Cuando las cosas no funcionan en una relación, hacer como si no ocurriera nada es también una opción. Otra cuestión es que esa vía lleve a buen puerto. Otra alternativa, que se antoja mucho más eficaz, es buscar un espacio para hablar, algo que hicieron el año pasado 570 familias guipuzcoanas en conflicto, que recurrieron al Servicio de Mediación Familiar que ofrece el Gobierno Vasco.

Cada familia es un mundo, pero todas llegan a este recurso en busca de un lugar en el que poner palabras a ese malestar que están viviendo. Cuestiones que van carcomiendo, y que en casa se van dejando pasar, bien por la falta de escucha cuando la convivencia familiar esta deteriorada, o por no acabar de encontrar nunca el momento adecuado.

Hasta que finalmente se impone la necesidad de que intervengan profesionales imparciales y expertos, y que lo hagan en un entorno neutral. Se trata de algo que va en aumento en los últimos años, según refleja la estadística. En concreto, el balance de 2023 recoge un total de 2.447 familias vascas atendidas, casi un 10% más que el año anterior.

“En ocasiones, la carga emocional hace que afloren las discusiones cada vez que se aborda el problema de la convivencia. Las familias buscan un espacio para hablar de una manera diferente. Un lugar en el que la escucha es mucho más atenta, y todo ello facilitado por una persona mediadora, que garantiza una comunicación más eficaz”, explica a este periódico Cristina Merino, responsable del Servicio de Mediación Familiar en Euskadi.

El balance de 2023 recoge un total de 2.447 familias vascas atendidas, casi un 10% más que el año anterior

Por lo general, se trata de parejas que están atravesando una crisis y quieren separarse. También es frecuente que recurran a esta vía amistosa aquellas que ya finiquitaron la relación en su momento, pero en base a una serie de acuerdos que han dejado de ser viables porque las circunstancias actuales han cambiado. Buscan ayuda por todo ello. A este perfil de ruptura de pareja responde el 86,7% de las familias atendidas. El resto de atenciones se reparte entre conflictos surgidos por causas de herencia o de negocios familiares, o bien desacuerdos entre hermanos y hermanas relacionados con la atención a personas mayores o dependientes.

Dos sedes en Gipuzkoa

El servicio cuenta con cuatro sedes en Euskadi, dos de ellas en Gipuzkoa -Donostia y Tolosa-, que se suman a la de Bilbao y Gasteiz. En total, el equipo lo integran 17 profesionales formados en Derecho, Psicología y Trabajo Social, con una cualificación específica en gestión de conflictos y mediación.

“Somos equipos interdisciplinares que venimos de formaciones previas, pero lo que realmente ejercitamos como profesionales es la mediación”, detalla Merino. Una labor que se desarrolla en una fase prejudicial, en la que se trata de llegar a un acuerdo que siente las bases del posible divorcio.

En palabras de la viceconsejera de Políticas Sociales, Lide Amibilia, la mediación “ofrece un nuevo paradigma de abordaje de los conflictos”. A su entender, supone “una adecuada respuesta” a una demanda social de métodos alternativos a los tradicionales”. Una nueva vía que busca abrir espacios de diálogo que se adecúen a la complejidad de la sociedad actual.

“Lo ideal cuando pensamos en la gestión de conflictos es poder intervenir en una fase temprana"

Cristina Merino - Responsable del Servicio de Mediación Familiar en Euskadi

Bajo esta fórmula fueron atendidas el año pasado en Euskadi un total de 16.140 personas -10.282 mujeres y 5.858 hombres-, un 31,3% más que en 2019. De las 21.367 intervenciones realizadas el año pasado con 2.447 familias en el País Vasco, un total de 5.411 se llevaron a cabo en Gipuzkoa. “Se favorece que las partes puedan responsabilizarse en la gestión de sus propios conflictos, buscando el consenso y resolviendo las divergencias controversias de manera negociada y pacífica”, destaca Amilibia.

En opinión de Merino, hay un elemento clave en la forma de trabajar. “Se accede al servicio de manera voluntaria, con lo cual, la primera persona que viene tiene la posibilidad de plantear sus necesidades en la sesión informativa inicial”. El recurso, que además de voluntario es público y gratuito, invita a partir de ese momento a la segunda persona con la que mantiene el desencuentro a que asista a la misma sesión informativa para conocer cuáles son sus intenciones con respecto a una posible separación.

Cada dinámica familiar o de pareja "es única"

En caso de que ambos quieran tomar la misma dirección, el diálogo se antoja imprescindible. “Somos conscientes de que cada dinámica familiar o de pareja es única. Por eso siempre decimos que la mediación es un proceso flexible que se adapta a la medida de cada pareja”, subraya la responsable del Servicio de Mediación Familiar.

Las situaciones son muy diversas. “Hay quienes vienen con las decisiones ya muy reflexionadas y se están planteando comenzar a vivir separados a partir del mes que viene. Otras personas usuarias relatan que es la primera vez que han verbalizado que se quieren separar, pero están a la espera de que finalice el curso escolar, porque por encima de todo están pensando en la estabilidad de los hijos”, expone Merino.

La clave de toda mediación exitosa, dice la experta, es “que las personas se sientan satisfechas con las decisiones que toman”. Y a la hora de pedir ayuda, no hay fórmulas mágicas. “Cuándo hacerlo, no tiene fácil respuesta. Es cierto que hay sesgos culturales por los cuales se tiende a esperar a que los niños crezcan, porque se entiende que todavía son todavía pequeños para que sus padres afronten un proceso de separación”.

En realidad, dice la responsable, sería mucho más sano que esos hijos e hijas no quedaran expuestas a relaciones de pareja con dinámicas de comunicación violentas. Lo deseable es que los padres decidan poner remedio antes de que el conflicto siga creciendo. “Lo ideal cuando pensamos en la gestión de conflictos es poder intervenir en una fase temprana. A veces nos ilusionamos. Tendemos a pensar que igual con el tiempo se soluciona el problema, pero si no se interviene de otro modo distinto al que venimos empleando, los conflictos tienden a cronificarse”, advierte la responsable del Servicio de Mediación Familiar en Euskadi.