Vivimos un momento en el que lo local se ha convertido en tendencia. Restaurantes, comercios, productores y consumidores hablamos de proximidad, de tradición y de compromiso con el entorno. Pero no todo lo que se presenta como “local” lo es realmente. En un mercado globalizado y muchas veces opaco, la procedencia real de los alimentos que consumimos marca la diferencia, y distinguirla no siempre es fácil.
En este contexto, las certificaciones de calidad y origen se convierten en una herramienta imprescindible para el consumidor responsable. Son un respaldo objetivo que garantiza que un producto no solo es local, sino que ha sido elaborado cumpliendo con criterios estrictos de trazabilidad, sostenibilidad y bienestar animal. En el caso de la carne de vacuno del País Vasco, esa garantía tiene un nombre: Euskal Okela.
Con rigor y compromiso
Euskal Okela es la Indicación Geográfica Protegida (IGP) que certifica que la carne de vacuno procede exclusivamente de animales nacidos, criados y sacrificados en Gipuzkoa, Araba o Bizkaia. Pero no se trata solo de un sello de procedencia. Esta IGP certifica todo un modelo de trabajo basado en el respeto por el animal, el entorno y la calidad del producto. Controla desde la alimentación (basada en forrajes naturales y piensos de calidad) hasta el manejo, las condiciones de vida, el transporte y el tratamiento de la carne.
Desde la cooperativa Baserria KM0, animan a los consumidores a mirar más allá del envoltorio y a preguntarse qué hay detrás de cada pieza de carne que compran
Solo aquellas piezas que cumplen todos los requisitos pueden llevar la etiqueta de Euskal Okela. Un distintivo que no se improvisa: se trabaja cada día, en los caseríos, con rigor y compromiso.
Dar valor a lo que es nuestro
Desde la cooperativa Baserria KM0, compuesta por más de 300 ganaderos del País Vasco, defienden este modelo de producción y animan a los consumidores a mirar más allá del envoltorio y a preguntarse qué hay detrás de cada pieza de carne que compran. Apostar por productos con sello de calidad no solo garantiza lo que comemos, sino también a quién estamos apoyando con nuestra compra.
Cuando elegimos Euskal Okela, estamos apostando por la ganadería de nuestros pueblos, por caseríos que mantienen vivo el medio rural, por empleo local y por prácticas respetuosas con los animales y el entorno. Estamos, en definitiva, dando valor a lo que es realmente nuestro.
Porque lo local de verdad no es una moda, es un compromiso. Un compromiso con la tierra, con quienes la trabajan y con nuestra forma de alimentarnos. Euskal Okela es carne con origen, con identidad y con todas las garantías para estar en el plato con orgullo.