“La Administración se tiene que implicar en una solución integral a los pabellones okupados de Herrera”
La asociación de vecinos Herripe cree que no se ha actuado con previsión ante “un situación que se veía venir”
Falta de previsión ante “una situación que se veía venir”, lo que ha generado un problema de convivencia que está acelerando un proyecto urbanístico con el que no comulgan. Es la lectura que hace Herripe auzo elkartea, la asociación de vecinos de Herrera, de lo que ha sido hasta ahora la gestión en torno a los tres pabellones industriales okupados del barrio donostiarra, donde el viernes se identificó a 135 personas durmiendo en un área degradada de la ciudad en la que los incidentes no cesan.
Hace ya más de tres años que los vecinos de Herrera siguen muy cerca la evolución del proyecto urbanístico en los terrenos de la antigua fábrica de Zardoya Otis. Y con la misma preocupación reclaman alguna alternativa para los jóvenes que ocupan los tres pabellones que han ido quedando en desuso.
“Llegados a esta situación, la mayoría de la gente lo que quiere ahora es una solución cuanto antes, y el debate sobre el proyecto urbanístico ha pasado así a un segundo plano, porque ahora mismo lo que se prioriza es el desalojo y hacer las viviendas que sean”. Son palabras de Jose Angel Apaolaza, presidente de Herripe auzo elkartea, entidad que el año que viene cumplirá medio siglo de vida.
Dentro de dos semanas el Pleno municipal aprobará de forma inicial la operación que va a permitir regenerar este degradado espacio industrial, para el cual se contempla un total de 380 viviendas, el 40% de ellas protegidas
Entretanto, la presencia policial en el Distrito Este de Donostia se ha convertido en una estampa habitual. Lo es en la actualidad como lo fue el año pasado, cuando fue desalojado por orden judicial un antiguo comercio okupado, próximo a los pabellones donde pernocta actualmente más de un centenar de personas. “Por aquel entonces había algunos jóvenes, pero Zardoya estaba vacío. La empresa hacía muy poco que se había ido al polígono industrial de Eskuzaitzeta. Entonces ya planteamos al Ayuntamiento que, de alguna manera, era necesario adoptar alguna decisión para evitar que el problema fuera a más”, rememora Apaolaza.
La asociación vecinal entiende que durante este tiempo no se han tomado cartas en el asunto, “y hemos llegado a la actual situación”. Una zona convertida en “uno de los lugares de inseguridad de la ciudad que más nos preocupa, un problema real”, según reconoció el pasado mes de mayo el concejal de Seguridad, Bomberos y Protección Civil, Martin Ibabe.
Plan urbanístico: "son demasiadas casas para el espacio que hay"
Mientras tanto, el proyecto urbanístico previsto para esta zona ha seguido su curso y dentro de dos semanas el Pleno municipal aprobará de forma inicial la operación que va a permitir regenerar este degradado espacio industrial, para el cual se contempla un total de 380 viviendas, el 40% de ellas protegidas. La asociación vecinal dice que “son demasiadas para el espacio que hay” y, por contra, entiende del todo insuficientes las áreas verdes previstas.
“Son cuestiones que ya trasladamos al Ayuntamiento. Cuando lo hicimos, por aquel entonces, las precarias condiciones de vida de las personas que estaban viviendo en los pabellones no habían llegado al extremo actual, pero todos sabíamos que iban en esa dirección. Sabíamos que en cuanto Zardoya abandonase, se abría un espacio mucho mayor para que entrara más gente, y es lo que ha pasado”, reflexiona el presidente de la asociación vecinal, que aboga por ofrecer “alguna solución” a las personas que malviven en la zona.
Desde el Ayuntamiento de Donostia se han dado pasos. De hecho, se impulsó un proceso con la participación de los propios vecinos. “Tomamos parte en él para ver cómo garantizar unas mejores condiciones de vida para estas personas, porque somos conscientes de la difícil situación en la que han llegado y en la que se encuentran”. Apaolaza, sin embargo, lamenta que todo ese trabajo parece haberse diluido en el tiempo “y al final no se ha llegado a ninguna conclusión”.
La asociación incide en que al colectivo “no se les puede dejar a su suerte, ni el Ayuntamiento escudarse en que no es competencia suya porque, entre otras cosas, al final los paganos de toda esta situación somos los ciudadanos”, incide Apaolaza.
"Normal que haya conflictos, y normal que se desate la preocupación y el miedo"
La asociación ha tomado parte en diferentes iniciativas con entidades como Arrats y SOS Racismo para explorar algún tipo de solución. “De alguna manera, hay que responder. Son unas condiciones de vida muy difíciles en instalaciones deterioradas. Normal que haya conflictos, y normal que se desate la preocupación y el miedo, sobre todo entre los vecinos que viven más próximos a los edificios. Creemos que esta situación requiere de una respuesta más integral en la que la Administración se tiene que implicar más en la búsqueda de una solución a los pabellones okupados”.
La asociación reclama a su vez responsabilidades a los propietarios de los edificios, cuya titularidad ha cambiado de manos y es ahora de diferentes promotoras. Herripe ha trasladado al Consistorio “la necesidad de que intervenga exigiéndoles que asuman la responsabilidad que les corresponde por el deterioro de la situación y el devenir de los acontecimientos. Lo que no puede ser es que se vayan de rositas. Si a mí se me cae el balcón, inmediatamente viene el Ayuntamiento y me dice lo que tengo que hacer, pero aquí en cambio parece que los propietarios no tienen ninguna responsabilidad”, remarca, molesto, Apaolaza.
Ante esta solicitud de la asociación, el Ayuntamiento de Donostia ha optado, dos semanas antes de llevar el asunto al pleno, por realizar una inspección de los pabellones, actuación que técnicos del Departamento de Urbanismo realizaron el viernes con un amplio despliegue policial. A tal fin, durante la mañana técnicos municipales emplearon un dron que sobrevoló la cubierta de los edificios, al tiempo que agentes tomaban fotografías del lugar.
También se llevó a cabo la indentificación de las personas que residen en el lugar. En lo que va de año la Guardia Municipal ha realizado en la zona más de medio centenar de actuaciones. Los incidentes son frecuentes en la antigua fábrica, algo que reconocían el viernes los propios moradores. “Aquí dentro vivimos mucha gente. La verdad es que no se puede ni dormir. Hay peleas, gritos y droga”, confesó a este periódico uno de los jóvenes que vive en el pabellón desde hace seis meses.
"Los niños tienen miedo. Son ya casi cinco años padeciendo esta situación. Mi hijo tiene nueve, y no quiere que deje el balcón abierto por miedo a que entren. Cuando baja a la calle, va mirando a todas partes”, confesaba Arritxu Arrieta, vecina del número 12 del Paseo de Herrera.