El hallazgo ha sido sorprendente: la población que se había vacunado previamente tanto contra la fiebre tifoidea (TFV), como las personas que se habían administrado la triple contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP), sufren en mucha menor medida las consecuencias graves del covid-19; y ven reducida la mortalidad por el coronavirus hasta en un 97%, pese a que se contagian hasta un 45% más que la media en algunos casos. Contagios leves, que apenas provocan consecuencias graves.
La conclusión del estudio es clara y cuenta con el aval de una gigantesca muestra con datos reales de más de dos millones de personas obtenidos del Sistema Vasco de Salud, Osakidetza, a través del Instituto de Investigación Sanitaria Biogipuzkoa. Ni el principal impulsor del estudio esperaba unos “resultados tan importantes”. Unos resultados que no han pasado desapercibidos para la comunidad científica internacional.
Los más de 13.000 vascos vacunados contra la fiebre tifoidea en los cuatro años previos mostraron una mortalidad un 97% menor a la media por covid
Las inquietudes personales de un investigador pueden llegar a desembocar en grandes descubrimientos y este puede ser uno. Así lo considera al menos la revista científica Heliyon, que acaba de publicar un artículo titulado Non-specific protection against severe COVID-19 associated to typhoid fever and DTP vaccination [Protección no específica frente a COVID-19 grave asociada a la vacunación de fiebre tifoidea y DTP].
"Mezcla de toxoides"
Según explican fuentes cercanas a la investigación, en este trabajo “se analizaron las infecciones, hospitalizaciones y muertes por covid-19 en el País Vasco y su riesgo en función de la vacunación o no en los años anteriores (hasta cuatro años antes de la pandemia) contra fiebre tifoidea (TFV) y contra difteria, tétanos y tosferina (DTP)”, que en esencia es “una mezcla de toxoides”.
Y lo que se observó fue un incremento de las tasas de infección, pero un descenso en la hospitalización y muertos por covid-19, que llegó a suponer una reducción del 98% y del 79%, respectivamente.
Los datos de esta enorme investigación con datos reales muestran que las personas vacunadas contra la fiebre tifoidea en especial son prácticamente inmunes a los efectos más graves de la COVID-19. Al menos, sí evitan “las famosas tormentas de citocinas” que provocaban las muertes de los infectados con el SARS COV2.
Según el investigador de Neiker Ramón Juste, el impulsor de este estudio, estas vacunas impiden que “esas citocinas, esos mediadores de la inflamación en los casos de covid, se disparen como se disparaban en algunos individuos, que era lo que causaba la muerte. Es como si fuese un antiinflamatorio, digamos, que no elimina la causa, pero reduce el impacto y los daños que produce la causa”.
Este estudio retrospectivo es fruto de un trabajo colaborativo entre investigadores de Neiker, el Instituto BioGipuzkoa y la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).
Se contagian más
En concreto, de una población total de 2.005.084 personas se registraron 13.673 vacunados contra TFV, que “se recomienda para gente que va a viajar a zonas endémicas”; y 42.997 contra DTP, “que es una vacuna que se aplica mucho en la población femenina porque se suele dar en los embarazos para proteger a la propia gestante y evitar que se transmita estas enfermedades a sus bebés".
Las tasas de infección, hospitalización y mortalidad asociadas con COVID-19 en la población no vacunada ascendieron a 4,97%, 7,14% y 3,54%, respectivamente; frente a 7,20% (+45%), 2,24% (-69%) y 0,10% (-97%) de la vacunada frente a TFV; mientras que para DTP, la proporciones fueron 4,97%, 7,12% y 3,58% en los controles y 5,79% (+16%), 5,79 % (-19%) y 0,80% (-78%) en los vacunados.
La paradoja
Este estudio, recalcan estas fuentes, surge de la hipótesis inmunidad entrenada (TRAIM) por la que las vacunas podrían entrenar al sistema inmune en la eliminación del covid-19.
El “paradójico incremento de la incidencia de la infección leve o moderada”, según fuentes cercanas a la investigación, “se explicaría porque el mecanismo activado por estas vacunas no actuaría a nivel de la entrada del virus, sino modulando la respuesta del sistema inmune específico que rebajaría la intensidad de los procesos inflamatorios derivados y que son los responsables de las formas graves de infección”.
La conclusión final es que estas dos vacunas (TFV y DTP) han mostrado un efecto de inmunidad entrenada, lo que respalda la teoría de que la exposición previa a ciertos patrones moleculares mediante vacunación puede mejorar la defensa contra agentes microbianos diversos.