La oficina de anillamiento de la Sociedad de Ciencias Aranzadi cumple 75 años, una cifra redonda que celebra en un momento boyante. En 1949 fue pionera a nivel de Estado y ahora, tres cuartos de siglo después, ha recuperado “el esplendor de sus comienzos”. “Nunca se han anillado tantas aves con anillas de Aranzadi”, resume el donostiarra Juan Arizaga, doctor en Biología especializado en migración de aves, dinámica poblacional y biogeografía y que es el director de la oficina de anillamiento de la sociedad de ciencias.
“El anillamiento tiene más de 100 años. Se inventó en Dinamarca y a finales del siglo XIX ya empezaba a haber aves anilladas moviéndose por Europa. Hacia los años 20 del siglo pasado hubo algún intento de anillamiento a nivel estatal, pero hubo un parón por la Guerra Civil”, comienza contando Arizaga. Fue en 1947 cuando se creó la Sociedad de Ciencias Aranzadi y desde un inicio sus integrantes mostraron interés en anillar aves migratorias: “Escribieron al Museo de Historia Natural de Madrid y la respuesta fue que no había anillas. Entonces, decidieron hacerlas ellos mismos y así es como se creó la sección en 1949. Hacían las anillas de una en una con troqueladora”.
Aranzadi fue pionera, ya que no había ninguna otra oficina de anillamiento en toda España: “Los primeros anillamientos en Doñana y otros lugares fueron con anillas de Aranzadi. Hay partes de anillamiento escritos a papel en sitios como el Monasterio de Silos. Así arrancó el anillamiento en España. Luego se crearon más oficinas, y Aranzadi se centró en la zona del País Vasco y alrededores”.
Tras este periodo más local, Aranzadi volvió a crecer coincidiendo con la crisis económica de 2012, tal y como cuenta el propio Arizaga: “El Ministerio de Medioambiente, que era el principal proveedor de anillas a nivel estatal, dejó de gestionar su propia oficina y hubo un montón de centros de anillamiento que se quedaron sin anillas y nos llamaron. Desde 2012 hasta ahora empezamos a dar servicio cada vez a más gente y ahora mismo gestionamos unas 150.000 anillamientos al año. Más de la mitad de las aves que se anillan en España llevan anillas de Aranzadi”.
El buen trabajo del departamento es la clave de que en tantos lugares anillen con material de Aranzadi: “La gente está satisfecha con nuestro trabajo. Las anillas se reparten rápido, las recuperaciones se gestionan muy bien... el sistema funciona, hay un equipo que está trabajando muy bien y esta oficina ha recuperado el esplendor de sus comienzos, o más. Nunca se han anillado tantas aves con anillas de Aranzadi”.
La oficina de anillamiento cuenta con “seis trabajadores”, pero el director dice que, entre las anillas que sirven a otros centros y la relación con “entidades en Doñana o Baleares, por ejemplo”, el número de anilladores vinculados con Aranzadi ronda los 600: “Utilizan nuestras anillas para sus estudios, y toda la gestión, los procedimientos de como tratar esa información... lo llevamos nosotros, de alguna manera estamos dando servicio a toda esta gente”.
¿Cómo se anilla?
Anillar es un proceso que requiere de “formación”, explica Arizaga: “Los anilladores tienen que superar etapas de formación teórica y práctica, hay que saber capturar aves y cómo manipularlas sin hacerles lesiones, lo que lleva su tiempo”. Un proceso por el que pasan “todos los anilladores”. El actual director de la oficina, por ejemplo, comenzó con 22 años, cuando todavía estudiaba Biología.
La manera de anillar depende “del tipo de ave”: “El método más habitual es mediante unas redes especiales, muy finas, que se cuelgan entre árboles. Cuando las aves se mueven en la vegetación se quedan enganchadas, de ahí se cogen y se meten en unas bolsitas o recipientes especiales donde están bien. Se les pone la anilla, se toman una serie de medidas y se sueltan”.
Estas anillas “llevan el remitente de Aranzadi, con un número único que contiene información como la edad del ejemplar, dónde fue anillado...”.
Aplicaciones y estudios
La principal aplicación de anillar aves es conocer sus movimientos y rutas de migración. “Para ello hace falta recapturar o ver de nuevo las aves. Como es imposible hacer eso con todos los ejemplares, se marcan miles. En el caso de aves grandes es más difícil volver a capturarlas, así que llevan también una anilla de color con números grandes porque si las ves con prismáticos o haces una foto con teleobjetivo, se puede leer el número y saber qué ave es”.
Las rutas de migración que siguen las aves resultan sorprendentes, al menos para los profanos en la materia. Arizaga cuenta algunas de ellas: “En los años 50 del siglo pasado algunas garcetas anilladas en Doñana se vieron luego en islas de Caribe y así se descubrió que en sus rutas migratorias cruzaban el Atlántico. En Aranzadi tenemos miles de recuperaciones, por ejemplo, golondrinas anilladas en Álava y recapturadas en Sudáfrica, algunas aves pequeñas que andan por los limos anilladas en Groenlandia o el norte de Canadá y recapturadas aquí, aves anilladas en el País Vasco y vistas en el Estrecho de Bering (norte de Estados Unidos)...”.
Conocer las rutas migratorias de las aves resulta fundamental para la supervivencia de las especies: “Ayuda a conectar zonas de cría con áreas de paso o zonas de invernada. La conservación de estas especies migratorias no depende solo de que cuides bien los sitios donde crían, porque también depende de que se protejan las zonas de paso o de invernada. Si sucede algo en esos lugares, esas poblaciones tienen un problema de conservación. Y es un proceso dinámico, las rutas pueden ir cambiando, alargarse, acortarse... hay que estudiarlo de continuo”.
Arizaga revela detalles de cómo son las migraciones de aves: “Las de otoño son más lentas que las de primavera. Un ave que viene de Escandinavia puede tardar en llegar a El Sahel (África) dos o tres meses, porque paran por el camino, pero en primavera hacen la vuelta en unas pocas semanas. Algunas migraciones son muy rápidas. Hay registros de aves anilladas en Escandinavia y recuperadas en Euskadi dos días después. Si tiene viento de cola, un pajarito que pesa 15 gramos, por ejemplo un petirrojo, te puede hacer 1.000 kilómetros en una noche”.
Las rutas migratorias no son las únicas aplicaciones del anillamiento: “Puedes estar trabajando en un bosque en época reproductora todos los años y estimas cuánto viven, qué factores influyen en mortalidad, tomas medidas útiles para estudios... y también puedes saber cuánto viven algunas especies. Nosotros hemos anillado gaviotas en 2005 que siguen vivas”.
Cambio climático
La migración de las aves está sufriendo cambios, tal y como demuestran las recuperaciones de las especies anilladas, debido sobre todo al cambio climático, reconoce Arizaga: “Se van conociendo los efectos. Las fechas y las rutas de migración están cambiando. La primavera está llegando antes y muchas especies se acoplan a ese adelanto, llegando también antes. Otro ejemplo son especies de aves acuáticas que antes llegaban a la Península porque las aguas del centro de Europa estaban congeladas y ahora se quedan en Holanda o el Mar del Norte porque no hace tanto frío y las aguas no están congeladas”.
Hay especies que se adaptarán a los cambios y otras no podrán hacerlo. “En la Península hay más zonas con tendencia a la desertificación y el clima acaba por ser más mediterráneo. A algunas especies les va bien, pero a las atlánticas no y van desapareciendo. Y en la montaña lo que pasa es que el área de crías de las especies de montaña cada vez se va a cotas más altas, pero el monte se acaba y llegará un momento en el que no podrán subir más y se extinguirán”.
75º aniversario
Este aniversario redondo de la oficina de anillamiento será aprovechado por Aranzadi para llevar a cabo varias actividades relacionadas con esta actividad.
Ya está en marcha un novedoso concurso internacional de fotografía de aves anilladas (inscripciones e información en ibrpc.eus). “Concursos de fotografía de naturaleza hay muchos, pero de aves anilladas no. Es interesante porque las anillas cuentan historias”, explica Arizaga, que añade que en mayo se organizará “una jornada de puertas abiertas en estaciones de anillamiento que utilizan anillas Aranzadi por todo el Estado”.
En septiembre tendrá lugar en la localidad navarra de Lekaroz un encuentro de anilladores “para hacer comunidad y hablar de cuestiones técnicas, métodos de trabajo...”. El 75 aniversario se cerrará con la presentación en octubre del Atlas de Aves Nidificantes de Euskadi, “con recuperaciones desde los años 50 hasta la actualidad”, y con un acto de homenaje en noviembre a los anilladores más veteranos de Aranzadi.