Para los migrantes cuyo lengua es el castellano, el euskera es un idioma válido pero no necesario en Gipuzkoa. Esta es la principal conclusion de la segunda parte del estudio de diversidad lingüística realizado por el Cluster de Sociolingüística con el apoyo de la Diputación de Gipuzkoa y titulado ‘Jatorrian gaztelania hizkuntza ofiziala duten etorkinen integrazio soziolinguistikoa’.

Los autores del estudio han prestado especial atención a las personas procedentes de países cuya lengua oficial en su territorio es el castellano. La presencia de este colectivo ha experimentado un crecimiento constante en los últimos años, pasando de 3.957 personas en 2001 a 45.863 en 2023. Representan el 6,3% de la población de Gipuzkoa y el 52,3% del conjunto de la población migrante.

Sociedad diversa

Los autores del estudio, un equipo compuesto por Belen Uranga, Asier Basurto y Arantza Eguiguren, son conscientes de que estos datos muestran una sociedad guipuzcoana cada vez más diversa, que plantea nuevos retos y oportunidades desde el punto de vista de las políticas lingüísticas. La investigación se ha centrado en el enfoque cualitativo, para analizar en profundidad los procesos y vivencia de la integración sociolingüística.

Para ello, se han realizado entrevistas a personas de origen latinoamericano residentes en diferentes localidades guipuzcoanas teniendo en cuenta la diversidad de géneros, edades, orígenes y ámbitos de trabajo. Tomando como eje del análisis la voz y la subjetividad de las personas inmigrantes, se ha tratado de identificar las claves sociolingüísticas para entender sus experiencias.

Hegemonía del castellano

El estudio pone de manifiesto que la presencia hegemónica del castellano afecta a la visibilidad y uso del euskera. “Las personas migradas tienen plena capacidad para comunicarse en castellano, por lo que desarrollan su vida cotidiana en esta lengua, lo que reduce la necesidad del euskera. En consecuencia, aunque los inmigrantes manifiestan interés por aprender euskera, a menudo no inician el proceso de aprendizaje, al considerar que la utilidad social de la lengua es limitada”. En conclusión, el euskera se percibe como “válido”, pero no como “necesario”.

La investigación concluye, sin embargo, que las actitudes son generalmente positivas. “Reconocen al euskera como parte de la identidad guipuzcoana y reconocen que puede jugar un papel importante en la educación de sus hijos. Sin embargo, la motivación afectiva e instrumental no son suficientes para dar el salto en las prácticas cotidianas. Aunque el lugar simbólico del euskera en la sociedad es respetado, su peso como herramienta comunicativa es todavía escaso en la vida cotidiana de los inmigrantes”.

Además, el estudio subraya otro aspecto preocupante: “las variantes latinoamericanas del castellano pueden sufrir una estigmatización en contextos como el escolar o el mundo laboral”. Los investiogadores han percibido que a los inmigrantes se les corrige su lenguaje y se les considera una variante contraria al estándar, “haciendo aflorar el racismo lingüístico”. Esta situación “afecta directamente a la socialización lingüística, a la autoestima y a la valoración de la diversidad lingüística”, señalan los autores de estudio

Esfuerzos

En este contexto, se advierte de que la integración sociolingüística no puede entenderse como un mero esfuerzo de la población inmigrante. “Para que el proceso sea exitoso es imprescindible la disponibilidad de la sociedad receptora, la disponibilidad de recursos y una actitud abierta hacia la diversidad lingüística”.

Desde una visión optimista se señala que el proceso de revitalización del euskera “tiene la oportunidad de implicar activamente a las nuevas comunidades”, pero para ello es condición “que se garantice de forma sistemática la presencia, accesibilidad y funcionalidad de la lengua”.