La producción de txakoli ascenderá a unos 3,5 millones de kilos de uva en Gipuzkoa
Los aranceles de EEUU causan incertidumbre aunque crecen mercados como Japón y México
La recolección de uva está llegando a su fin en la mayoría de las bodegas que se dedican a la producción de txakoli, que ya preparan la nueva temporada. La vendimia para muchas txakolindegias terminará a finales de septiembre, tras haberse adelantado por las condiciones meteorológicas respecto a años anteriores. Una campaña más, los viticultores han trabajado a destajo, pendientes de un cielo que, cada vez con más frecuencia, marca el ritmo de la cosecha y, por tanto, del negocio.
Itziar Eizaguirre, enóloga de la bodega Talai Berri de Zarautz y presidenta de la Denominación de Origen Getariako Txakoliña, resume cómo ha sido el último verano: “La campaña ha ido muy desigual, porque el verano ha sido tormentoso. Hay zonas que están muy bien, pero hay zonas a las que el hongo Mildiu ha atacado a los viñedos y están peor. La viña está como el verano que hemos tenido, desigual”.
Getariako Txakoliña cuenta actualmente con 31 bodegas, repartidas por diferentes municipios guipuzcoanos que, principalmente, se concentran en Getaria, Zarautz y Aia, aunque también se puedan encontrar en Orio, Deba, Hondarribia y otras localidades. Según explica Ruth Mozo, secretaria del Consejo Regulador de la Denominación, “este año ha sido un año complicado, porque todos hemos sufrido un julio con muchas lluvias y temperaturas que han propiciado la aparición de Mildiu. Es una enfermedad endémica en la zona, que siempre está presente, pero cuando las condiciones son favorables puede desarrollarse más intensamente”.
“La campaña ha ido muy desigual, porque el verano ha sido tormentoso. Hay zonas que están muy bien, pero hay zonas a las que el hongo Mildiu ha atacado a los viñedos y están peor. La viña está como el verano que hemos tenido, desigual”
Pese a estas dificultades, Mozo cree que el sector ha sabido reaccionar con profesionalidad y que la producción será similar a la del pasado año. “Creo que va a ser un año como el pasado en cuanto a cantidad. Todavía no tenemos los datos cerrados, pero todo apunta a que la recolección rondará los tres millones y medio de kilos de uva”. A este respecto, confirma que ya hay algunos productores que han terminado con sus labores de vendimia, mientras que otros, como Talai Berri, lo harán en las próximas semanas.
La cosecha de las últimas tres campañas se ha cerrado en torno a los mismos valores, y ambas coinciden en que “después de la gran cosecha que vivimos en 2022, porque se dieron todas las circunstancias necesarias para el cultivo de la uva, el número de recolecta ha bajado un poco”. “Dentro de lo que cabe, podemos considerar que la producción ha encontrado cierta estabilidad”, apunta Mozo.
Las condiciones climatológicas, un factor clave
El arranque temprano de la vendimia es uno de los síntomas más claros del cambio climático, que desde hace años obliga a los productores a modificar sus calendarios. “Empezamos a vendimiar el día 15 de septiembre, cosa que no habíamos hecho nunca. Normalmente empezamos la última semana de septiembre”, asegura Eizaguirre. El adelanto de casi dos semanas garantiza una uva madura a los productores de Talai Berri, pero les ha obligado a reorganizar tiempos y recursos en bodega.
La irregularidad se percibe también al comparar las últimas campañas: “El 2022 fue extraordinario, porque nos hizo un verano maravilloso. Pero 2023 y 2024 fueron más flojos, y este año ha sido similar”, reconoce la enóloga. Para Mozo, la clave está en aceptar que cada año será distinto: “La climatología cada año es más complicada. Lo bueno es que aquí muchos viticultores son profesionales y saben cómo gestionar su viñedo. Tenemos que ir aprendiendo día a día y adaptarnos a un escenario cambiante”.
El sector, sin embargo no solo está pendiente de la producción, sino también del mercado. Mozo recuerda que cerca del 17% de la producción total de las 31 bodegas se exporta a Estados Unidos, un porcentaje relevante para una denominación pequeña como la guipuzcoana. Al mismo tiempo, insiste en el potencial de consumo local: “Yo creo que en Gipuzkoa se podría consumir más txakoli. Junto a la sidra, es una de las dos bebidas locales, y al menos todo el mundo debería probarlas”. Desde el punto de vista del negocio, además, es contundente y subraya que “puede ser peligroso centrarse solo en un nicho de mercado, porque si te falla, no tienes otra opción. Lo mejor es diversificarlo”.
La campaña 2024-2025 se presenta, por tanto, con cautela y esperanza. Una cosecha sin grandes repuntes, pero con la estabilidad suficiente para mantener la calidad que distingue al txakoli guipuzcoano, siempre condicionado por el reto de un clima cada vez más extremo.
“La climatología cada año es más complicada. Lo bueno es que aquí muchos viticultores son profesionales y saben cómo gestionar su viñedo. Tenemos que ir aprendiendo día a día y adaptarnos a un escenario cambiante”
El mercado internacional, un reto
La nueva campaña, marcada por la irregularidad climatológica, abre también un nuevo ciclo en el que las bodegas de txakoli no buscan solo estabilidad en la viña, sino también en los mercados. A pesar de que Eizaguirre afirme que el viñedo de Talai Berri haya vivido los últimos meses de manera desigual, la incertidumbre que transmite las cambiantes condiciones climatológicas no se traslado al apartado comercial. Las bodegas de Getariako Txakolina miran cada vez más al exterior.
Si actualmente, alrededor del 17% de la producción de la denominación se exporta a Estados Unidos, esa cifra asciende al 40% en la txakolindegia zarauztarra. Talai Berri destina casi la mitad de su producción a la exportación, y de ese porcentaje, un 80% tiene como destino EEUU. Respecto a lo aranceles estadounidenses, cree que “consecuencias habrá seguro. Lo peor de Trump es la incertidumbre, ya que su discurso muchas veces es más cambiante que el tiempo”, afirma Eizaguirre.
En 2025, el presidente de Estados Unidos reactivó su discurso de fuertes aranceles. Pero, de momento, la bodega apenas se ha visto afectada. “Nosotros solemos exportar de diciembre a marzo. Cuando empezó a hablar de aranceles, en marzo, casi todo ya había salido toda nuestra producción”, explica, mientras apunta que el problema puede aparecer cuando la amenaza se convierta en decreto: “Si nos ponen un 100% de aranceles, será imposible exportar. Si es un 10%, se puede negociar con el importador”.
“Si nos ponen un 100% de aranceles, será imposible exportar. Si es un 10%, se puede negociar con el importador”
Ante esa volatilidad, y con la intención de intentar evitar los problemas que podría causar un posible excedente de producción, que por ahora no se ha dado tal y como asegura Mozo, las bodegas vascas buscan diversificar destinos. Japón, México o países europeos aparecen como mercados en crecimiento. “La idea es no depender solo de uno”, suma Mozo. “Si falla Estados Unidos, hay bodegas que mucho porcentaje de su producción lo tienen allí, y eso es un riesgo para una denominación pequeña como la nuestra”, advierte Ruth Mozo. Por eso, la estrategia de las bodegas pasa por diversificar destinos y reducir la dependencia de un solo comprador internacional.
Mozo insiste en la necesidad de abrir nuevos caminos, y asegura que “se está intentando diversificar”. Las bodegas están desde hace años tratando de abrir nuevos nichos de mercado en países como México, sin dejar de trabajar con importadores sólidos como Japón, Francia o países escandinavos como Noruega, Suecia o Finlandia.
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