Los atunes de la granja de Getaria ya crecen: "Les vuelven locos las caballas"
Si las pruebas son satisfactorias, el próximo paso será solicitar la autorización para el "preescalado comercial" el año que viene
El proyecto experimental de engorde de atún rojo en jaulas en el Cantábrico, que se desarrolla en aguas de Getaria, alcanzará en las próximas semanas un nuevo hito para constatar su viabilidad con el sacrificio del medio centenar de ejemplares confinados desde mediados de julio en sus instalaciones.
Se trata de dos jaulas circulares, de 50 metros de diámetro y cerca de 30 de profundidad en una de las cuales nadan 50 cimarrones, capturados con artes de cerco por el barco Kantauri y trasladados hasta las instalaciones experimentales para su engorde.
Fueron pescados con entre 70 y 80 kilos de peso y se espera que, al ser sacrificados, alcancen los 100, explica Juan José Navarro, director adjunto de la empresa Balfegó promotora del proyecto junto al centro vasco de investigación Azti.
Fase piloto
Será entonces cuando se podrán obtener nuevos datos de relevancia, como el nivel de engrase y la calidad del producto obtenido, que ayudarán a determinar la viabilidad de esta experiencia, cuya fase piloto cuenta con un presupuesto de dos millones de euros.
Ajenos de momento a todo ello, los 50 atunes de la granja de engorde experimental nadan confinados a unas cinco millas náuticas de la costa, donde todos los días son alimentados entre enormes boyas de color amarillo por un equipo de cinco buzos con el apoyo de un buque de servicio y una lancha tipo zodiac.
"Les damos de comer pescado azul, como sardinas y caballas, pero lo que realmente les vuelve locos son las caballas", explica a Efe uno de los buzos mientras, con los pies firmes en un flotador, arroja a una de las jaulas puñados de peces junto a sus compañeros.
Como una Cabalgata
Una suerte de 'Cabalgata de Reyes' marina, en la que sus 'Majestades de Oriente' visten neoprenos y quienes se disputan los 'caramelos' no son niños sino voraces túnidos de 1,70 metros.
Al alimentarse, los cimarrones ofrecen un espectáculo en el que en décimas de segundo las tranquilas aguas de la jaula se convierten en un hervidero donde, entre destellos de plata y aletas afiladas, sardinas y caballas desaparecen tan pronto como tocan la superficie.
Decenas de gaviotas se unen cada jornada al festín sobrevolando el cercado de los atunes donde, oportunistas, intentar robar alguno de los pequeños peces que las veloces embestidas de los cimarrones no aciertan a capturar.
El perímetro de la cesta, desde el que los atunes son alimentados, cuenta con un ingenioso sistema de flotadores en los que se puede inyectar tanto agua como aire para sumergirlos hasta 20 metros en caso de temporal, aclara el portavoz de Azti Manolo González.
Se trata de un equipamiento esencial para sortear los días de oleaje y temporal sin que las instalaciones resulten dañadas y que se completa con una cubierta que, a modo de tapa, permite capear el oleaje y la mala mar, tan típicos del Cantábrico y menos frecuentes en el Mediterráneo, donde hasta ahora se han emplazaban habitualmente este tipo de instalaciones.
Por el momento no ha sido necesario utilizarlo ninguna vez, desvela González, quien confía en que tampoco sea necesario hacerlo antes de que en los próximos días acudan a las instalaciones los buzos expertos necesarios para sacrificar a los atunes.
El sacrificio de los atunes
Un proceso delicado que requiere mucha experiencia para que los animales mueran con el menor sufrimiento posible sin que su exquisita carne roja llegue a estropearse.
Para este fin, se emplean fusiles submarinos y balas que deben impactar de forma certera junto al ojo del atún sacrificado, cerca de donde se encuentra el cerebro, de modo que el animal muera de una forma rápida. Un proceso en el que, a modo de garantía, participará un observador de la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT).
Una vez sacrificados, los ejemplares serán eviscerados y refrigerados inmediatamente con el fin de reducir la temperatura corporal del animal lo antes posible y permitir una adecuada conservación y mantenimiento de la calidad. Los promotores de la iniciativa esperan que el atún rojo obtenido de esta manera sea de primerísima calidad gastronómica.
Piensos animales
En el proceso no se desperdiciará nada, ya que parte de las vísceras obtenidas servirán para los estudios científicos de Azti y el excedente será utilizado para elaborar piensos destinados a la alimentación animal.
En caso de que este proyecto de engorde de atún rojo siga confirmando las expectativas, el próximo paso será solicitar la autorización para el "preescalado comercial" el año que viene, lo que supondría pasar de albergar 50 atunes a acoger entre 500 y 1.000.
El programa se completaría luego en los años siguientes con la instalación de cuatro o cinco jaulas más, con capacidad para 150 toneladas de atún cada una y un coste adicional de entre cuatro y cinco millones de euros.
De esta manera, la idea es que en el futuro la mayor parte de la cuota de más de mil toneladas de atún con las que cuenta la flota vasca se destine a la explotación de acuicultura, sin que sea necesario ceder parte de ella a los pescadores de otras partes de España, como se hace actualmente, y permitiendo la recuperación de la pesca al cerco en el Cantábrico para los arrantzales vascos.
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