El concepto de la alimentación no tiene nada que ver en la actualidad con el que tenía décadas atrás. Sin embargo, la constante falta de tiempo en el día a día lleva a que no se cuide de la manera más deseable. “Pensamos más en qué vamos a hacer para comer que realmente en lo que vamos a comer”, explica Gorka Arranz, de Jesuitak Donostia, uno de los 20 centros educativos que participan en el proyecto Elikation que ha presentado sus resultados este martes, impulsado por Askora y que busca mejorar el modelo de alimentación de la juventud vasca a través de diferentes líneas de actuación.
Una de ellas atañe a las familias, una de las columnas vertebrales del actual modelo de alimentación, tal y como explican Iratxe Casado y Nahiara Esteban, de Ankora, empresa donostiarra especializada en alimentación. “Hemos buscado hacer un estudio completo porque, aunque se lleva mucho tiempo hablando y preguntando sobre la alimentación, sentíamos que faltaba dirigirse a las familias y conocer cuáles son sus obstáculos y sus necesidades”, comentan.
De este modo, por un lado se han realizado más de medio millar de encuestas con el objetivo de conocer los hábitos alimentarios en los hogares, y, por otro lado, se ha llevado a cabo una investigación más exhaustiva junto a diez familias que han participado en un experimento que ha incluido diferentes retos vinculados a la alimentación.
“Todos tenemos un esquema hecho y una lista de la compra, pero hay otras posibilidades”
Una de estas familias participantes la han formado la elgoibartarra Maite Rementeria y su hijo Beñat, de 15 años. “A la hora de cocinar, antes siempre íbamos a sota, caballo y rey y hacía los mismos platos, pero desde que Beñat llegó a la adolescencia ha habido un cambio enorme y ahora nos gusta probar de todo”, explica esta madre de familia.
Según han ido superando cada reto, que han tenido que documentar en vídeos, ambos han ido informándose sobre qué es lo que comen, pero también sobre todo lo que hay detrás, desde la sostenibilidad y el reciclaje hasta los productos de cercanía o las perspectivas de futuro. “Nos ha transformado por completo. Es algo que, además, he llevado a todo mi entorno, al trabajo, a mis amigas…”, asegura, al tiempo que explica que esta experiencia les ha abierto las puertas a nuevas posibilidades en un día a día muy condicionado por la falta de tiempo.
“El día a día nos lleva a la practicidad y lo ideal es poder ir al mercado, ver los productos, leer las etiquetas… pero para ello hace falta tiempo. Todos tenemos un esquema hecho para comer y una lista de la compra cerrada, pero hay otras posibilidades”, asegura Rementeria.
Hasta hace no mucho, estas posibilidades eran limitadas en su casa, ya que su hijo difícilmente salía de un esquema básico de comidas. “A mí siempre me ha gustado cocinar, pero él no quería probar cosas nuevas. Al final, cuando tienes hijos tienes que ver en qué batallas decides meterte y en cuáles no y decidí que esta no iba a ser una de ellas”, comenta entre risas.
No obstante, la situación ha dado una vuelta de 180 grados con la llegada de Beñat a la adolescencia y, tras la participación en el proyecto Elikation, su percepción de la alimentación es otra. “Ahora le hace mucho caso a las escalas nutritivas. Me dice; Ama, esto que es rojo no lo traigas más y ve a lo verde. Incluso las chuches las esconde en la balda más alta para que solo las comamos los fines de semana”, observa.
De este modo, gracias a las diferentes acciones propuestas por los impulsores del proyecto, la cocina en casa de Maite y Beñat se ha transformado. “Antes, para comer verduras, solo podía poner vainas o puré y ahora puedo hacer, por ejemplo, brócoli sin problemas. Es necesario que seamos conscientes de lo que comemos y, para ello, creo que necesitamos parar y reflexionar”, agrega.
El papel de los comedores
Además de en las familias, el proyecto ha incidido en los centros escolares, que también juegan un papel fundamental en la educación alimentaria de los jóvenes. “Muchas veces los chavales llegan a clase sin ser conscientes de lo que han tenido para desayunar. Se trata de ayudar y de conocer esos hábitos para plantear diferentes acciones y adecuarlas a cada respuesta”, explica Arranz.
“La imagen de un comedor en el que te obligan sí o sí a terminar la comida es de hace 30 o 40 años. Ya no existe eso, pero las respuestas son diferentes. Hay niños a los que les cuesta comer algo más determinados alimentos y otros a los que no. Hay que buscar un equilibrio, pero nunca puede ser una obligación”, cuentan desde Jesuitak, donde el proyecto sigue en marcha en una nueva fase centrada en el profesorado.
“Es enseñar a los niños y darles herramientas para que continúen con esos hábitos de adultos”
Desde el centro escolar ya apuntan hacia posibles acciones de mejora como la dirigida al desperdicio alimentario. “Damos mil comidas al día, pero no todos los niños comen igual, por lo que es muy difícil cuadrar las raciones exactas. Hay que mejorar las mediciones y tratar de que coman a gusto lo que tienen en el plato”, incide Arranz, quien tampoco se cierra a propuestas más diversas como la inclusión de nuevos sabores en el menú escolar –fruto del proyecto cocinaron con curry– e incluso a abrirse a otras texturas como las de los noodles.
“El cambio está en nosotros mismos. La primera reflexión de la encuesta era sobre la alimentación familiar. Cada uno hace lo que puede, pero si desde el colegio o desde otro lugar te explican que se puede hacer las cosas de otra manera, la percepción cambia. Al final, es enseñar a los niños, pero también darles unas herramientas para que cuando sean adultos continúen con esos mismos hábitos”, detalla.
Nuevo modelo de alimentación
En la actualidad, el proyecto Elikation se encuentra en su última fase tanto en este centro donostiarra como en la ikastola San Benito de Lazkao. La iniciativa cuenta con la participación de la Diputación de Gipuzkoa a través de su misión Alimentación Sostenible y la colaboración de otros organismos de referencia como Elika, Hazi, el Clúster Vasco de Alimentación e Innobasque, además de la finca agrícola Karabeleko. “El concepto de la alimentación no es igual hoy en día. Se mira también el desperdicio, el consumo, el producto local… hay más variables que nunca. De igual manera, en las escuelas la alimentación va más allá del comedor. Se trata del hamaiketako, de la merienda, de las fiestas de cumpleaños…”, indican Casado y Esteban.
“Aunque se habla desde hace tiempo de la alimentación, falta dirigirse a las familias”
Para generar una mayor concienciación, se han colocado, además, en cuatro parques infantiles de la capital guipuzcoana varios mensajes como Aitor lleva fruta para el hamaiketako, pero preferiría un bocadillo de chocolate como sus amigos o Shamira cena pizza los findes, porque ya come sano en el comedor de la ikastola entre semana. “Muchas de las familias no se daban cuenta de lo que significa la alimentación hasta que han participado en el proyecto. Les ha servido para que ellas reflexionen, pero también a nosotras. Hemos conseguido generar debates y ver hacia donde podemos ir”, añaden, apuntando que ha llegado el momento de adelantarse a la alimentación del futuro con un nuevo modelo más saludable y sostenible.