El planteamiento de la obra es muy sencillo: una niña se ha perdido. No se sabe muy bien de dónde viene ni a dónde va; la única certeza es que no reconoce el lugar dónde está. ¿Cómo encontrar el camino de vuelta? ¿Dónde buscarlo? ¿Por qué no empezar a caminar en vez de plantear tantas preguntas? Es el punto de partida de Egia ala geRuza, una ópera infantil que llega este verano de la mano del Coro Easo y que se estrena el próximo 25 de agosto en el Teatro Victoria Eugenia, en el marco de la Quincena Musical.
El título de la obra es una declaración de intenciones. De hecho, el espectáculo juega mucho con el lenguaje, con la manera en la que lo utilizamos. Es ese modo lúdico de retorcer el sentido de las palabras el que sustituye gezurra (mentira) por geruza (capa), aludiendo así a los diferentes niveles de comprensión que sugiere esta obra inspirada en la novela Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll.
Comienza a partir de ahí el desfile de personajes en torno a la niña. Y es así como se nos presenta, por ejemplo, La jueza realidad o Don tiempos verbales. Ninguno de ellos parece darle a la pequeña la respuesta que busca, más bien brotan interrogantes y más interrogantes. “Ella intenta que le den indicaciones, y es a partir de ahí cuando comienzan los juegos de palabras. Parece que en vez de ayudarle a salir de la situación en la que se encuentra le están complicando más y más. Juegan con ella, con la manera en que plantea las preguntas”, explica Marta García, doctora en Filosofía y autora del libreto a partir del cual ha ido tejiéndose toda la obra.
En la ópera intervienen doce solistas junto a una treintena de niños y niñas del Coro Easo, a los que se suma Easo Sinfonietta, una pequeña orquesta creada este mismo año. Bajo la dirección y la coordinación de Gorka Miranda, la obra se vale de la parte artística para promover la social. “Es un aspecto que me interesa muchísimo. Vivimos en una sociedad en la que se tiende al consumo rápido de entretenimiento. De ahí que sea tan necesario que los niños usen el arte para reposar la mirada y abrir otras ventanas en sus vidas”, defiende Guillermo Amaya, director de escena de esta producción.
La obsesión por el móvil sin reflexión
“El problema es que muchas veces los menores no tienen las herramientas que precisan. No se paran a pensar, a escuchar. Los niños de hoy en día viven en lo inmediato, en la obsesión por coger el móvil y ver videos y más videos, sin sentarse a reflexionar sobre algo, como puede ser el lenguaje”. Amaya subraya, no obstante, que “el potencial está ahí, lo tienen, y si nosotros como sociedad no hacemos nada por intentar despertar ese potencial, nos acabamos convirtiendo en una sociedad enferma”.
Lamenta que hay una “carencia absoluta” de este tipo de proyectos en el Estado, y asegura que el Coro Easo y su director representan en ese sentido “una isla desierta” en su apuesta por concebir obras artísticas que haga partícipes a los niños y niñas.
“Incluso me ha gustado jugar con la idea de que haya cosas que, en un primer momento, directamente, ni siquiera se entiendan”, indica García, autora del libreto que conduce el espectáculo. “No me parece que las obras tengan que ser en su contenido directamente didácticas ni que tengan que tener una moraleja porque sí. Es el propio proceso, la propia participación de los niños la que va dejando ese poso educativo”, reflexiona.
Se trata de una ópera que se puede contemplar desde más de un prisma. De hecho, su sentido último va más allá de la propia obra artística, como atestigua la colaboración habitual con Emaús Fundación Social, cuyos usuarios se han encargado de confeccionar parte del atrezzo.
Maider Alustiza es diseñadora de vestuario de espectáculos y coordinadora del proyecto. Indica que la sostenibilidad ocupa un papel importante. “Suelo intentar trabajar mucho el reciclaje de ropa y textiles. Es uno de los grandes problemas que tenemos hoy en día. Se habla mucho del cambio climático, pero hay que tener en cuenta que el sector textil es el segundo más contaminante en el mundo, y no hacemos más que crear ropa y más ropa. Es necesario reciclar, darle a las cosas una segunda oportunidad, otra vida más larga para aportar nuestro granito de arena y no seguir alimentando esas montañas de basura en África y Asia que nos vienen de vuelta”.
Falda de baserritarra con sacos de café
No es extraño por ello que parte del proyecto haya surgido del reciclaje. El personaje Don tiempos verbales luce, por ejemplo, un traje tradicional vasco, tipo baserritarra, que de cintura para arriba es de hombre y de mujer en su parte inferior. “Le hemos hecho una falda de baserritarra con sacos de café que han sido teñidos a mano. También se han utilizado cajas de cartón forradas con tela para confeccionar el vestuario de otra de las protagonistas, La jueza realidad, un personaje muy cuadriculado”, sonríe Alustiza.
Debido al gran simbolismo que adquiere en la representación, la prenda estrella de la obra es la capa, elaborada de un modo muy creativo. “Hemos reciclado plásticos de las EPIs de la pandemia que sobraron en el hospital y que habían sido trasladados a Emaús. Hemos hecho una base y la hemos cubierto con páginas de libros que estaban defectuosos. Lo hemos hecho así porque las palabras adquieren mucha importancia en la obra. El resultado de todo ello ha sido algo así como plumas de aves”, detalla la creadora, que se ha inspirado en los personajes de Alicia en el país de las maravillas para dar un paso más. “El vestuario del personaje Don tiempos verbales, por ejemplo, surge del Sombrerero, que lleva un sombrero de copa gigante en la obra de Lewis Carrol y que en este caso se convierte en una txapela enorme, que en realidad es un reloj”, sonríe Alustiza.
La responsable de vestuario subraya la labor desarrollada por el equipo directivo del Coro Easo Abesbatza. “Gorka Miranda siempre quiere incluir un aspecto social en sus proyectos, y la verdad es que es una gozada por que aporta mucho. Así, durante los últimos cuatro meses hemos estado trabajando de la mano con Emaús. En la primera reunión que mantuvimos les pregunté a sus usuarios qué necesitaban con respecto a la obra. Ellos insistían en que su trabajo tuviera algún fin. La ópera les ha dado la opción de participar, y la visibilidad de su trabajo está garantiza durante la Quincena Musical”, explica Alustiza.
García remarca la idea de la cantidad de capas que se han ido superponiendo a lo largo de toda la obra: el libreto, la música, la propia escena, el vestuario o las luces. “Lo hemos creado todo desde cero, y todas esas capas se han ido creando poco a poco sobre la marcha”.
El director de escena de esta producción tampoco quiere dejar pasar por alto los talleres que se realizan de manera paralela a la obra. “El trabajo realizado no se limita a la ópera. Se apela más bien al alma, al enriquecimiento de la persona. Es un trabajo concebido de modo que te sirva para tu vida. La perspectiva filosófica y psicológica me interesa mucho porque con ella -asegura- dotamos a los niños de herramientas con las que defenderse en la vida y la sociedad que se van a encontrar”.