¿Le sorprende que se hayan disparado los casos de bullying contra menores LGTBI?

En los centros educativos siempre ha existido el bullying por orientación sexual e identidad de género. En los últimos tiempos hemos visto más conciencia sobre la importancia de trabajar sobre estos temas, pero los datos de la encuesta de la Agencia europea de Derechos fundamentales (FRAE) de la UE son muy preocupantes. Sube el número de escolares que ocultan su identidad sexual. Sienten que la escuela no aborda la diversidad LGTBI.

¿No cree que los centros han trabajado en esa línea durante los últimos años?

Sí, se han dado pasos con respecto a hace quince o veinte años, pero todavía queda muchísimo camino por recorrer. No hemos de olvidar que estamos hablando de derechos humanos. Las agresiones y la homofobia no se pueden dar en ningún contexto, pero menos aún en los centros educativos.

¿La escuela no es, al fin y al cabo, reflejo de lo que está sucediendo en la sociedad?

Sí, pero insisto en que la escuela debería estar mejor que la sociedad. El informe revela que el colectivo de adolescentes y jóvenes de 15 a 17 años es el que más está sufriendo este tipo de situaciones de acoso y violencia por su orientación sexual. Es algo que tiene que ver con la visibilidad. Este colectivo joven es cada vez más visible, tiende a expresar más su orientación sexual, y lo que por una parte es positivo genera reacciones violentas como las que estamos conociendo.

Amenazas de muerte

¿En qué medida influyen las campañas de odio y acoso organizadas en las redes sociales?

Están teniendo una influencia determinante. Es uno de los aspectos en los que incide el estudio. Los discursos de odio que llegan a través de las redes sociales defienden que la homosexualidad y la bisexualidad no es natural. Y de alguna manera defienden pasar a la acción.

¿En qué sentido?

Es cada vez más frecuente el llamamiento a atacar a personas LGTBI. Se ha pasado de las palabras a los hechos, a las amenazas de muerte, violaciones y palizas. Todo ello crea un caldo de cultivo que da pie a hechos tan atroces como el ocurrido en Buenos Aires, donde cuatro mujeres que compartían habitación fueron víctimas de un ataque con un cóctel molotov. Sólo una sobrevivió, en un caso clarísimo de lesbofobia. Es un caso extremo, pero aquí también se suceden a diario las situaciones preocupantes.

¿Por ejemplo?

Que todos tus compañeros de clase te excluyan, que te dejen de hablar por tu orientación sexual. Hay muchas personas que lo están sufriendo a diario, a las que insultan, amenazan y se ríen de ellas cuando participan en clase. Situaciones de violencia que pueden tener desenlaces trágicos como el que conocimos el año pasado en Barcelona. Alana y Leila, de 12 años, saltaron de un tercer piso de la vivienda en Sallent en la que residían por un episodio de acoso por transfobia a una de ellas. Son situaciones que por desgracia se siguen dando, y que están creciendo a pesar de los avances.

“Hay muchas personas que sufren a diario insultos, que les dejan de hablar en clase por su orientación sexual”

¿Y por qué están creciendo tanto ahora?

Precisamente, porque se están produciendo avances en el reconocimiento y en la visibilidad de las personas trans y LGTBI. Es algo que provoca una reacción. Durante el franquismo desde luego que no se producía esta situación porque nadie se visibilizaba. Se está generando un contexto por el cual se legitiman los discursos de odio en redes sociales, en determinados medios de comunicación y en partidos políticos.

Salud mental y fracaso escolar

¿Qué reflejo tiene ese persistente rechazo en la salud mental de los jóvenes?

Hay numerosos estudios que demuestran que el riesgo de suicidio es muchísimo más elevado entre las personas LGTBI. También hay más fracaso escolar. En muchas ocasiones, todo ese sufrimiento y esas noches sin dormir marcan de por vida.

Y la discriminación no cesa con la mayoría de edad.

No, obviamente. El ámbito laboral sigue siendo uno de los grandes retos. Es uno de esos espacios donde las personas LGTBI encuentran más dificultades, y con frecuencia pasan al ocultamiento para no sufrir discriminación. Es decir, estamos hablando de personas que si quieren conservar el trabajo se ven obligadas a no ser ellas mismas.

¿Por ejemplo?

Si eres una persona trans tienes muchas más dificultades para encontrar trabajo. Nos hemos dotado de la conocida como Ley trans, pero todavía falta el desarrollo del reglamento para que las medidas que incluye se hagan efectivas en las empresas y en las instituciones empleadoras.

¿Qué otros retos aguardan a la sociedad en el reconocimiento de la diversidad sexual?

Otra realidad emergente que cada vez estamos viendo más es la de las personas mayores LGTBI. No es porque antes no las hubiera, sino porque se invisibilizaban en los centros residenciales. Ahora el deseo es otro. Personas que han vivido sin ocultar su homosexualidad y que no están dispuestas a meterse en el armario por estar en una residencia.

“Numerosos estudios demuestran que el riesgo de suicidio es más elevado entre personas LGTBI”

¿Hace falta un Pacto de Estado contra los discursos de odio?

Sin duda, pero también un pacto específico contra la lgtbfobia. Entre el 10 y el 15% de la población se define como LGTBI, por lo que esos discursos de odio afectan a un importante sector de población, tanto en las escuelas como en lugares de trabajo, en el sector público y en las redes sociales. Es muy importante un Pacto de Estado que dedique recursos para la formación del profesorado, de profesionales sanitarios, policías o juzgados.

Un consenso que se ha roto

¿No percibe en Europa cierta inacción que puede resultar peligrosa en materia de derechos humanos?

La inacción siempre es peligrosa. Partíamos de un consenso por el cual los derechos y la igualdad entre hombres y mujeres y la lucha contra la violencia de género era algo por lo que había que luchar. Ahora parece que ese consenso se ha roto, cuando desde determinados partídos políticos se pone en cuestión que existan esas realidades. Con los derechos LGTBI ocurre lo mismo. En España se había llegado a un momento en el que se veía la necesidad de trabajar en ello, ya que es una cuestión de derechos humanos. Pero ahora hay partidos políticos que han visto que fomentar la lgtbifobia puede ser una forma de diferenciarse, conseguir votos, y con ellos poder.

¿No se pueden dar las conquistas sociales por sentadas?

Ha habido avances legislativos, pero en la comunidad de Madrid, por ejemplo, estamos viendo que ha habido un recorte en las leyes que reconocían a las personas LGTBI. Hay retrocesos dentro del propio Estado, y ése es un ejemplo. En ese sentido, no sabemos lo que ocurrirá en otras comunidades autónomas.

¿Ve necesario blindar los derechos de cara el futuro?

Habría que ver el cauce legal para que no se pudiera dar marcha atrás en aquellas conquistas sociales que ya se habían obtenido. Pero bueno, la historia está llena de ejemplos de situaciones en las que se ha dado marcha atrás. Hay que ser conscientes de que esos derechos no han caído del cielo, que hay que defenderlos.

¿Qué nuevas realidades requieren de respuesta?

Cada vez hay más personas no binarias, que no se identifican como hombres ni como mujeres, que no cuentan con un reconocimiento legal y generalizado en el Estado. Es algo que plantea un reto a la sociedad sobre cómo dar respuesta a esta realidad.