El creciente uso e impacto de las pantallas entre las jóvenes generaciones no deja de ser una problemática que preocupa a las familias vascas. Más en concreto, la llegada del primer móvil a edades tempranas. Según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), casi siete de cada diez menores de 15 años en Euskadi disponen de teléfono móvil.

Otra realidad es la que muestra un estudio reciente de Unicef, del que se desprende que el 31% de los adolescentes vascos de entre once y 18 años pasa más de cinco horas diarias conectado a Internet entre semana. Porcentaje que asciende al 46,4% durante el fin de semana.

Además, de ese mismo grupo de edad, el 54% afirma haber aceptado alguna vez a un desconocido en las redes sociales y el 23,7% llegó a quedar en persona con gente que conoció exclusivamente a través de Internet. Asimismo, uno de cada diez adolescentes (9,3%) recibió una proposición sexual por parte de un adulto a través de la red y el 35,8% accedió a webs de contenido pornográfico.

En este terreno, la educación digital juega un papel crucial. Y precisamente a ello se compromete el proyecto Ikasiz, promovido por el joven gasteiztarra Javier Echarri y el azpeitiarra Jon Alonso, estudiantes del grado Leinn (Liderazgo Emprendedor e Innovación) en la Universidad de Mondragon.

En este sentido, el objetivo que persiguen desde esta iniciativa no es otro que capacitar a padres y madres para que sus hijos e hijas hagan –ahora o dentro de unos años– un uso adecuado y responsable de los teléfonos móviles, especialmente, cuando llega el momento del primero.

Un proyecto que consta de dos sesiones formativas –de hora y media de duración cada una de ellas– y que se desarrolla en formato teórico-práctico. Durante ese espacio-tiempo, ambos estudiantes proporcionan recursos y orientación a los adultos a fin de que puedan incidir, de algún modo, en una relación saludable y segura de los menores con la tecnología.

Fue el pasado mes de mayo cuando se llevó a cabo esta actividad en la capital alavesa; concretamente, en el centro cívico Arriaga y en la tienda de telefonía Guuk. Sin embargo, la cita de calendario más reciente fue la del pasado viernes 22 de noviembre en Kuartango, donde la primera sesión del proyecto desplegó sus alas en una sala del ayuntamiento de este municipio alavés.

Un total de diez familias se atrevieron a dar los primeros pasos en educación digital a través de distintas dinámicas. “Intentamos que sean actividades que luego las puedan extrapolar a sus casas”, explica el vitoriano Javier Echarri. “Queremos que las familias salgan de las sesiones con un plan de acción o con una guía de lo que van a hacer”, concreta el joven.

Algunas de las principales preocupaciones de los asistentes giraron en torno a cómo entablar ciertos diálogos con los niños de cara a prevenir un uso excesivo del teléfono móvil, pero también a cómo pueden prevenir los casos de ciberacoso e identificar posibles estafas. “Formar a los padres y madres en estos temas es básico y lo intentamos abarcar de una manera genérica y compartimos cierto material y ciertos recursos”, señala Echarri.

Primera sesión

La jornada del pasado día 22 abordó primeramente la cuestión de la edad, un indicador que, a juicio de Echarri, “no es determinante para saber si tú hijo está preparado o no para tener un teléfono móvil”. Es por ello que suelen iniciar las formaciones preguntado a las familias en qué se fijan para determinar si su hijo está capacitado para poseer este dispositivo. “La mayoría dice que en la edad a los once o doce”, comenta el gasteiztarra.

Tampoco faltó una conversación sobre el establecimiento de límites, un acto que “generalmente se hace desde el enfoque de bloquear”. “Son restricciones que al final no llevan a ningún lado a medio-largo plazo. No se trata de dar rienda suelta a los niños, sino que hablamos de la diferencia entre concienciar y bloquear. Cuando metemos la palabra concienciar se genera comprensión, toma de conciencia y una relación saludable entre la tecnología y los menores”, apunta.

Por el contrario, matiza que “el bloqueo” únicamente “da sensación de seguridad y protección a los padres”.

Siguiendo el esquema, y como broche final a la primera parte del proyecto, el último módulo trabajado fue la planificación familiar, enfocado a tratar de desgranar cuáles son los objetivos de cada familia respecto a sus hijos y los móviles, sobre todo en estas fechas navideñas en las que “el teléfono móvil se convierte en el regalo por excelencia a esas edades”.