardeadas a diario”, reflexiona Haddad.
Secuelas del genocidio
Les preguntamos a los supervivientes por sus secuelas. Hamaddah, aparentemente cuerdo, dice haber perdido la cabeza. El joven trata de explicarse. “La cabeza te da vueltas y más vueltas; intento superarlo pero no puedo hasta que todo esto se acabe, es algo que no puedo evitar”, confiesa.
Fares admite que la ofensiva militar ha marcado “un antes y un después” en su vida. “El genocidio ha sido un punto de inflexión a partir del cual he decidido hacer cosas que nunca había hecho. Por ejemplo, me he casado –dice junto a su sonriente esposa–, y también quiero sanar pero me afecta pensar que tengo a mi familia y los amigos allí”.
El martes se cumplen dos años del ataque coordinado por Hamás desde la Franja de Gaza a zonas fronterizas de Israel. Una ofensiva que se prolongó durante dos días, con un saldo de 1.195 personas fallecidas. Haddad matiza. “Para quienes somos de Gaza no se puede hablar de un ataque sin más, sino de una reacción a una situación insostenible en el tiempo. ¿Qué puedes pensar de quien lleva a toda tu familia a una habitación para matarla? Nos han bombardeado de manera masiva y lo siguen haciendo. Es la historia que viene sufriendo nuestro pueblo desde hace muchísimos años”, dice dolido.
La hambruna se extiende en plena ofensiva
Entretanto, la hambruna se extiende en la Franja y la ofensiva militar no ha dejado de intensificarse entre una población empujada a áreas cada vez más reducidas. La familia de Haddad y sus amigos continúan en Palestina. “Mantener conservaciones con ellos es cada vez más difícil. ¿Qué les vamos a preguntar? ¿Qué tal están cuando igual llevan varios días sin comer?”. No es fácil soportar, dice, esta situación “moral, política y jurídicamente insostenible”.
Con todo, la estadística no refleja los miles de cadáveres que siguen entre los escombros o tirados en lugares de difícil acceso para los equipos de rescate. “Somos una pequeña comunidad en la que, como he dicho antes, todos nos conocemos. Era horrible tener que escuchar todos los días nombres de compañeros del cole fallecidos, de vecinos. Mataron, entre ellos, a uno de mis mejores amigos”, enumera en una lista insoportable de bajas.
La respuesta "solidaria" de la sociedad vasca
Haddad se marchó de Gaza con destino a Turquía, donde ha permanecido durante siete años hasta recalar ahora en Gipuzkoa. Agradece la respuesta “solidaria” de la sociedad vasca, que siente como su segunda casa. Y también iniciativas como la de Global Sumud Flotilla, que se dirigía a Gaza con ayuda humanitaria y cuya detención ha provocado una oleada de manifestaciones de rechazo en el Estado y en otros países.
Pero su gesto cambia cuando se le pregunta por el plan de paz para Oriente Medio presentado el lunes por el presidente de EE.UU., Donald Trump. “Es un nuevo chiste. Llevan 70 años diciendo que van a arreglar la situación. Todo esto es una farsa. Las bombas que se lanzan en Palestina están fabricadas en Estados Unidos, a partir de ahí, cualquier cosa que se diga sobre la paz es un ejercicio de hipocresía. Mientras estamos hablando ahora mismo, alguien está muriendo en Gaza. Simplemente, por tratar de coger agua o algún alimento”, denuncia.
El sonido de la guerra: "Caían misiles cerca de mi casa"
Es lo que ha conocido desde que vino al mundo. “Durante mi vida en Gaza he conocido diferentes masacres perpetradas antes de este genocidio en las que murió mucha gente. Caían misiles cerca de mi casa. Es horrible. Es inimaginable el sufrimiento que tienen que estar padeciendo hoy en día. Un misil son tres toneladas de material explosivo”, según detalla.
Le preguntamos al joven qué describa aquel escenario, qué explique qué se siente cuando cae una bomba al lado de casa. “No se puede describir con palabras. En un momento rememoras toda tu vida, sientes mucha presión y durante los días siguientes al estallido no oyes nada, e incluso puedes llegar a perder tu capacidad auditiva. Es como una pesadilla”.
Una media de 28 niños han muerto en Gaza cada día, el equivalente a una clase entera de un colegio. Sólo en un día. Menores que no son combatientes, asesinados y mutilados mientras hacían cola para recibir alimentos y medicinas vitales. Cerca del 70% de los muertos son mujeres y niños. “Es una vergüenza para la humanidad lo que han hecho con nuestro pueblo”, responden los tres.
"Quieren hacer desaparecer al pueblo palestino"
Y añaden que “ha sido una vergüenza por parte de todas las organizaciones que controlan el mundo, porque todos sabían lo que estaba ocurriendo. Todos sabían cuál era el objetivo de este genocidio, y nadie hizo nada. Quieren matar a las mujeres y a los niños para acabar con nuestra generación, para hacer desaparecer al pueblo palestino. Y para ellos da igual que seas mujer, niño o artista”, confiesan los tres.
Tratan de concienciar de todo ello a través de su música, que nació del dolor que brota de su tierra. “Después de cada ofensiva israelí siempre había muchísimos niños que presentaban traumas, que se quedaban en situación de shock. Fue a partir de ahí cuando empezamos a explorar la posibilidad de utilizar la música para paliar sus males. Empezamos a desarrollar diferentes actividades. Fue un trabajo muy duro porque fuimos de refugio en refugio intentado llevarles esperanza. De esa manera fue creciendo el grupo, con la idea de convertirnos en la voz de nuestro pueblo”, explica Haddad.
Hoy en día Sol Band produce su propia música y ha participado en 30 episodios para la televisión nacional palestina. Mantienen vivo el recuerdo del director que grabó el vídeo de uno de los temas del grupo, y que fue asesinado dos semanas antes de que se emitiera por primera vez. “La música puede llegar a ser terapéutica, pero en realidad nada puede acabar con este dolor, es un dolor eterno”, confiesan. Desde su llegada a Euskadi, la banda ha ofrecido recitales en solidaridad con el pueblo palestino, de la mano de la asociación Gernika-Palestina.
“Todas las canciones están compuestas durante nuestra vida en Gaza. Hablan de cuando tuvimos que huir, de la vida en las tiendas de campaña”, explican Fares y Hamadad. Los músicos hacen un llamamiento a organizaciones y artistas para que apoyen la causa. Se muestran dispuestos a colaborar. “Que cada uno, en el ámbito en el que se mueva, haga lo que esté en su mano para mejorar esta situación”, piden a la sociedad.
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