"Tras el histórico acuerdo, toca remangarse entre todos para mejorar los resultados la escuela pública”
Las huelgas son ya un mal recuerdo. La consejera de Educación solo tiene ojos para mejorar entre toda la comunidad escolar el nivel académico, combatir la segregación y atender con más recursos a la creciente diversidad
Begoña Pedrosa (Areatza,1975) es especialista en el desarrollo de competencias para el plurilingüismo en contexto de lenguas minorizadas. Como consejera de Educación, ha logrado lo que pocos de sus predecesores en el cargo, firmar un acuerdo que renueva el convenio colectivo del profesorado de la escuela pública, que llevaba caducado una década. A escasas 48 horas de cinco jornadas de huelga consecutivas –tras una reunión maratoniana– el Departamento de Educación y los sindicatos –excepto ELA– alumbraron un pacto que trasciende lo salarial. Que también. Más docentes y menos estudiantes por aula, menos horas de clase, más profesionales de apoyo para atender la vulnerabilidad y un plan de desburocratización del sistema son algunas de las medidas de un acuerdo que está llamado a sentar las bases de la transformación de la escuela pública vasca para mejorar los resultados.
Sobre la bocina, pero ha cerrado un acuerdo con los sindicatos que ‘a priori’ les proporciona paz social al menos hasta 2028.
— Exactamente, es un acuerdo que nos da estabilidad. Es un acuerdo que pone en el centro la mejora educativa y, por supuesto, más recursos para llevarla a cabo. Lo más importante es que lo hemos logrado con una negociación larga pero contundente, teniendo en cuenta precisamente lo que nos piden los centros educativos públicos y el sistema en su conjunto.
¿Siente que realmente tiene garantizada esa paz social esta legislatura?
— Para mí lo más importante es lo que hemos logrado. Hemos logrado hablar de educación, poner encima de la mesa propuestas concretas para la mejora educativa teniendo en cuenta lo que nos han dicho los centros educativos. Cuando decimos que es un gran acuerdo, estamos hablando desde esa perspectiva y también desde la estabilidad. Tener estabilidad durante más de tres años es bueno para el sistema porque da tranquilidad a los centros educativos, a las familias y al alumnado. Que no se nos olvide que trabajamos para que nuestro alumnado se desarrolle académicamente y personalmente y, obviamente, para que nuestro profesorado tenga buenas condiciones laborales.
En los últimos compases de la negociación, la atención se centró en la subida salarial del 7%. Pero desde su punto de vista, ¿cuáles son los aspectos medulares de un acuerdo que ha calificado de “histórico”?
— Estamos hablando de más recursos para responder a la mejora de resultados, de más recursos para atender la complejidad y diversidad que tenemos en muchos centros públicos. Estamos hablando de menos alumnos en el aula, de más profesorado, de más y mejor acompañamiento para reforzar la competencia lingüística, sobre todo el euskera. Pero también estamos hablando de salud laboral, de un reconocimiento retributivo específico para quienes trabajan en centros de alta complejidad educativa. Por eso decimos que es un acuerdo histórico que viene a mejorar el sistema público en su conjunto.
Steilas ha afirmado que además de una “mejora significativa de las condiciones laborales”, el acuerdo “devuelve a la escuela pública vasca, en gran medida, su referencialidad”. ¿El pacto deja en evidencia a quienes critican que la Ley Vasca de Educación pretende equiparar a la red pública y la privada?
— Bueno, la Ley Vasca de Educación es una muy buena ley y representa lo que es la sociedad de Euskadi, es un reflejo de donde venimos desde una perspectiva histórica y de lo que somos como sociedad. Siempre hemos dicho que la escuela pública es el eje vertebrador del sistema educativo vasco y creo que este acuerdo así lo demuestra. Más allá de las opiniones que pueda haber al respecto, para nosotros el sistema educativo vasco es un conjunto que tenemos que cuidar y que todo el alumnado del mismo es parte de nuestro trabajo.
Está claro que la cuestión salarial no es lo sustancial del acuerdo, pero tampoco era muy estético que profesorado de la privada-concertada cobrase más que el de la pública tras la última inyección de 67 millones de euros.
— El profesorado del sistema educativo privado-concertado nunca ha cobrado más que el profesorado de la pública, eso es así, es un hecho. La equiparación salarial venía ya desde el Pacto Educativo del año 92, cuando se aprobó la Ley de la Escuela Pública Vasca. Además, durante el Pacto Educativo para la nueva Ley Educativa Vasca que aprobamos en 2023 se habló mucho de esos derechos históricos que ya se contemplan en la norma básica (LOE). Así que básicamente se venía a cumplir con ese derecho y a responder a una demanda histórica.
Muchas familias se preguntan si para llegar a un acuerdo en materia de Educación es absolutamente inevitable tensar tanto la cuerda, porque se han perdido muchas horas de clase y la selectividad está a la vuelta de la esquina.
— Por supuesto que no es necesario, pero estamos hablando de un acuerdo histórico. Estamos hablando de un pacto que va a consolidar un debate que veníamos haciendo desde hace muchísimo tiempo dentro del marco de la renovación del acuerdo regulador docente. Y en ese sentido hace falta debate, propuestas, centrar qué es lo importante y hemos necesitado tiempo para determinar y focalizar. En ese sentido, es un acuerdo que va más allá de una situación coyuntural.
“Tener estabilidad durante más de tres años es bueno para el sistema porque da tranquilidad a los centros, a las familias y al alumnado”
¿Y dónde han puesto el foco?
— Será importante hablar de educación, de mejora educativa, de mejora de resultados, hablar de la nueva realidad que tenemos en el sistema público vasco, hablar de segregación, hablar de muchísimos elementos que quizás en otro momento no estaban encima de la mesa.
Usted ha introducido el concepto de corresponsabilidad.
— Efectivamente. ¿Qué hacemos a partir de ahora? Ahora toca mejorar los resultados y toca realmente remangarse y lo que queremos, precisamente, es que hagamos ese trabajo desde la corresponsabilidad. Hablamos de las direcciones de los centros públicos, del profesorado, por supuesto, y de las familias. Que pongamos encima de la mesa una estrategia compartida. Para eso tenemos el primer Plan Estratégico de la Escuela Pública Vasca.
Hablando de responsabilidades. ¿Qué opina del descuelgue de ELA del acuerdo?
— Hemos debatido sobre educación, sobre la necesidad de la mejora de los resultados, de la atención a la diversidad, de un marco de negociación. Se trata de un marco muy específico y ELA no está en ese marco. Entonces, me limito a decir que hay que preguntarles a ellos, por qué no han querido estar en este acuerdo histórico para mejorar la Escuela Pública Vasca.
Los y las profesoras se sienten desbordadas por la creciente burocracia a la que deben hacer frente además de preparar e impartir clase, corregir exámenes, asistir a cursos de formación. ¿Cómo van a aliviar esta carga?
— Hemos hablado de hacer un plan específico con la comunidad educativa para desburocratizar muchos procesos que se pueden simplificar y vamos a reforzar las figuras que van a trabajar los procedimientos administrativos, sobre todo en Primaria.
“A final de mes presentaremos el plan de transformación de la red pública y en junio una estrategia para cuidar el bienestar emocional con Osakidetza”
La pregunta que muchos nos hacemos es ¿cuánto va a costar este acuerdo?
— Bueno, lo importante no es a cuánto asciende la cifra, sino en qué mejora el sistema. Estamos puliendo la cifra, pero lo más importante es que tenemos más docentes y menos alumnos por aula. Vamos a desburocratizar los procedimientos y responder a la complejidad que tenemos en algunos centros públicos. Vamos a poner el foco en mejorar el sistema público, en dar una mejor atención a nuestro alumnado y en cuidar su bienestar emocional y su desarrollo académico. Para mí ese es el titular de este acuerdo histórico.
De alguna manera, el acuerdo mete a la escuela pública en otra pantalla. Hace un mes presentó en el Parlamento Vasco el Plan Estratégico para la Transformación de la Escuela Pública Vasca 2025-2028, con una inversión de 750 millones de euros solo en infraestructuras. ¿Infraestructuras? ¿La clave de la transformación del sistema, de la atención a la creciente diversidad en las aulas y la mejora de los resultados académicos, reside en los edificios?
— Lo que tenemos encima de la mesa es lo que recoge el Pacto Educativo, que incluye tres elementos. Por un lado, la transformación educativa en el sistema público, su mejora, la innovación, y eso es básicamente en lo que nos hemos centrado. Pero hay otro elemento, y es la mejora de las infraestructuras. Y ahí nos comprometemos a hacer una inversión de 750 millones de euros. Hablamos de repensar los espacios, de que tengamos infraestructuras que realmente se adecúen a los cambios pedagógicos. Y hay un tercer elemento que es la estabilidad laboral, que se recoge como un compromiso específico en el acuerdo regulador que hemos firmado y que contempla reducir la interinidad al 5% para finales de 2028.
¿Puede adelantar alguna medida sobre lo que quieren hacer en la pata de la mejora?
— Dimos unas líneas generales en el Parlamento, pero presentaremos el plan a finales de mayo. Básicamente habla de cómo atendemos a la diversidad con acciones muy concretas, cómo tenemos que mejorar los resultados académicos con acciones muy concretas, cómo tiene que responder la participación de la comunidad educativa, también de las universidades, cómo tenemos que transformar el liderazgo pedagógico para que vaya acompasado de la complicidad con las familias.
En junio presentarán un plan con Osakidetza para mejorar el bienestar emocional.
— Efectivamente, tenemos un proyecto para desarrollar un currículum socioemocional para todo el sistema que estamos pilotando con Osakiedza. Pero también tenemos investigación que estamos haciendo con la Universidad del País Vasco en bienestar emocional y convivencia educativa. Son elementos muy novedosos que se recoge también en el plan.
La crisis de natalidad ha provocado y va a provocar el cierre o la fusión de muchos centros públicos. ¿Cuántos cierres habrá en este mandato? ¿Hay plan de recolocación para ese profesorado?
— Para abordar la segregación escolar tenemos una agenda para repensar cómo vamos a mejorar el mapa escolar de Euskadi y responder a la calidad educativa. Hablamos de la tipología del alumnado que vamos a tener en las aulas del futuro, del reto demográfico, de que cada vez tenemos alumnado más diverso en nuestros centros, sobre todo en los públicos. Y hablamos de un fenómeno que en estos momentos está encima de la mesa, y es que cada vez hay más alumnado recién llegado que hay que atender y acoger.
¿Hay recursos suficientes para atender a los 8.000 migrantes que cada año se incorporan con el curso empezado y que llegan, en muchos casos, sin conocer el idioma, con varios cursos de retraso y con una situación familiar complicada?
— Se responde bien a esta diversidad y se encajan bien dentro del transcurso ordinario de un centro normal y corriente. Los tratamos con muchísimo mimo. Tenemos una estrategia que refuerza esa acogida desde el punto de vista emocional, pero sobre todo desde el punto de vista académico y lingüístico, y está funcionando muy bien. Y, precisamente, uno de los elementos del acuerdo regulador se centra en este aspecto.
¿Funcionan los cambios introducidos en la matriculación para evitar la segregación?
— Estamos trabajando en el diagnóstico de la segregación. Las medidas funcionan de manera muy progresiva y en breve tendremos un diagnóstico de la reserva de plaza y del índice de vulnerabilidad. Pero también tenemos que hablar de otro tipo de medidas, queremos escuchar propuestas nuevas, pondremos las nuestras encima de la mesa, pero hay que seguir buscando, innovando y ver qué se hace en otros países y cómo podemos aplicar en nuestro contexto otro tipo de medidas.
Le hacía la pregunta porque, la mayoría del alumnado migrante, vulnerable o con necesidades especiales se sigue concentrando en la escuela pública y en los colegios de Kristau Eskola, lo que hace que algunos puedan seguir abiertos por la crisis de natalidad. Parece que las ikastolas, que cogen al 4,5% de este alumnado, no han entrado en esta partida.
— Bueno, esto no es así. Las políticas de matriculación hablan de la matrícula ordinaria y hablan de la matrícula que se da a lo largo del curso. En los últimos años hemos ido equilibrando la escolarización de esa matrícula viva en las dos redes educativas. Y hay una disposición de todos los centros educativos por participar en este procedimiento. En estos momentos estamos un 60/40: 60 pública y 40 concertada, que es el dato del que yo dispongo en estos momentos. Pero vendrán nuevas medidas complementarias y tenemos que actuar con responsabilidad. Hay que ser corresponsables en abordar la segregación escolar que tenemos en Euskadi. Y ahí sí que animamos y pedimos a todos los centros educativos que se impliquen, que colaboren, tanto en la mejora de resultados, como en la participación en los procesos de matriculación.
“El profesorado del sistema privado-concertado nunca ha cobrado más que el profesorado de la pública, eso es así, es un hecho”
PISA y las Evaluaciones Diagnósticas de los últimos años dibujan un escenario en el que se ha experimentado una bajada del rendimiento, sobre todo en comprensión lectora, que vehicula el resto de competencias básicas. ¿Hay un problema con el euskera?
— Euskadi tiene una estrategia clara de mejora de resultados que hemos explicado recientemente en el Parlamento Vasco y que ya se está implementando en los centros. Se trata de una estrategia de mejora de resultados desde el punto de vista de mejora de competencias básicas, desde el punto de vista emocional y desde el punto de vista de la evaluación. Sabemos de dónde partimos y sabemos dónde queremos llegar. Se están formando y se han formado docentes y se están aplicando nuevas medidas desde enero. Más allá de esto, abordamos las necesidades emocionales del alumnado y eso es muy importante. Sin estabilidad emocional no hay mejora académica. Estamos trabajando en ello, vemos que los centros están motivados y ahora vamos a tener más recursos para responder a todo esto.
Habla de centros motivados pero ¿el alumnado está motivado o sigue arrastrando secuelas de la pandemia?
— Yo creo que han sido años complejos que nos han traído realidades que no conocíamos antes de la pandemia. Ha sido un aprendizaje muy importante a nivel de sociedad y todo lo que ocurre en la sociedad se refleja en el día a día de nuestras aulas. Hay una madurez en los docentes que quizás antes no había, antes de la pandemia. Por poner un ejemplo, cómo respondimos ante el gran apagón que tuvimos hace escasamente tres semanas. Donde más normalidad hubo fue en nuestros centros educativos, estuvimos muy pendientes de las necesidades que podían tener y realmente vimos que esa madurez se ve reflejada. Un centro educativo a día de hoy es uno de los lugares más seguros que tenemos en la sociedad. Tenemos docentes, profesionales y equipos directivos que saben responder ante la incertidumbre en la que vivimos.
¿Se cortan los recursos de apoyo para el creciente alumnado con necesidades especiales en la FP, donde acaban muchos de estos chavales?
— Hemos acordado equiparar los criterios y la adjudicación de estos recursos para la FP. Hay dos elementos que destacaría, vamos a incrementar el número de orientadores en los centros de Formación Profesional, sobre todo en la FP Básica. Es muy necesario porque se trata de un alumnado que, en muchas ocasiones, tiene una vulnerabilidad muy grande. Y también habrá un plan de formación específico para este tipo de centros. Por otro lado, habrá un refuerzo de los especialistas de apoyo educativo.
Se escucha de forma recurrente que faltan educadoras de lengua de signos.
— No hay ningún alumno o alumna en Euskadi que no sea atendido de manera específica, en ningún caso, no existe. Todo el alumnado con necesidades o con dificultades de sordoceguera tiene los recursos que establecen los expertos que hacen los diagnósticos, hay una amplia gama de profesionales que responden a cada situación y en ese sentido en Euskadi llevamos trabajando muchísimos años con asociaciones y asociaciones de familia, que son las que más tratamos, aportando más recursos allá donde más se necesiten.
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