Las asociaciones especializadas en la rehabilitación de personas con problemas de ludopatía en Gipuzkoa vienen observando desde la pandemia un descenso del número de afectados que acude a los grupos de terapia. Aunque hoy en día existen diferentes entidades y recursos disponibles, esa búsqueda de ayuda parece disminuir, lo que puede deberse a factores como la falta de conciencia sobre las alternativas que existen, el estigma asociado a la adicción al juego o la preferencia por otras formas de tratamiento

“No sabemos por qué. No sabemos el motivo pero el caso es que la gente viene cada vez menos, y quienes lo hacen, al poco tiempo se marchan. Estamos preocupados”, reconoce Adolfo, integrante de la Asociación de Jugadores Anónimos de Hernani. Esta entidad, que desde hace 35 años presta ayuda en este campo, subraya la importancia de alertar sobre “un problema social de envergadura, una enfermedad que si bien no se cura, tenemos demostrado que se puede detener y tratar”.

La caída del número de personas que se somete a terapia tiene lugar en pleno auge de las apuestas deportivas y los juegos online, que siguen siendo muy accesibles para cualquier persona, incluyendo menores, lo que contribuye a aumentar los riesgos de adicción. Ocurre todo ello junto a otras formas de juego más tradicionales. Actualmente en Gipuzkoa hay funcionando un total de 1.491 máquinas B (tragaperras) en locales de hostelería, y a pesar de que la cifra ha ido reduciéndose en los últimos años, siguen presentes, además de en salones de juego y bingos, en bares y cafeterías.

Así, el afán progresivo e incontrolado por apostar dinero adopta diferentes formas con un mismo denominador común. Según los datos del Observatorio vasco del Juego, que hacen una radiografía de esta realidad social, un total de 28.000 vascos mantienen una relación conflictiva con el juego, aunque solo 2.000 se encuentran en una situación grave por esta enfermedad “invisible y silenciosa”. Una patología que puede ocultarse durante bastante tiempo, y que va camino de convertirse en un importante problema de salud en Euskadi. El 92,8% de la población ha jugado alguna vez en su vida, mientras que un apabullante 85,8% lo ha hecho en el último año.

Víctimas de todas las edades

Jugadores de todas las edades, desde estudiantes hasta jubilados, pueden caer en el desorden adictivo caracterizado por una urgencia psicológicamente incontrolable de jugar y apostar, que acaba afectando negativamente a la vida personal, familiar, laboral y al tiempo de ocio. A pesar de que los operadores promueven activamente el juego responsable, la cantidad de personas atrapadas por la adicción crece a un ritmo constante.

Adolfo lleva 24 años sin jugar, y sigue acudiendo a la terapia todos los martes. “Estuve muy desesperado, a punto de perderlo todo, pero con el tiempo y constancia pude darle la vuelta a mi vida”, dice mientras anima a otras personas con problemas de ludopatía a que de un paso similar. “En mi caso tuve que recurrir a créditos, pero en realidad yo no fui a pedir ayuda, a mí me llevaron. Quizá es un caso atípico. No toqué fondo, y no sé si llegué a hacerlo. Dejé de jugar porque no tenía dinero, y porque mi mujer me dijo claramente que paraba o se iba”. Aquello, según reconoce, fue lo que le hizo reaccionar.

Y aunque no dio el paso por una toma de conciencia de la gravedad de la enfermedad, con el tiempo ha podido comprobar que la vida sin el juego merece mucho más la pena. “Me di cuenta de que ganaba mucho con el cambio, y me dije que no volvería a jugar en la vida”. Un propósito que se ha mantenido inalterable durante más de dos décadas, hasta el día de hoy.

El grupo autogestionado de terapia al que acude se reúne todos los martes a partir de las 19.00 horas en un local habilitado por los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Hernani. “Por aquí han pasado cientos de personas, y la mayoría de quienes hemos venido y mantenido una continuidad en el tiempo hemos dejado de jugar. Nosotros sabemos que funciona, sabemos que podemos ayudar a la gente, el problema es cómo llegar hasta ellos y ellas. En ese sentido, deben saber que esto es gratuito, y que les podemos echar una mano para que dejen atrás ese gran problema que tienen”, subraya.

Preocupante ludopatía entre jóvenes

Casi el 4,3% de la población del Estado se ha enfrentado a una forma problemática de ludopatía, según datos de la Dirección General de Ordenación del Juego (DGOJ). Esto es un 0,8% más que en 2022, y la cifra sigue aumentando. Preocupa de un modo especial el crecimiento de problemas de ludopatía entre jóvenes de 18 a 25 años. Alrededor del 70% de las personas con adicción dicen preferir los casinos online y las casas de apuestas, lo cual no sorprende, ya que el acceso a los juegos a través del smartphone se ha vuelto prácticamente ilimitado.

El Gobierno Vasco advierte de que la disponibilidad de los juegos y su accesibilidad pueden facilitar la adicción, y alerta en ese sentido del peligro que entraña jugar a través de cualquier dispositivo conectado a la red durante las 24 horas del día. A este respecto, el perfil del jugador con problemas de ludopatía está cambiando en Euskadi.

Aunque históricamente se asociaba a hombres jóvenes de entre 30 y 40 años con nivel socioeconómico medio o medio-bajo, actualmente se observa un aumento de casos en jóvenes menores de 30 años, e incluso en adolescentes, para quienes la necesidad incontrolable de jugar acaba afectando negativamente a su vida personal, familiar y laboral.

Comienza a partir de ahí una espiral que, con el tiempo, puede acabar estallando de la peor de las maneras. “Es un problema que puede llegar a ser fatal. Hay quienes acaban en la cárcel y lo pierden todo. Y hay quienes se van al otro barrio porque no pueden aguantar más la situación. La tasa de suicidio es bastante elevada entre afectados que se quedan atrapados en el bucle del juego. Atrapados hasta que llega un momento en el que no pueden continuar con su vida y deciden terminar. Nos preocupa mucho el tema”, confiesa el miembro de la Asociación de Jugadores Anónimos de Hernani.

Se puede salir, pero para ello hace falta continuar con la terapia. Quienes la dejan quizá sea porque no han tocado fondo. Si vuelves a jugar quiere decir que en realidad no le has cogido miedo al juego. Yo le tengo miedo porque sé a dónde me puede llevar y lo que puede llegar a hacer conmigo. Cuando estamos en activo, nos creemos los amos de la barraca pero en realidad estamos totalmente dominados por el juego”, advierte.

En su opinión, hay otra cuestión importante que lo condiciona todo. “Hay un problema de fondo, que es que todo esto da mucho dinero, sobre todo a los gobiernos. Por eso, salvo a la persona con ludopatía, a nadie le conviene que desaparezca, ése es nuestro gran problema", confiesa Adolfo en alusión a un sector que hace ya cuatro años suponía prácticamente el 1% del PIB de Euskadi, generando 4.300 empleos directos, entre locales de hostelería o mecánicos. "Es un monstruo que tiene la boca muy grande para poder cerrársela; es muy difícil actuar contra eso", subraya.