¿No hay que estar preocupados porque la natalidad esté cayendo en picado?
Es que la demografía estudia las poblaciones, no la natalidad. Como demógrafo y después de trabajar en esto desde hace 30 años, sostengo que lo que ha habido es una revolución en la manera en que nos reproducimos. Veníamos de una reproducción basada en tener muchos hijos, que vivían muy pocos años. Y hoy en día los hijos son deseados, planificados y lo que hemos hecho ha sido aumentar su esperanza de vida.
¿Y tampoco hay que inquietarse por la falta de eso que llaman tasa de reposición?
La tasa de reposición es un mito. Reproducir no es parir, ese es el gran equívoco. El hecho de tener menos hijos no es la catástrofe que nos venden. Hemos ganado algo tremendo y muy fácil de entender. Es que, con menos nacimientos, tenemos mucha más población. España tenía en 1900 –con casi cuatro hijos y medio por mujer–, 18 millones de habitantes y ahora tiene 48 millones con una fecundidad de 1,3. Todo el mundo se cree que reproducir es tener hijos y no. Si ese niño se muere a las tres horas de haber nacido, no hemos reproducido nada y con una fecundidad de 10 hijos por mujer que ninguno llega vivo a los 15 años, nos extinguimos.
Sin embargo, algunos expertos hablan de ‘crisis demográfica’, de ‘invierno demográfico’... Todo muy apocalíptico.
Pues no era mejor el mundo de 1900, cuando la esperanza de vida no llegaba a los 35 años y la mitad de los niños se morían antes de los 15. Si ese es el mundo que queremos recuperar, yo dejo los bártulos y me dedico a otra cosa.
En ocasiones, los mayores se ven casi como una plaga que está agotando los recursos de la sanidad pública y está secando la hucha de las pensiones.
Otro error. El envejecimiento es una revolución sociodemográfica. Gracias a ella hemos pasado de una probabilidad ínfima de llegar a viejos a tener muchas posibilidades de hacerlo. Y además, ha sido un cambio muy rápido porque ha ocurrido prácticamente en el siglo XX. Ahora cualquier niño que nazca en cualquier lugar de España tendrá unas perspectivas de vivir como promedio más de 100 años. No estamos hablando de ser Matusalén. Se trata sencillamente de democratizar la supervivencia, de que todo el mundo pueda atravesar todas las etapas de la vida. Es decir ser niños, jóvenes, adultos y mayores.
¿Un recién nacido este año superará los cien años?
Sí, con la probabilidad de morir que tenemos hoy, viviría al menos cien años. Y por pocos avances que haya en materia sanitaria, de demencias, alzhéimer, de cáncer... por pocos avances que se produzcan en cualquiera de las causas de muerte actuales, las expectativas de vida de un recién nacido crecen y crecen. Igual si tenemos una invasión extraterrestre o llega la Tercera Guerra Mundial, me tengo que tragar mis palabras, pero si sigue funcionando la investigación médica y farmacológica, las expectativas serán altísimas.
Y dígame ¿qué perspectivas de supervivencia tenemos los ‘baby boomers’?
Con las tablas de mortalidad actuales, la mitad de los baby boomers –me incluyo– vamos a llegar vivos a los noventa. No hay que hacer grandes ficciones ni supuestos demasiado arriesgados. Eso supone que cada año van a estar llegando a los 90 años del orden de unas 300.000 personas.
En la actualidad se suele producir también otro fenómeno novedoso y es que pueden coexistir cuatro generaciones de una misma familia.
Sí, yo mismo, cuando nací, en 1960, ninguno de mis dos abuelos estaba vivo. Solo vivían mis abuelas. Pero hoy estamos hablando de sociedades con cuatro generaciones vivas. Se da mucho la voz de alarma y se dice que las familias han encogido. Pero esto es otra cosa que no se suele mencionar. Es cierto que las familias ya no son tan extensas como antes. Pero no lo son en horizontal porque ya no hay tantos tíos ni primos... pero es extensa en vertical. Porque la mayor parte de los niños que nacen hoy en España tienen bisabuelos vivos. O sea que tienen una red familiar grande, por no hablar, por ejemplo, en los términos del patrimonio a heredar.
Usted también dice que la fecundidad de ninguna generación ha sido más grande que la de sus padres.
No, ni siquiera durante el baby boom llegó a ocurrir eso, o sea, el baby boom se produjo porque, de repente, se concentraron los matrimonios y además se adelantó mucho la edad a la que la gente empezó a formar pareja, a emanciparse, y a casarse. Por eso se produjo un boom de la natalidad, y por ello, se agotó después porque la gente ya había adelantado los nacimientos. El descenso de la fecundidad empezó hace más de 100 años en Europa. O sea, en términos históricos, mucho tiempo. Por eso no estamos ante una coyuntura que vamos a revertir con políticas de cheques bebé.
“Fomentar la natalidad es un derroche y no funciona”, sostiene usted.
Es que ahora todos los políticos son family friendly. Parece que vender esto da votos. Pero tenemos un ejemplo de cómo la extrema derecha conservadora antifeminista, pro familia, tradicional xenófoba, homófoba, nos vende la moto sobre cómo hay que subir la natalidad y luego no da resultados. Se ve en Hungría con Viktor Orbán. Desde su llegada al poder, el país ha perdido 600.000 habitantes.