Terrible, ni los más viejos del lugar, se solía decir, recuerdan algo parecido mientras asisten, entre aturdidos e irritados, a lo que consideran un progresivo y al parecer imparable deterioro de los medios de prensa, y en particular y sobre todo de su versión digital. Quizás será por eso que “Un tercio de los españoles no entienden lo que leen”, según un informe de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) que se acaba de publicar.
”Lo que no pué sé no pué sé y andemá e imposible”, frase atribuida al torero Rafael Gómez Ortega El Gallo que viene al pelo para hacer ver que no hay día sin errata, sin preposición, con apertura de comillas que no se cierran, texto que no distingue género o titular confuso o decididamente engañoso. Importa esa cosa que le dicen clickbait encaminado a llamar la atención y mantener al lector en la lectura del periódico el máximo tiempo posible para generar cuantos más ingresos publicitarios mejor, mediante titulares sensacionalistas muchas veces.
La indicación clásica de que el titular debía ser un anticipo resumido de la noticia ha pasado a mejor vida. El lector espera que el título se ajuste a la información y características del artículo, informando acerca de su contenido y esa era “una expectativa que no debía ser defraudada”.
Eso era antes y todavía lo es en los medios “de siempre”, en los convencionales que aún se editan en papel, pero no en los digitales donde abundan (y mucho) los advenedizos, sensacionalistas, catastrofistas o vocacional y decididamente amarillistas, fervientes seguidores y abonados sin ningún pudor a las fake news, las falsas noticias o la mentira.

Ahora puede ocurrir, y no pocas veces, entrar en el texto de una noticia y hasta el tercer o cuarto párrafo (con suerte) no encontrar lo que nos anunciaba el titular, incluso con casos flagrantes en los que se obliga al lector a llegar al último párrafo para encontrar referencia. Una “moda” desconcertante, irritante a más no poder.
Cansados y desesperados
Toca hacer recuento por los Santos Inocentes y como quiera que las prisas apremian como nunca o no se revisa el contenido de los textos, puede ocurrir que alguna iglesia de los Ángeles Custodios reconoce el desvío y la dudosa, tibia o ninguna fe de parte de su feligresía y pide a los todavía afectos: “Recuerden rezar por todos aquellos que están cansados y desesperados de nuestra parroquia”.
El año que termina, una vez más, ha sido pródigo en erratas y errores chuscos, no se sabe si desaparecidos o en el paro los antiguos correctores de textos y de estilos. La cosecha ha sido copiosa, bien que sumergida en una imparable e insufrible oleada de faltas de ortografía, presuntas noticias y futilidad rayana en la tontería a raudales, con profusión de asuntos simples, presuntamente científicos, del estilo “El truco de Karlos Argiñano...” (el popular cocinero guipuzcoano suele ser un recurso de lo más habitual), “Alerta de la NASA sobre el futuro de estas provincias de España: adiós en 30 años”, “El mejor truco para que los garbanzos queden blandos...”, como puede verse todos trascendentales para el futuro de la humanidad.
Esas y similares presuntas noticias cogidas al azar que llevan a los medios a parecerse a aquel rancio Selecciones del Reader’s Digest, apóstol del conservadurismo tan en boga en los años 50 y 60, proliferan como nunca antes, en gran medida en las versiones digitales de los periódicos. Y de ninguna manera faltan las referencias a los llamados “creadores de opinión” (¿?), youtubers e influencers (¿?) que, al parecer y aunque esté más que pendiente su demostración, se consideran los nuevos gurús de una sociedad que vive colgada del móvil y de las redes sociales.
Las prisas nunca han sido buenas consejeras y como el gentío vive corriendo que se las pela, quizás como nunca antes, pues que lo mismo va un insurrecto que “pierde la vida” y como no la encuentra, pues que se muere.
El fenómeno fenomenal del despoblamiento, que aqueja al medio rural y también al entero, unido a que el personal parece que de ninguna manera está por el asunto de la procreación, incrementa de forma imparable la diferencia entre fallecimientos y nacimientos. Y no sólo eso, sino que hasta puede ocurrir, por ejemplo en Ávila, que la cifra de defunciones llegue a triplicar la de defunciones. Debe ser muertos que mueren tres veces, leerlo para creerlo.
Delincuencia
La cosa esa del morbo siempre ha contado con abundante clientela, y las páginas de sucesos y de actos delictivos disfrutan de buena salud. Al decir de partidos y políticos de extrema derecha y de derecha extrema, algunos decididamente cavernícolas, delincuencia y delincuentes dominan y se han hecho dueños de las calles. Y como la policía y la justicia también están a lo suyo, pues que hay overbooking en las cárceles, no digamos en Cantabria donde nada menos que se dan los “131,73 reclusos por habitante”. Y encima son gente que quieren comer todos los días, oiga usted.
El periodismo, la profesión, vive tiempos difíciles. Cuentan que El Gallo que hemos citado al principio, al indicarle que habían llegado los chicos de la prensa al hotel donde descansaba, ordenó: “Que les vayan echando de comer”. De ahí que no son pocos los que prefieren camuflarse: “No le digas a mi madre que soy periodista. Ella cree que trabajo de pianista en un burdel”. Y eso, el año que viene, más.