Tras ocho años asesorando a su clientela y forjando una identidad propia a través de su negocio, bajarán la persiana de su comercio en el Centro de Donostia el próximo 24 de diciembre.

A la tienda le queda menos de un mes de vida. ¿Han asumido ya la decisión tomada? 

Giselle: No lo estamos dando muchas vueltas. Fue una decisión difícil de tomar, pero dadas las circunstancias del mercado y vista la situación que vive el pequeño comercio, no nos quedaba otra opción.

Leo: Fue difícil tomar la decisión, pero fue muy meditada y es definitiva. La hemos asumido por completo.

¿Fue algo drástico o era una idea que tenían en mente desde hace tiempo?

G: Ha sido un proceso. El año pasado por ejemplo, a pesar de que la campaña de verano fue buena, el número de ventas no llegó a lo esperado, y la de este año ha sido una campaña mucho peor todavía.

Entiendo que cada campaña las dificultades que tienen aumentan.

G: Tenemos muchas dificultades. Las grandes tiendas, evidentemente, nos quitan mucho nicho de mercado por la comodidad que ofrecen para llevar los productos a las casas o poder devolver la compra si no es de tu gusto. Nosotras por ejemplo no devolvemos el dinero si un producto no es de tu gusto o la talla no es la mejor, ofrecemos bonos canjeables por otros productos. Internet es otra gran barrera: el bombardeo continuo de las ofertas que existe, los miles de anuncios que nos llegan… Y por último quería mencionar también las nuevas grandes plataformas chinas que están irrumpiendo en nuestra sociedad. Cuentan con precios muy bajos y no podemos competir ante ellos.

L: El modelo de consumo ha cambiado mucho. A raíz de la pandemia las compras a través de internet han incrementado muchísimo, y vemos todos los días furgonetas de reparto pasando por delante de nuestra tienda. Antes iban repartidores con un carro, y ahora pasan con dos o tres, o vienen con una furgoneta llena de paquetes.

¿Puede ser causa de las continuas promociones?

G: Por supuesto. Hemos llegado a un punto en el que nada más arrancar la temporada tenemos descuentos de comienzo/mitad de temporada en las grandes tiendas. En octubre puede aparecer otra nueva promoción, acto seguido la gente tiene la mente puesta en el Black Friday, y cómo no, después llegan las famosas ofertas de Navidad.

L: Nosotras llevamos más de 20 años trabajando en el mundo del textil y antes las fechas de las rebajas eran sagradas. Todo el mundo esperaba a enero, para después de los Reyes hacer sus compras en las rebajas. Ahora, el mercado te obliga a ofrecer descuentos desde septiembre, y una campaña de invierno requiere una gran inversión de dinero. El resultado final es que logras vender todos los productos que tenías, pero porque los has ofrecido con descuentos desde que los lanzas al mercado.

El famoso Black Friday. Antes duraba 24 horas y ahora se puede alargar durante semanas.

L: El Black Friday surgió porque en el mes de noviembre la gente no compraba nada para esperar a las futuras rebajas. Pero ahora se alarga durante varias semanas y para negocios como el nuestro es inviable sumarse a ello. Los que somos ‘pequeñitos’ en este mundo, no aguantamos.

G: En una ciudad como Donostia el Black Friday no funciona. Aquí tenemos los ‘BonoDendak’ en los pequeños comercios, pero están llegando a funcionar de la misma manera. La gente ya sabe que los vas a ofrecer a estas alturas del año y entonces espera para ir a tu tienda a comprar. Estas promociones son un arma de doble filo. El modelo de consumir ha cambiado totalmente y ahora todos están esperando una gran oferta para comprar.

Giselle y Leo en la tienda Angi Iker Azurmendi

¿Conocen algún pequeño comercio que viva su situación?

L: Nosotros hablamos con muchos comerciantes de la zona, ya sean del ámbito del textil, de la decoración o del calzado, y todos tenemos la misma sensación. La situación es agotadora y son muchos los pequeños comerciantes que tienen ganas de bajar la persiana de su negocio. La situación es global.

G: A las dificultades que nos pone el mercado, tenemos que añadirle lo que pagamos en impuestos o en rentas. Es demasiado. Estamos seis meses trabajando para el Estado, y en los seis restantes si logras hacer una buena temporada, consigues algo para ti.

Parece claro que el pequeño comercio necesita apoyo.

G: Está claro. Yo no puedo pagar la cantidad que paga Amancio Ortega a sus trabajadores, por ejemplo. Hace poco el convenio del textil se actualizó por una huelga que los y las empleadas de Inditex llevaron a cabo con todo su derecho. No conocemos en qué condiciones se han quedado, pero a nosotros nos ha afectado mucho. En Angi trabajamos solamente nosotras, pero a veces necesitamos una persona de refuerzo. Esta persona, que venía en función de las horas en las que necesitábamos el apoyo, antes podía suponer un coste de 400-500 euros mensuales. Ahora tendríamos que hacer frente a 1000 euros.

L: En los ocho años que llevamos trabajando en Angi, hay costes que se han multiplicado, y eso no es viable para una tienda pequeña.

¿Ha cambiado tanto la situación desde que abrieron?

G: El mundo textil y su convenio ha cambiado una barbaridad. Para las grandes compañías no ha supuesto gran cambio, pero para las tiendas pequeñas ha sido un palo muy duro, y hay mucha gente que ha tenido que reducir su personal. Nosotras también necesitamos descanso, tenemos que atender otras cuestiones, y encima tenemos que hacer caso a las redes sociales, que hoy en día son imprescindibles.

L: Si no estás en las redes sociales, estás muerta. La tecnología lo ha cambiado todo, y el problema es que no puedes ir quedándote atrás.

Para colmo, la manera que ha tenido una tienda pequeña como la vuestra de despedirse, ha sido a través de las redes.

L: El problema es que todo ha cambiado muchísimo, y eso se puede ver en la calle también. En Donostia la gente no compra en la calle, es más cómodo comprar desde tu sofá y eso que contamos con la clientela habitual y vendemos productos. Pero no es suficiente. Por eso también decidimos anunciarlo por las redes.

¿Creen que la gente no valora las diferencias que hay entre comprar por Internet o en negocio local?

G: Yo siempre he defendido las tiendas físicas, y me encanta asesorar a mi clientela. Me gusta hablar con una clienta que viene, me pide consejos, me da su opinión y yo le transmito la mía… En una tienda física hay posibilidad de que te asesoren y te ayuden. Internet es un supermercado, y no hay nadie que te asesore o te guíe en tu compra. Tenemos amigas que trabajan en una agencia de viajes y viven la misma situación. La gente prefiere comprar sus viajes por Internet ahorrándose unos euros, pero nadie le asesora y en caso de tener problemas nadie le ayuda a solucionarlos.

L: Además, mucha gente que compra por Internet desconoce que empresa esta detrás del producto, qué impuestos paga o a cuánta gente trabaja en ella. El negocio local da de comer a mucha gente, y quizás la dependienta que trabaje aquí es tu vecina, que por culpa del nuevo modelo de consumo, se puede quedar sin trabajo. El comercio local da de comer a mucha gente del entorno, y la gente no se da cuenta de que esta situación puede ser peligrosa.

El comercio pequeño tiene además su propia identidad.

G: Por supuesto, y también le da identidad a un municipio o una ciudad. Si cruzas la frontera puedes ver la cantidad de negocios locales que hay es muy grande. San Juan de Luz tiene sus pequeños comercios, Hendaia también tiene muchos establecimientos locales con encanto, y eso le da una identidad a la localidad. En las ciudades, sin embargo, siempre te encuentras las mismas tiendas, y esta es una sensación que nos transmiten muchas clientas. Están cerrando todas las pequeñas tiendas que tienen su identidad y su personalidad. No podemos competir con los grandes alquileres tampoco, y eso se puede comprobar en Donostia aunque el problema sea de muchas ciudades. Nadie puede aguantar el ritmo de las grandes compañías, y en el centro hay muchísimos locales vacíos.

L: Donostia en particular, se vende como una ciudad turística, peo creo que solo se limita a vender la gastronomía y La Concha. Aquí siempre hemos tenido fama de vestir muy bien y tener tiendas locales con identidad propia. Mucha gente de Francia venía a estas tiendas, y creo que ahora mismo no se están potenciando lo suficiente. El comercio pequeño es también parte de la identidad y de la cultura de una ciudad, y lo que está pasando en Donostia me parece muy triste. Antes la Calle Fuenterrabía era la ‘milla de oro’ y ahora apenas tiene locales abiertos. Está muy bien que se construyan grandes centros comerciales como Garbera, donde todo es muy asequible, pero los pequeños comercios del Centro somos el gran centro comercial de Donostia.

"La calle Fuenterrabia era 'la milla de oro' y hoy tiene casi todos sus locales cerrados"

Giselle - Dueña de la tienda Angi

¿Recibieron mucho cariño cuando anunciaron el cierre?

L: Sí, y nos sorprendió muchísimo. Quizás porque nunca nos habíamos visto obligadas a cerrar un negocio por estas circunstancias. Nosotras podíamos intuir que el trabajo que estábamos haciendo era el correcto, pero nunca sabes lo que la gente piensa. El momento en el que te vas es cuando la gente se acerca a darte el “pésame” o se emociona.

G: Nos encanta nuestro trabajo y durante estos ocho años hemos puesto muchísima ilusión en nuestro proyecto. Eso lo hemos podido ver en el sentimiento de nuestras clientas, y nos apena más todavía. Estaría guay poder seguir adelante por ellas, pero nos quedamos con su buena sensación y nos vamos contentas.

¿Dejan la puerta abierta a abrir una nueva tienda en el futuro?

G: Siempre. Es algo con lo que disfrutamos y llevamos dedicándonos a esto toda la vida. No descartamos nada. A mí no me cuesta nada levantarme por la mañana, bajar a hablar con mis clientas y asesorarlas, o cambiar el escaparate. Lo disfruto mucho.

L: No descartamos nada, pero ahora mismo el sector está en una situación difícil. Para abrir una nueva tienda nos tendríamos que reciclar y hacer uno estudio para adaptarnos al nuevo modelo de consumo y tener un negocio acorde a él.