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Los prácticos de puerto que se jugaban la vida por 25 pesetas

El Aquarium de Donostia homenaje a 'Xenpelar', que participó en múltiples salvamentos en el puerto de Donostia, en el centenario de su fallecimiento

Los prácticos de puerto que se jugaban la vida por 25 pesetasPedro Martinez

La figura del práctico no es muy conocida. Normalmente, su trabajo es guiar por los puertos a los barcos que llegan, cuyos capitanes no conocen el lugar. Es decir, son asesores o ayudantes, asegurándose de que los navíos amarren sin problemas en el atracadero

Antonio Aguirre, Xenpelar, fue uno de ellos. Durante décadas fue práctico del puerto de Donostia, donde participó en muchos rescates. Y es que, al contrario que hoy en día, cuando la labor de salvamento se ha separado de la labor del práctico, en el pasado estos trabajadores se jugaban la vida cuando la situación se torcía y debían actuar rápidamente para salvar vidas.

Este 29 de marzo se cumplieron 100 años del fallecimiento de Xenpelar. Para recordar su figura y homenajearlo el Aquarium de Donostia ha organizado un acto con Leire Suescun, mujer del tataranieto de Aguirre y descubridora e investigadora de su historia; Agustín Olaizola, actual práctico del puerto de Pasaia; y Rafael Sopeña, capitán de marina mercante y de pesca y práctico en Pasaia durante 21 años, ya jubilado.

La labor de estas personas ha cambiado mucho. “Entonces no había radio, ni sistemas electrónicos de posicionamiento, y había accidentes en La Concha, porque había muy mal tiempo, galernas, temporales, etc”, cuenta Rafael Sopeña, que aclara que “aunque en esencia hoy en día es lo mismo, la realidad es muy diferente, por los medios que se emplean. No había remolcadores, tenían que ir a remo a embarcar y todavía había barcos de vela”. 

Las cuestiones que permanecen y son intrínsecas a la labor del práctico son las de la “orientación con la maniobra que tiene que hacer el barco, a estribor o a babor, si hay que ir con más velocidad o menos…”. Además, “el servicio se da 24 horas al día, 365 días al año. Teóricamente no se suspende el practicaje a no ser que haya muy mal tiempo”, narra Sopeña.

Leire Suescun ha sido la principal impulsora de este homenaje. Empezó hace diez años a investigar, haciendo el árbol genealógico de su marido Ibai Aguirre, y nadie sabía nada sobre quién había sido Antonio Aguirre, no se ponían de acuerdo, con diferentes versiones: “Había un Antonio Aguirre que había sido práctico en el puerto, pero no sabíamos si ese era nuestro Antonio Aguirre Uranga”, relata Suescun.

Una vez descubrió que eran la misma persona, se puso manos a la obra. Aguirre fue marino desde muy joven, y se embarcó en varios barcos diferentes antes de volver a Donostia. “Fue una persona importante e influyó muchísimo en la ciudad. Entre otras cosas, fue el práctico predilecto del barco en el que veraneaba la reina María Cristina, además de recibir varias medallas como la del mérito naval, la de la asociación de salvamentos…”.

El puerto de Donostia tenía muchas dificultades: “En cierto modo era una ratonera, porque era muy pequeño y si fondeaban en la bahía y venía un temporal o una galerna había mucho riesgo, porque podían irse a la playa”, comenta Sopeña. 

Para descubrir todo lo posible sobre la vida de este hombre, Leire Suescun indagó “en los registros civiles, eclesiásticos, archivos municipales, en la prensa histórica…”. Sin embargo, tras toda esa labor se sigue sin saber de dónde viene el nombre Xenpelar, que “sigue siendo un gran misterio más allá de lo etimológico”.

Ahora, tras años de investigación, propuso al Aquarium recordarle en el centenario de su muerte. Al final, no se trata solo de recordar la figura de Xenpelar, sino también a “los trabajadores y voluntarios que hubo en los rescates, a los que nadie les ha puesto nombre. Creo que es importante agradecerles y valorar las acciones heroicas que tuvieron”, afirma Suescun.

Precisamente recordando a las personas con las que trabajó Antonio Aguirre, una de las cuestiones más a destacar de su vida es la generosidad con la que los trató. “Por una labor de salvamento al práctico de puerto le daban 25 pesetas, y a cada marinero a veces le daban cinco o diez. Xenpelar repartía lo que le daban, porque no le parecía bien que ellos que también se habían jugado la vida recibiesen menos dinero que él por tener un cargo”.

Aunque hoy en día en la labor del práctico no entra el salvamento, Rafael Sopeña menciona que “puede ocurrir que tenga que acudir en un momento determinado a auxiliar a alguien porque no hay nadie, igual que hacían hace 100 años”. Eso sí, “ahora todo está más profesionalizado y hay un estamento especial para los rescates. Antes era una cuestión heroica, podía pasar que el que muriera precisamente fuera el salvador”.